El Papa abre una nueva era con los ortodoxos
Se reunió en Cuba con el patriarca ruso tras casi 1000 años de distanciamiento
LA HABANA.- No podría haber sido en un lugar menos solemne que un salón de un aeropuerto. Pero fue ahí, en la terminal aérea de la capital cubana, en un encuentro hace poco impensable, coronado con la frase "somos hermanos", donde ayer se escribió un capítulo de la historia.
Ocurrió a las 14.26 (hora local), cuando, al estrecharse por primera vez las manos y darse un abrazo y tres besos, Francisco y el patriarca ortodoxo de Moscú y toda Rusia, Kirill, derrumbaron el muro que dividía desde hacía casi 1000 años a dos iglesias hermanas.
"Finalmente", dijo Francisco al encontrarse cara a cara con el líder ortodoxo ruso. El Papa había llegado minutos antes a La Habana después de un vuelo de 12 horas y 15 minutos desde Roma.
Uno vestido de blanco y el otro, de negro, ambos líderes religiosos lucían contentos, conscientes de que nunca antes había tenido lugar una reunión así.
Antes de que se cerraran las puertas y quedaran a solas junto a dos intérpretes por dos horas, Kirill dijo: "Ahora todo es más fácil".
"Es más claro que ésta es la voluntad de Dios", contestó el papa Francisco.
Por esas cosas de la historia, el milagro del encuentro -un hecho sin precedente- ocurrió en la misma isla del Caribe que en 1962, en plena Guerra Fría, con la crisis de los misiles, puso en peligro al mundo. Y con Francisco, un papa no europeo y el primero latinoamericano, que después de la firma de una declaración conjunta, al agradecer al gran pueblo cubano y al anfitrión, el presidente Raúl Castro, dijo: "Si sigue así Cuba será la capital de la unidad".
Kirill, también visiblemente satisfecho con el encuentro, contó que habían tenido una conversación con mucho contenido. "Nos dio la oportunidad de entender y sentir nuestras posiciones", dijo.
"Los resultados de la conversación indican que hoy las dos iglesias pueden trabajar juntas defendiendo a los cristianos en el mundo, y para que la vida humana sea respetada", indicó Kirill.
El patriarca ruso resumió así el contenido de la declaración conjunta firmada, un texto de cuatro páginas que si bien confirmó que aún hay obstáculos teológicos por superar, dejó en claro la voluntad de avanzar en lo que une. "No somos competidores, sino hermanos", se destacó. Y lo que une es la defensa de los cristianos perseguidos en Siria, Irak y otros países de Medio Oriente, los valores de la familia y el respeto del derecho inalienable a la vida, así como la preocupación por un mundo desgarrado por el terrorismo, la migración y las guerras.
"Tenemos el mismo bautismo, somos obispos, y coincidimos en que la unidad se hace caminando", dijo Francisco después del encuentro, un evento de trascendencia para el diálogo ecuménico y la unidad de los cristianos, que abre las puertas al famoso sueño de Juan Pablo II: Moscú.
Aunque Francisco y otros papas se reunieron antes con patriarcas ortodoxos -el patriarca Bartolomé, de Estambul, que tiene un primado de honor, incluso estuvo en la asunción de Jorge Bergoglio-, nunca antes había habido una reunión con un patriarca de la iglesia rusa, que con 150 millones de fieles es la más grande de las iglesias ortodoxas.
La división, que tiene que ver con el primado de Roma, se remonta al año 1054, cuando el papa León IX y el patriarca de Constantinopla, Miguel I Cerulario, se excomulgaron mutuamente, provocando el "gran cisma".
El encuentro entre los dos primados era esperado desde el 7 de diciembre de 1965, al final de Concilio Vaticano II, cuando fueron levantadas las respectivas excomuniones.
El destino quiso que Raúl Castro -hermano del líder máximo cubano y presidente de un país en transición- jugara un rol decisivo en la reunión, como devolviendo el favor por la ayuda de Francisco en el deshielo con Estados Unidos, anunciado en diciembre de 2014. Aunque también ayudó el presidente ruso, Vladimir Putin, que ve a la Iglesia Ortodoxa Rusa como parte de su aparato de poder.
Benedicto XVI había estado cerca de lograr un encuentro con Kirill. El problema era el lugar: no podía ser en el Vaticano, tampoco en Moscú y menos en Europa, "teatro de divisiones y conflictos entre los cristianos", según explicó el metropolita Hilarion, "canciller" de la Iglesia Ortodoxa Rusa, presente ayer en el encuentro en Cuba.
Francisco, que siempre se definió humildemente "obispo de Roma", sin ostentar superioridad alguna, quería romper el hielo y ver a Kirill. "Le dije: «Yo voy donde tú quieras. Tú me llamas y yo voy». Y también él tiene la misma voluntad", había revelado en noviembre de 2014, al regresar de Estambul.
Allí, en otro gesto notable, se había inclinado ante el patriarca Bartolomé, pidiéndole la bendición.
¿Cómo terminó de definirse esta reunión que confirmó las dotes diplomáticas de Francisco, quien hizo posible lo imposible a través de la cultura del diálogo y el encuentro? Castro viajó en junio del año pasado a Moscú, donde vio a Putin y a Kirill, y preparó la visita del patriarca ortodoxo a su país para el 11 de febrero. De regreso, hizo una escala en el Vaticano, donde le habló al Papa de su encuentro con Kirill.
En junio el Papa recibió por segunda vez a Putin. Después de su visita de septiembre a Cuba, Francisco puso fecha para su viaje a México, del 12 al 18 de febrero, justo en los días en los que Kirill se encontraría en La Habana. Castro terminó ofreciendo entonces su país como terreno neutral, un rol clave, como destacó el propio Francisco.
Satisfacción
Enseguida después de despegar desde La Habana con rumbo a México, de hecho, Francisco volvió a aparecer, evidentemente satisfecho por su logro, en la parte trasera del avión, para hablar con los periodistas.
"Me sentí ante un hermano y Kirill me dijo lo mismo. Fue una conversación de dos obispos que hablan de las situaciones de sus iglesias, y de las situaciones del mundo, de las guerras, que ahora corren el riesgo de que no sean más de a pedazos sino que involucren todo", dijo.
Antes de irse en medio de un aplauso y consciente que aún le faltaban 20 kilómetros de saludos en papámovil al llegar a México, con cara de misión cumplida Francisco se despidió con una confesión: "Estoy feliz".
Un diálogo de reconciliación
Francisco
Líder de la Iglesia Católica
"Hablamos como hermanos. Agradezco la humildad de su santidad y sus buenos deseos de unidad. Hemos sabido de iniciativas viables para desarrollar"
Kirill
Patriarca ortodoxo ruso
"Fue una conversación con mucho contenido. Se puede cooperar defendiendo a los cristianos y con plena responsabilidad de trabajar en conjunto"
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