Con su prestigio en juego, la diplomacia brasileña cuestiona a Bolsonaro
RÍO DE JANEIRO.- A fines de junio, los gobiernos de Francia y Alemania promovieron la realización de un encuentro virtual de la llamada Alianza para el Multilateralismo, nacida en abril, en plena pandemia del coronavirus. El gobierno de Brasil, crítico feroz del multilateralismo, no participó, así como no participa de muchos foros internacionales y regionales considerados poco importantes por el gobierno del presidente Jair Bolsonaro .
En palabras de excancilleres, entre ellos el también el expresidente Fernando Henrique Cardoso, la política exterior de Bolsonaro "transgrede la Constitución, impone al país costos de difícil reparación, como el desmoronamiento de la credibilidad externa, pérdidas de mercados y fuga de inversiones". Así lo expresaron en una carta pública que, según diplomáticos entrevistados por LA NACION, representa el sentimiento de un sector importante del hasta hace no mucho tiempo respetado Itamaraty.
En la semana en que habrá una cumbre virtual de presidentes del Mercosur, la peor relación con la Argentina en muchas décadas es solo uno de los aspectos cuestionados por embajadores ya retirados, excancilleres y pocos que siguen en actividad y se atreven a desafiar un régimen que varios consideran de miedo dentro de la cancillería brasileña, capitaneada por el polémico Ernesto Araújo, que dijo recientemente que el mundo sufría una pandemia de "comunavirus".
En alianza con el ministro de Economía, Paulo Guedes, este nuevo Itamaraty relegó totalmente la integración regional en nombre de sus intereses prioritarios. En este sentido, la tradicional alianza con la la Argentina fue dejada de lado, ya que representa un obstáculo para los planes de Guedes de avanzar en la negociación de nuevos acuerdos de libre comercio, con o sin el consenso de todo el Mercosur.
Según explicó un negociador brasileño, "la nueva modalidad vigente en el bloque es la del "Mercosur a la carta", o sea, en cada negociación los países miembros toman lo que les interese, sin perjudicar a los demás". No está nada claro como esto funcionará en la práctica, pero la idea de Brasil, en principio aceptada por una Argentina que tampoco tiene interés en seguir los pasos del liberal Guedes, es esa. Poco se avanzará en la integración con países que no sigan el ritmo pretendido por Brasil, un poco alterado por la pandemia.
Transformaciones
Mientras tanto, pasa por transformaciones en función de los nuevos tiempos. La reforma interna implementada por Araújo generó resistencias. La sensación, entre muchos, es que la política exterior brasileña adquirió, según lo definió el veterano embajador Marcos Azambuja (muy recordado por su paso por Buenos Aires), "un comportamiento lunático".
"Tenemos peleas gratuitas con China en plena pandemia, prácticamente no nos relacionamos con la Argentina y apostamos a una alianza exclusiva con Estados Unidos. Se están destruyendo décadas de trabajo de Itamaraty", lamentó Azambuja.
Así llegó Brasil a la primera cumbre virtual del Mercosur. Con su política exterior atacada por grandes nombres de la diplomacia de las últimas décadas, alterando posiciones históricas en ámbitos como las Naciones Unidas y pensando, inclusive, en contratar asesores extranjeros. Según se supo recientemente, Araújo pretende incorporar al ejecutivo financiero norteamericano Gerald Brant -cercano a Steve Bannon, exasesor del presidente Donald Trump- a su equipo, lo que implicaría la necesidad de modificar el reglamento de contrataciones del Ministerio de Relaciones Exteriores.
"Lo que nos falta es tener un asesor del canciller que hable inglés, ya sería realmente el colmo de todo lo que estamos viviendo. Quedaría, apenas, adoptar el inglés como lengua oficial de Itamaraty", dijo el embajador Rubens Ricupero, que fue ministro del Medio Ambiente y de Hacienda, y es autor de libros como La diplomacia en la construcción de Brasil, 1750-2016.
El embajador cree que desde que Bolsonaro llegó al poder, en enero de 2019, Brasil perdió su "capital de soft power, un activo esencial en los organismos multilaterales. En temas como medio ambiente y derechos humanos, por ejemplo, siempre ayudamos a construir. Hoy todas nuestras posiciones son negativas. Bolsonaro no busca resultados, busca lealtad ideológica".
El vínculo con la Argentina, en su peor momento
El vínculo con la Argentina vive su peor momento. Después de haber establecido una muy buena relación con el gobierno de Mauricio Macri, el gobierno de Brasil dejó claro, desde un primer momento, que todo cambiaría el día en que Alberto Fernández asumiera el poder. Existe entre ambos presidentes un rechazo mutuo y, por parte de Brasil, la decisión de enfriar al máximo la interacción entre los dos gobiernos.
Hubo un veranito pasajero en febrero, cuando el canciller Felipe Solá visitó Brasilia. Fue recibido por Bolsonaro y se pensó en la posibilidad de un encuentro entre los dos presidentes en Montevideo, en el marco de la asunción de Luis Lacalle Pou . Eso finalmente no ocurrió y la relación se enfrió totalmente.
El contacto de la embajada brasileña con el gobierno argentino está reducido a temas técnicos. No hay relación política y quedó claro que no la habría cuando Solá, ya designado canciller, intentó un encuentro con el embajador Sergio Danese, que en breve dejará Buenos Aires,y fracasó.
El ahora confirmado embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, tiene la expectativa de mejorar la relación y el tiempo dirá si lo logra. Pero el contexto que enfrentará es desfavorable.
"Lo único que importa es la relación con Trump"
"Para Araújo, lo único que importa es la relación con Trump. Ya lo era antes de que fuera nombrado canciller. Recuerdo haber organizado seminarios donde él, en ese momento un desconocido, hablaba de teorías de la conspiración, de combatir el globalismo y otras locuras. Lo eligieron porque siempre fue una persona de derecha, discreto y manipulable. Quien controla la política exterior es el presidente, junto con su hijo Eduardo (diputado) y asesores como Filipe Martins", aseguró el embajador Paulo Roberto de Almeida, crítico de varios gobiernos y también de Bolsonaro. Por sus ataques públicos a la gestión de Araújo enfrenta procesos administrativos internos y el intento de expulsarlo de la carrera diplomática.
Almeida opina que "el virtual canciller de Brasil es Eduardo Bolsonaro y eso se nota en momentos claves, como cuando mataron al general iraní Qassem Soleimani, el 3 de enero de este año. La nota de Itamaraty no fue escrita por diplomáticos de carrera". El texto decía que Brasil "manifiesta su apoyo a la lucha en contra del flagelo del terrorismo", lo que fue interpretado por Irán como un claro respaldo a Estados Unidos.
Diplomáticos brasileños tuvieron que explicar en Teherán porque el gobierno de Bolsonaro afirmó que "esa lucha (en contra del terrorismo) requiere la cooperación de toda la comunidad internacional sin que se busque cualquier justificativa o relativización del terrorismo".
Brasil, recordó el embajador Almeida, también dejó de condenar el bloqueo a Cuba y respaldó la política de Trump sobre Israel y los territorios palestinos. Por estas actitudes, entre otras, los excancilleres brasileños dijeron en la carta de repudio a la política exterior de Bolsonaro que "no se puede conciliar la independencia nacional con la subordinación a un gobierno extranjero cuyo confesado programa político es la promoción de su propio interés, por encima de cualquier otra consideración. Aliena la independencia un gobierno que se declara aliado de ese país, asumiendo como propia una agenda que amenaza arrastrar Brasil a conflictos con naciones con las cuales mantenemos relaciones de amistad e interés mutuo".
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