Coronavirus: con su propaganda selectiva, China fomenta la cultura de odio a Occidente
HONG KONG.- Trevor Noah, conductor del programa satírico de noticias The Daily Show, es muy elogiado en las redes sociales chinas por sus mordaces y lapidarias críticas contra el gobierno de Trump por su desmanejo de la pandemia de coronavirus. Lo mismo pasa con Jerry Kowal, un bloguero norteamericano que postea videos en idioma chino donde hace una crónica de la desesperante situación que se vive en Nueva York. La respuesta de Pekín ante la pandemia también tiene sus feroces detractores en el interior de China, pero la diferencia es que sus críticas tienen un recibimiento muy distinto. Bajo el nombre de Fang Fang, una habitante de la golpeada Wuhan fue posteando una crónica en video sobre la desesperación y las penurias de la vida cotidiana durante la pandemia, y recibió feroces ataques en las redes sociales.
Tres periodistas independientes que postearon videos desde Wuhan en las primeras semanas del brote desaparecieron y la mayoría cree que fueron arrestados por el gobierno. En China, la pandemia evolucionó de manera drásticamente distinta que en el resto del mundo, o al menos así parece si uno les cree a los medios de comunicación estatales. Los medios chinos recurren a palabras como "calvario" y "apocalipsis" para describir las escenas que se viven en los hospitales de Italia y España. También muestran imágenes de trabajadores de la salud de Estados Unidos y Gran Bretaña usando bolsas de basura como trajes de protección.
La mayoría de esas mismas penurias se vivieron en China, pero los informes que las revelaban fueron tildados de "rumores" y consecuentemente censurados.
Preservar su imagen positiva entre la opinión pública siempre fue una importante fuente de legitimidad de gobierno para el Partido Comunista de China. Pero esa fachada se resquebrajó a fines de enero y principios de febrero, cuando arreció el brote, los hospitales desbordaban de pacientes moribundos, y los trabajadores de la salud mendigaban barbijos y camisolas en las redes sociales. Algunos empezaron a preguntarse por qué el gobierno silenció la información inicial y quiénes deberían rendir cuentas por eso.
El 6 de marzo murió Li Wenliang, el médico de Wuhan que dio la voz de alarma, y su muerte fue como un catalizador de la demanda de libertad de expresión de muchos ciudadanos. En las redes sociales, la opinión pública empezó a manifestar su escepticismo, y muchos jóvenes desafiaron abiertamente el mensaje del Partido Comunista.
Después Estados Unidos y otros países chapucearon sus propias respuestas ante la pandemia, y la maquinaria de propaganda china olió sangre y les saltó al cuello.
Aprovechando la transparencia y el libre flujo de la información en Occidente, los medios de prensa estatales de China hicieron la crónica diaria del mal manejo ajeno de la crisis. El mensaje era claro: los demás debían copiar el modelo chino. Por si acaso, el aparato de propaganda redobló sus ataques contra cualquiera que osara cuestionar la respuesta de Pekín ante la pandemia.
Y parece que la estrategia está funcionando. Con una mezcla de mentiras y medias verdades, algunos jóvenes fustigan por internet a los países y personas que cuestionan la superioridad de la respuesta de China.
El sitio web del Global Times, un tabloide controlado por el Partido Comunista, le puso subtítulos en chino y transmitió un video del programa de Noah que recopilaba todas las subestimaciones y ninguneos sobre los riesgos del coronavirus que hicieron el presidente Trump y la cadena Fox News.
El video subtitulado al chino tuvo amplia difusión a través de los medios oficiales, y muchos canales lo transmitían con el mismo zócalo: "¡Tienen sangre en las manos y deberían ser juzgados!"
"Trevor Noah no se deja engañar", comentó un usuario de las redes, que posteó el video y tradujo al chino muchos de los furiosos comentarios de telespectadores norteamericanos. "¿Es un obsecuente de China?", se pregunta retóricamente otro bloguero. "No, simplemente dice la verdad."
Muchos de los mismos que elogian a Noah vienen arrojando dardos y piedras contra Fang Fang, por contar la verdad de lo que pasa en China.
El videoblog de Fang Fang era un diario moderado y personal, un lugar al que muchos recurrían en busca de consuelo en las horas más oscuras de la epidemia en China. Pero después de que la editorial Harper Collins anunció sus planes para publicarlo en inglés, decenas de miles de usuarios le cayeron encima en su cuenta de Weibo, acusándola de traidora, por apoyar el discurso del enemigo.
En un comentario, Hu Xijin, editor del Global Times, escribió que el diario de Fang Fang podía ser utilizado por fuerzas políticas extranjeras y que el pueblo chino terminaría "pagando el precio de la fama de Fang Fang en Occidente".
Las represalias online fueron tan severas, escribió la mujer en Weibo, que la hicieron pensar en la Revolución Cultural, la década de caos y violencia política que vivió de chica. Su único consuelo, escribió, es que "este tipo de Revolución Cultural solo se libra en el ciberespacio".
Traducción de Jaime Arrambide
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