Conmoción en México y EE.UU. por la masacre de una familia mormona
Tres mujeres y seis chicos fueron acribillados en el norte mexicano; Trump pidió relanzar la guerra contra los grupos narcos
WASHINGTON.- Una brutal masacre contra miembros de una comunidad mormona en México dejó por lo menos nueve víctimas con doble ciudadanía estadounidense-mexicana (tres mujeres y seis menores de edad, entre ellos, dos bebés), que murieron incinerados y acribillados en una emboscada con el sello del crimen organizado.
El ataque llevó a Donald Trump a proponer relanzar la "guerra" contra los carteles, pero el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, rechazó la propuesta, en un nuevo contrapunto por la seguridad en la relación bilateral más estrecha del continente.
La masacre conmovió a México y a Estados Unidos y generó en ambos países un nuevo momento de crudo reconocimiento de la violencia engendrada por el tráfico de armas, las drogas y la latente amenaza del crimen organizado, un atolladero que la región no termina de resolver. En medio del horror por la tragedia, hubo mexicanos que reclamaron cambios en las leyes que rigen las armas en Estados Unidos y trumpistas que volvieron a exigir que se levante el muro en la frontera con México.
El ataque ocurrió anteanoche, en el norte, en una de las regiones calientes del país, en el límite entre los estados de Chihuahua y Sonora, según informó el gobierno mexicano.
Tres mujeres viajaban con sus 14 hijos en dos camionetas Suburban entre Bavispe, Sonora, y una comunidad mormona, La Mora, en Chihuahua. Los vehículos fueron emboscados, acribillados e incinerados por sicarios. Las autoridades encontraron más de 200 cartuchos de bala. Alfonzo Durazo, ministro de Seguridad Pública de México, dijo que el convoy familiar "pudo haber sido confundido" por los grupos armados que se disputan el territorio.
Las víctimas mortales son Rhonita María Miller, de 30 años, y cuatro de sus siete hijos: Howard, de 12 años; Krystal, de 10, y los mellizos Titus y Tiana, de 8 meses.
Las personas asesinadas en el segundo vehículo fueron Dawna Langford, de 43 años, y sus hijos Trevor, de 11 años, y Rogan, de 2.
También falleció Christina Langford, de 31 años, que pudo poner a salvo a su beba Faith, de 7 meses. Un total de 11 chicos sobrevivieron al ataque.
"Así se vive en el gobierno de López Obrador. ¡Mormones mexicanos, mujeres y niños inocentes emboscados en la sierra de Chihuahua son acribillados y quemados vivos por los carteles que mandan en México!", tuiteó Alex LeBarón, un familiar de las víctimas, junto con un video de uno de los vehículos incinerados. Un rato después, pidió en otro mensaje a Trump que detenga el flujo ilegal de armas a México.
Las víctimas eran miembros de una comunidad fundamentalista mormona, Colonia LeBarón, fundada el siglo pasado en Galeana, Sonora, por Alma Dayer LeBarón. Al igual que otros mormones, Dayer LeBarón se exilió a México tras ser excomulgado por la iglesia mormona, para poder continuar con la práctica de la poligamia. Julián LeBarón es uno de los actuales líderes del grupo y quien informó la masacre.
El brutal asesinato provocó un cruce de mensajes públicos entre Trump y López Obrador por la seguridad en México. Por la tarde, ambos hablaron por teléfono. Trump condenó el ataque y ofreció "asistencia", según indicó la Casa Blanca. Antes, había propuesto relanzar una ofensiva sin cuartel contra el crimen organizado.
"Este es el momento para que México, con la ayuda de Estados Unidos, libre la guerra a los carteles de la droga y los borre de la faz de la tierra. ¡Simplemente esperamos una llamada de su gran nuevo presidente!", tuiteó Trump ayer.
Pero López Obrador rechazó rápidamente la idea y ratificó su estrategia de seguridad a pesar de la rampante ola de violencia que azota al país. "En las relaciones entre México y Estados Unidos hay cooperación, este es uno de los temas. Sin embargo, es un asunto que nos corresponde a nosotros, atender al gobierno de México de manera independiente y haciendo valer nuestra soberanía", dijo.
El episodio llevó otra vez a un primer plano la brutal inseguridad que sufre México desde hace tiempo, pero que recrudeció especialmente este año, que se encamina a dejar una nueva marca histórica de homicidios en los registros oficiales.
López Obrador, conocido en México como AMLO, llegó al poder con la promesa de intentar reducir la violencia con un nuevo enfoque, plasmado en la frase "abrazos, no balazos". Pero casi un año después de asumir la situación empeoró.
López Obrador dijo que su gobierno mantendrá su estrategia y no atacará al crimen organizado como hizo uno de sus antecesores, Felipe Calderón, que sacó al Ejército a la calle y desplegó una ofensiva sin tregua que dejó decenas de miles de muertos, además de un cúmulo de violaciones de derechos humanos, incluidas desapariciones.
"Es un rotundo no", respondió AMLO, al ser consultado en su habitual conferencia de prensa acerca de si pensaba hacer cambios en su política. "Claro que es doloroso, y claro que quisiéramos que esto no sucediera, pero pensamos que acribillando, masacrando, con el uso de la fuerza a sangre y fuego, no se resuelve el problema", añadió, al ofrecer un marcado contraste con la propuesta de Trump.
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