Con un ojo en Washington, Biden intenta vender en Europa una agenda trabada en casa
Mientras sus planes siguen en el limbo en el Congreso, el mandatario norteamericano busca en su gira por Roma y Glasgow amasar respaldo para apuntalar la lucha contra el cambio climático y frenar el avance de China
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WASHINGTON.- La última vez que Joe Biden pisó Europa fue recibido con brazos abiertos y palmadas. Esta vez, los aliados históricos de Estados Unidos le darán una bienvenida un poco menos eufórica al cierre de un año en el cual el realismo se impuso a los anhelos.
Biden viajará de Roma a Glasgow intentando convencer al mundo de sumarse a su agenda global con una maratón diplomática, pero mantendrá un ojo en Washington, donde su agenda doméstica –y su presidencia– quedó en manos del Congreso.
Antes de volar a Roma para la cumbre de líderes del G-20, Biden envió al Congreso la última versión de su plan económico, un megapaquete con inversiones por 1,75 billones de dólares en una década, y les dijo a los demócratas en una reunión a puertas cerradas que el futuro de su gobierno dependía de que fuera aprobado. Pero las divisiones en el oficialismo aún mantienen toda su agenda en el limbo en el Capitolio, y Biden puede llegar a terminar su gira exterior más importante del año con los bolsillos vacíos, sin poder lucir logros domésticos.
La aprobación de la agenda de Biden en Washington es particularmente importante tanto para sus objetivos en la Cumbre del G-20 como para la cumbre climática COP26 que ocurrirá después, en Glasgow.
“El viaje le dará al presidente la oportunidad de promover algunas de sus más altas prioridades afirmativas en nombre del pueblo estadounidense. Verán de primera mano, con colores vivos, de qué se trata la política exterior para la clase media”, dijo el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, antes de emprender viaje a Roma.
La agenda global de la Casa Blanca ha puesto el foco en la lucha contra la pandemia del coronavirus, el control de la inflación global, la lucha contra el cambio climático y la promoción de la iniciativa Reconstruir Mejor el Mundo, o B3W, un espejo global del plan doméstico de Biden para reciclar la infraestructura norteamericana y acelerar la transición a una economía verde. La Casa Blanca aspira a que ese plan sea una alternativa a La Franja y la Ruta de China, de creciente presencia en América Latina.
Pero las idas y venidas en Washington entre los propios demócratas puede terminar por socavar la autoridad de Biden para promover una agenda global si esa misma agenda fracasa en casa.
En Glasgow, Biden tiene previsto dar un discurso el próximo lunes. Biden esperaba llegar a la cumbre climática con un abanico de medidas ambiciosas ya en marcha para poder arengar al mundo a ampliar sus compromisos para resguardar el medio ambiente en momentos en los que la comunidad científica advierte que es necesario hacer más para evitar una catástrofe. Sin embargo, el plan medioambiental original de Biden quedó devaluado, y las inversiones que quedaron en pie, 550.000 millones de dólares en diez años, están dentro del paquete que todavía debe ser aprobado por el Congreso. Biden llegará a Glasgow con las manos vacías, más allá de su buena voluntad y sus compromisos políticos.
Algo similar ocurre con el plan global de infraestructura. El respaldo del G-7 a la iniciativa B3W marcó un apoyo de Europa, Canadá y Japón a Biden. Pero el plan de infraestructura doméstico de Biden, que prevé obras por un billón de dólares durante diez años, también está varado en el Congreso. La lectura ineludible es que si Biden es incapaz de lograr que el Congreso apruebe un plan de obras para Estados Unidos, le resultará aún más difícil conseguirlo para el resto del mundo.
En la primera escala de su viaje, Biden se ocupó de limar asperezas con el presidente francés, Emmanuel Macron, luego del cortocircuito por la alianza militar que Estados Unidos forjó con Australia y el Reino Unido, y que enfureció a Francia, al costarle un multimillonario contrato de venta de submarinos. Biden y Macron tuvieron una reunión bilateral tras la cual Biden dijo que Francia era un “socio extremadamente valorado” y que su gobierno había actuado de manera “torpe” ya que “tenía la impresión” de que París había sido notificada sobre el acuerdo. “Clarificamos juntos lo que teníamos que clarificar”, apuntó Macron.
El gobierno de Biden desató este año la ira francesa al anunciar la alianza Aukus con Australia y Gran Bretaña para transferir tecnología nuclear a Australia para la construcción de submarinos, lo que llevó a Canberra a suspender un contrato de compra de 12 submarinos diésel franceses. El episodio provocó la mayor crisis diplomática entre Estados Unidos y Francia, el aliado más antiguo de Washington, desde el rechazo francés a respaldar la guerra de Irak en 2003.
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