Consejo de Derechos Humanos de la ONU: qué es y qué significa que la Argentina lo presida
Federico Villegas Beltrán estará a cargo del ente durante 2022 y tomará así el lugar que hasta ahora ocupaba la representante de Fiji
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La Argentina fue seleccionada hoy para presidir el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un organismo intergubernamental encargado de impulsar la protección y el fortalecimiento de los derechos humanos en todo el mundo. Federico Villegas Beltrán será el presidente del ente durante el próximo año tras ser elegido dentro del grupo de países de América Latina y el Caribe.
¿Qué es?
El Consejo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, es un órgano subsidiario instituido por la Asamblea General e integrado por 47 de los 193 países miembros de la ONU, cuyo objetivo es debatir diversas cuestiones relacionadas a la protección de los derechos humanos y atender a las situaciones de violación de los mismos a través de recomendaciones. Fue creado en marzo de 2006 para sustituir a la Comisión de Derechos Humanos.
La membresía está basada en una distribución geográfica a partir de cinco grupos regionales: 13 países de África, 13 de Asia y el Pacífico, seis de Europa oriental, 8 de América Latina y el Caribe y unos 7 del grupo de Europa Occidental y otros Estados.
Los países miembro entran en funciones por un período de tres años con posibilidad de reingresar, aunque no puede ser reelectos inmediatamente después de dos períodos consecutivos.
Las medidas que toma el Consejo van desde declaraciones sin peso legal a tomar acciones de asistencia técnica en temas particulares o en base a situaciones puntuales de un país.
Reelecta en octubre de este año, este es el quinto período en el que la Argentina es miembro del ente de la ONU.
¿Qué implica asumir la presidencia?
La presidencia del organismo se renueva cada año y rota entre los grupos geográficos. En esta nueva elección, era el turno de un país miembro del grupo de países de América Latina y del Caribe para suceder a Nazhat Shameem, representante permanente de Fiji ante las Naciones Unidas.
“Ser presidente [del organismo] implica en primer lugar lograr el apoyo de los países de la región. Quien logra la presidencia implica que tiene un nivel de apoyo de los países latinoamericanos. En este caso, la Argentina lo logró”, explicó a LA NACION el internacionalista Gino Pauselli, doctorando en la Universidad de Pennsylvania.
Y agregó: “En términos prácticos, el presidente cumple un rol similar al que tiene el presidente de una cámara de diputados o senadores. Puede influir en qué tan rápido se trate un tema, que algo se trate antes o después. Si bien no puede decidir qué se aprueba y que no se aprueba, sí puede decidir dónde se pone el foco”.
“En general, presidir un cuerpo colegiado a nivel internacional siempre, más allá de las especificidades de cada organismo, puede llegar a tener algún privilegio informal en torno a articular la agenda. No quiere decir que la Argentina va a decidir 100% los temas que se tratan, pero puede haber cierto margen para darles prioridad a algunas cosas y no a otras”, coincidió la doctora en Ciencia Política por la Universidad de Minnesota y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella, Florencia Montal.
Esta cuestión está ligada con la posición del país en materia de política exterior, por lo que resulta importante la decisión de la Cancillería en base a situaciones de derechos humanos. Pauselli explicó que hay una “tensión muy importante” en torno a condenar las situaciones de violación de derechos humanos en especial en países de la región, como Nicaragua o Venezuela.
Un claro ejemplo fue la abstención de la Argentina dentro de la OAE por la liberación de los opositores de Nicaragua, que luego sorprendió con un giro en su postura al apuntar contra la legitimidad de las elecciones en el país bajo el régimen de Ortega.
En base a este punto, Montal opinó que la postura del país en el Consejo dependerá de si existe un interés de sectores más políticos en utilizar este espacio de una forma funcional a la política doméstica para promover intereses y de quiénes vengan los pronunciamientos - si sale de un grupo con expresiones más amigables con países como Venezuela o Nicaragua o más duros con estos gobiernos-.
“Si esto no sucede y se decide que quede en manos de diplomáticos, entonces lo más esperable es que se vea continuidad con la postura que la Argentina viene teniendo dentro del Consejo en años anteriores e incluso en otros gobiernos”, señaló.
En cuanto a la elección de Federico Villegas como presidente del ente, Pauselli argumentó que el diplomático es más propenso a “ser crítico de gobiernos latinoamericanos con déficit democrático que quizás otros diplomáticos [argentinos], como en la OEA”, donde está el embajador Carlos Raimundi.
Polémica en el Consejo
Bajo el gobierno del expresidente Donald Trump, Estados Unidos decidió retirarse del Consejo de Derechos Humanos, un hito que puso en tela de juicio la legitimidad del organismo.
“Es una organización que no merece su nombre”, sentenció en aquel entonces la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Nikki Haley, al anunciar la retirada del ente, al que tildó de “protector de los violadores de los derechos humanos y un pozo negro de parcialidad política”.
Las principales críticas con las que se apunta al organismo son en torno a sus miembros y a su politización. Muchos países violadores de Derechos Humanos han sido parte del Consejo y lo siguen siendo: Venezuela, China, Rusia, Afganistán, Arabia Saudita.
Pauselli indicó que esto corresponde a la forma en la que se seleccionan los miembros: a veces entran algunos países para completar el cupo regional y, aunque son cuestionados, son preferibles por sobre otros Estados.
Además, se habla de politización ya que “cuando un tema llega a la agenda, que tiene que ver con un país particular, lo que suele pasar es que los aliados votan en contra para encubrir a sus países amigos”, profundizó Pauselli.
Otra de las cuestiones es el sesgo anti-israelí por parte de los países árabes, una de las principales razones porque las que Estados Unidos decidió retirarse. “Israel es el país que más se condena por año. Suelen salir entre cuatro y cinco resoluciones anti Israel contra una [apuntando a] otros países”, argumentó.
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