Confinada, Francia también empezó a vivir una pesadilla
PARÍS.- Por primera vez en la historia de Francia, sus 67 millones de habitantes entraron ayer en un confinamiento total, única forma -según los científicos- de detener el avance galopante de la pandemia de coronavirus, que el presidente Emmanuel Macron calificó de "enemigo invisible" que puso al país "en guerra".
Durante por lo menos dos semanas, todos los franceses tendrán la obligación de permanecer en sus casas a riesgo de pagar una multa de 38 euros, y probablemente de 130 a partir de hoy. Están exceptuados de esa exigencia aquellos que trabajan en los sectores de la salud pública, las fuerzas armadas y del orden.
Esa medida extrema contempla, sin embargo, algunas excepciones: desplazarse de su domicilio al sitio donde se trabaja, cuando el teletrabajo es imposible; comprar artículos de primera necesidad en comercios de proximidad; asistir a una visita médica; hacerse cargo de los hijos en caso de padres separados u ocuparse de personas dependientes. Sacar a los animales domésticos cerca del domicilio o practicar una actividad física, únicamente a título individual.
Cada una de esas salidas deben estar justificadas mediante un formulario impreso que los franceses están obligados a presentar a las fuerzas del orden y donde, además de los datos personales, es necesario indicar el motivo del desplazamiento.
Francia entró de lleno ayer a las 13 (hora local) en esa pesadilla, suerte de mal escenario de película de terror, cuando 100.000 policías y gendarmes aparecieron en todas las calles del país con el objetivo, durante las primeras 24 horas, de "no multar, sino explicar".
Una hora antes, al término de una reunión de gabinete especial, el ministro del Interior, Christophe Castaner, llamó a los franceses a comportarse como "aliados" de esa guerra declarada por Macron anteanoche por televisión, en una intervención que fue seguida por 35 millones de personas.
Después de algunas escenas de pánico registradas desde que corrió la voz de un inminente confinamiento total, de supermercados desvalijados y de miles de personas precipitándose en estaciones de trenes para dejar las grandes ciudades, una extraña calma se abatió ayer sobre todo el país. Calles desiertas, plazas, comercios, monumentos públicos y sitios turísticos cerrados? Única presencia humana en ese paisaje lunar, unas magras filas respetuosas de la distancia interpersonal exigida se estiraban aquí y allá frente a supermercados y farmacias.
Exhausta, la dueña de una farmacia del Parque de los Príncipes, en el distrito XVI de París, estuvo 48 horas sin pegar un ojo. En 20 años de profesión nunca vivió nada igual. "Aunque digamos que no habrá escasez, la gente intenta hacer acopio de medicamentos", explica. Afuera del local, un enorme cartel advierte: "Alcohol en gel y barbijos, agotados".
En ese terreno el miedo esté probablemente justificado. No solo los barbijos y el alcohol en gel desaparecieron de la venta en los primeros días de la epidemia, sino que la crisis dejó al descubierto que el 90% de la penicilina y el 60% del paracetamol del mundo se producen en China, la India y otros países asiáticos. Este último medicamento es el único que prescriben los médicos en todos los casos leves de Covid-19.
El gobierno anunció que los barbijos comenzarían a llegar a las farmacias a partir de anoche. Pero el público no los podrá comprar, porque no son necesarios en ausencia de la enfermedad y porque están destinados a los hospitales y los médicos en consultorios privados. En cuanto al paracetamol, a partir de hoy solo se podrá comprar una caja por persona sin síntomas y dos en caso de fiebre y dolores.
En el plano sanitario, la situación es "extremadamente tensa" en ciertas regiones, como en el Gran Este, fronteriza con Alemania, donde el gobierno decidió el despliegue de un hospital de campaña del Ejército y el envío de helicópteros para transferir enfermos hacia otras regiones a fin de aliviar los hospitales alsacianos, que están al borde de la saturación.
Con 1097 nuevos casos y 27 muertes en 24 horas, el balance oficial de Francia se elevó ayer a 7730 infectados y 175 decesos.
En tanto, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, afirmó ayer que, ante la recesión que se perfila, el gobierno hará todo lo necesario para evitar el derrumbe del tejido empresario, postergando de inmediato el pago de cargas fiscales y sociales por valor de 45.000 millones de euros. En casos de empresas estratégicas o emblemáticas, Le Maire no excluyó recurrir "incluso a la nacionalización, si fuera necesario".
En otro orden, y por primera vez en la historia, el santuario de Lourdes anunció que cerraba sus puertas a partir de ayer.
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