Continuismo rejuvenecido, la táctica de Díaz-Canel en plena tormenta
En medio de la pulseada con EE.UU. por el embargo y la crisis económica, el sucesor de Raúl Castro cumplió un año en el poder; su estilo de gobierno, uno de los pocos cambios
BOGOTÁ.- "Llegar a los 59 acompañado por ustedes, queridos amigos, mi gran familia, es de las cosas que más agradezco en la vida, con la certeza de que juntos empujaremos la isla". Miguel Díaz-Canel celebró ayer su cumpleaños con un mensaje al pueblo cubano solo un día después de cumplirse su primer año como presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros.
Y lo hizo con una etiqueta, "somos continuidad", que resume su acción al frente de Cuba, en medio de la tormenta política provocada por la beligerante administración de Donald Trump y sacudido además por la encrucijada económica que amenaza a la isla.
El presidente no es militar ni tampoco lleva en sus venas la sangre de los Castro. Nada tiene que ver con líderes supremos ni tampoco con símbolos de la lucha antiimperialista. Es simplemente Díaz-Canel, como lo llaman en las calles de La Habana. Y este es precisamente el principal cambio: todo sigue más o menos igual, pero con un rostro nuevo. Continuismo rejuvenecido bajo la protección de un Raúl Castro entre bastidores, que es donde más le gusta estar.
El exministro de Educación afianzó su nombramiento a dedo gracias a su gobierno de calle y a la lucha contra la pequeña corrupción, que tanto afecta el día a día de los cubanos, golpeados otra vez por el desabastecimiento. Detrás de la guayabera blanca o de la camisa azul estilo oficina se esconde un político que se mueve con facilidad entre la gente pese al disgusto vivido este año en el municipio de Regla, en la provincia de La Habana, cuando abandonó a toda velocidad la zona afectada por un tornado entre gritos de los pobladores del lugar.
"Mientras más tiempo pase, el efecto habituación juega su papel. Díaz-Canel lució presidenciable por sus acciones durante el accidente del vuelo 972 de Cubana y el tornado, cuando hizo acto de presencia como Fidel Castro en sus mejores tiempos, con un liderazgo más institucional que carismático. Se desempeñó con autonomía, pero también hizo promesas [como viviendas] que ahora lo comprometen", dijo a la nacion Arturo López-Levy, autor del libro Raúl Castro y la nueva Cuba.
Obediencia
"En un año cumplió su rol de burócrata obediente acorde con el plan de Raúl. Se realizaron los ajustes a la Constitución, donde le quitan parte del poder y tendrá un primer ministro", señaló el politólogo cubano Álvaro Alba, que se hizo eco del inédito incidente de Regla, un punto en su contra ante la elite militar: "Los hombres alfa del castrismo no aceptan griteríos".
Paralizadas las reformas económicas y con el mismo empeño represor contra los disidentes que sus predecesores, Díaz-Canel aportó como gran novedad el manejo de las redes sociales, todavía a años luz de ese "gobierno electrónico" soñado para una sociedad en el pelotón de cola del planeta digital. Una primera avanzada de gobiernos provinciales, instituciones y funcionarios estatales se lanzaron a Twitter, un mundo que no comprenden más allá de la propaganda.
Otro de los factores diferenciales es la presencia destacada de su mujer, Lis Cuesta, algo inédito en la isla. Cuesta acompañó a su marido en 12 viajes al exterior y además debutó esta semana en solitario al viajar a China, en un mensaje claro de la apuesta de Díaz-Canel por las reformas económicas sin tocar la ortodoxia política.
"La gente, en su mayoría, cree adecuado el trabajo que está haciendo, aunque reclaman más rapidez en los cambios. Está trabajando con mucha escasez, pero hay cierta confianza pese a que no se sabe hasta dónde puede llegar su influencia", dijo bajo anonimato un exitoso cuentapropista habanero, antiguo funcionario del Estado.
La presión de Washington provocó además un "doble efecto", según López-Levy: "Las reformas económicas se complican porque golpean la inversión exterior, pero políticamente permite aglutinar en torno a su figura al nacionalismo cubano".
Díaz-Canel es sabedor de que, ante las dudas de parte de la población por su elección a dedo, necesita de la legitimidad ejecutiva para encontrar su sitio entre un pueblo que es muy crítico con héroes y políticos. El presidente cubano sí fue sensible a la presión ciudadana cuando a finales de 2018 decidió dar marcha atrás en unas impopulares medidas contra los cuentapropistas.
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