Conflicto por Ucrania: Vladimir Putin dijo que Occidente sigue ignorando sus principales demandas
En sus primeras declaraciones en más de un mes, el presidente ruso dijo que el gobierno norteamericano usa a Ucrania para imponer más sanciones a Moscú, pero se mostró abierto a seguir dialogando
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PARÍS.– El presidente Vladimir Putin respondió públicamente a Occidente, al acusar a Estados Unidos y a la OTAN de usar a Ucrania para cercar a Rusia e ignorar las preocupaciones de Moscú relativas a su seguridad. Al hablar públicamente por primera vez desde que comenzó el conflicto, el líder ruso también acusó a Washington “de tratar de llevar a su país hacia un conflicto armado”, aunque expresó su intención de buscar una salida diplomática a la crisis.
Putin aprovechó la visita a Moscú del primer ministro húngaro, Viktor Orban, para refutar –en una conferencia de prensa conjunta– todos los argumentos esgrimidos por la Casa Blanca y la OTAN en contra del Kremlin. Sin evocar el despliegue de tropas rusas en la frontera ucraniana, el presidente volvió a reprochar a Estados Unidos ignorar “tres pedidos esenciales” presentados por Moscú: el fin de la ampliación de la Alianza Atlántica, el compromiso escrito de no desplegar armas balísticas cerca de las fronteras rusas y el retiro de las fuerzas de la OTAN de los países de Europa del este que adhirieron a esa organización desde 1997.
También acusó a Washington de “querer llevar a Rusia a un conflicto armado”. A su juicio, el principal objetivo de esa estrategia es cercar a su país, y Ucrania es el “instrumento” ideal para alcanzarlo.
“Hay diferentes formas de lograrlo. Por ejemplo, llevarnos a un conflicto armado y de inmediato obligar a sus aliados en Europa a adoptar contra nosotros las durísimas sanciones que están siendo evocadas en Estados Unidos”, precisó.
“Imaginen una Ucrania miembro de la OTAN, atestada de armas […], que lanza una operación militar en Crimea, que es un territorio soberano ruso”, dijo Putin, que en realidad anexó la península de Crimea en 2014, entonces territorio ucraniano. “¿Es que deberíamos dar esa guerra a la OTAN? ¿Alguien pensó en eso? Parece que no”, prosiguió.
Putin, sin embargo, parece creer en la posibilidad de una solución diplomática: “Espero que finalmente hallemos una solución, aun cuando no sea fácil”, concluyó.
Esta es la primera vez que el jefe del Kremlin habla públicamente de la crisis. Por el contrario, su ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, mantuvo una nueva comunicación telefónica con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. El jefe de la diplomacia estadounidense “exhortó a Rusia a poner en marcha una desescalada inmediata y retirar sus tropas y equipamiento militar de la frontera ruso-ucraniana”, según informó el Departamento de Estado. También “exhortó a Rusia a privilegiar la vía diplomática” en vez del conflicto.
Blinken “subrayó la voluntad de Estados Unidos, en forma bilateral con nuestros aliados y socios, de proseguir un intercambio sustancial con Rusia sobre las inquietudes mutuas de seguridad. Insistió en que una nueva invasión de Ucrania provocaría consecuencias rápidas y severas”, prosiguió la información.
Un responsable norteamericano señaló después a la prensa que Lavrov no había dado “ninguna indicación” de un “cambio en los próximos días” en la frontera ruso-ucraniana, donde los occidentales acusan a Moscú de haber desplegado más de 100.000 soldados con vistas a una posible invasión del país vecino. Por su parte, el jefe de la diplomacia rusa afirmó que Blinken había reconocido que existen razones de estudiar las inquietudes de Rusia en lo que atañe a su seguridad.
Esa conversación telefónica es la primera entre ambas potencias desde que Estados Unidos y la OTAN entregaron a Moscú, la semana pasada, su respuesta escrita a las exigencias formuladas por el Kremlin a mediados de diciembre, también por escrito.
Estados Unidos acusa a Rusia de preparar la invasión de Ucrania, país azotado por una guerra civil en el este, entre fuerzas de Kiev y separatistas prorrusos apoyados por Moscú. Para disuadir al Kremlin de toda agresión, los occidentales aceleraron los preparativos de sanciones económicas. Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña, una de las plazas de inversión favoritas de las fortunas rusas, anunciaron su intención de golpear duramente los intereses de los miembros más allegados al Kremlin, incluido el propio Putin.
En Londres, los oligarcas rusos podrían ver sus inversiones y haberes congelados y su entrada a territorio británico denegada. Las empresas o individuos en el Reino Unido que realizan transacciones con ellos también podrían enfrentar la prohibición de seguir haciéndolo. El primer ministro británico, Boris Johnson, así como su par polaco, Mateusz Morawiecki, eran esperados ayer en Kiev para mostrar su solidaridad con el gobierno ucraniano. Otros responsables europeos deberían hacer el desplazamiento en los próximos días.
Apoyo
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, manifestó ayer su beneplácito por ese apoyo diplomático y militar occidental frente a Moscú, “el más importante” –dijo– desde 2014, año de la última ofensiva rusa contra su país. Para Kiev, la amenaza rusa es evidente. Pero Zelenski la juzga menos inminente que Washington, al punto de haber solicitado a sus aliados que no desestabilicen su país, “sembrando el pánico”.
Las declaraciones de Putin y la conversación telefónica entre Lavrov y Blinken se produjeron al día siguiente de un agitado debate en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en Nueva York, donde el embajador ruso, Vassily Nebenzia, acusó a Washington de tratar de “crear la histeria” y “engañar a la comunidad internacional” con sus “acusaciones infundadas”.
Su par norteamericana, Linda Thomas-Greenfield, estimó por su parte que el despliegue de más de 100.000 militares rusos en torno de Ucrania amenazaba “la seguridad internacional”. Al afirmar “tener pruebas”, acusó a Moscú de querer desplegar este mes a más de 30.000 militares suplementarios en Belarús, aliado del Kremlin y limítrofe con Ucrania. En ese contexto de extrema tensión, Estados Unidos ordenó partir a las familias de sus empleados en puestos en ese país.
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