Con su aura política desvanecida, Modi se enfrenta a un desafiante año electoral
El premier nacionalista no logró concretar sus promesas para bajar el desempleo y la pobreza rural; las alianzas electorales serán claves en las parlamentarias de mayo
El mayor ejercicio de democracia en el mundo se avecina en unos meses. Desde las montañas del Himalaya hasta las selvas tropicales del sur, unas 850 millones de personas votarán en mayo próximo en las elecciones parlamentarias de la India. Los comicios, que hasta hace poco suponían un simple trámite para Narendra Modi, se transformaron en un desafío para el primer ministro que llega con su aura desvanecida.
En 2014, con el lema "Achhe din [buenos tiempos] van a llegar", Modi logró una victoria histórica. Por primera vez en tres décadas, un solo partido, el Bharatiya Janata (BJP), obtuvo en la India una clara mayoría en el Congreso.
En ese entonces, la actitud favorable de Modi hacia los negocios, su discurso nacionalista hindú y una campaña innovadora lo pusieron en escena. Los indios se ilusionaron con el mensaje de cambio de Modi centrado en la mejora de la economía y la calidad de vida.
Pero los buenos tiempos aún no llegaron y las promesas del primer ministro se transformaron hoy en un peso que puede llegar a hundirlo en las próximas elecciones. "Hay cada vez más malestar porque Modi no cumplió su promesa de crear más empleos, la pobreza rural aumentó -lo que dio lugar a un importante movimiento de agricultores contra el BJP- y el BJP sufrió reveses electorales a fin de 2018. Esto dio un impulso a los partidos de oposición", dijo a LA NACION Katharine Adeney, profesora y directora del Instituto de Estudios sobre Asia de la Universidad de Nottingham.
En este contexto, según explicó a LA NACION Lía Rodríguez de la Vega, experta en temas de la India de la Universidad de Palermo, "Modi enfatiza lo que considera logros de su gestión, como el de la inclusión financiera; el de la introducción del impuesto a los bienes y servicios (GST), en la búsqueda del logro de eficiencia en los impuestos indirectos, etcétera, a lo que sumó en 2018, el lanzamiento del esquema Ayushman Bharat Yojana, que propone instalar una red de seguridad para los 500 millones de habitantes más pobres de la India, para que puedan acceder al sistema de salud".
Además, Modi -que recibirá mañana al presidente Mauricio Macri- tiene los números a su favor: mientras China se desacelera, la India, que crece por encima del 7%, es hoy la economía grande de más rápido crecimiento en el mundo.
El tema es que esa India próspera de las estadísticas no se tradujo en mejoras concretas para la gente. "Modi sigue siendo muy entusiasta por lo bien que está funcionando la economía, incluso cuando un gran número de indicadores apuntan exactamente a lo contrario", dijo a LA NACION Sunny Singh, vocero de la organización estudiantil Disha, que desde hace un año organiza manifestaciones en contra del gobierno por el desempleo.
Lejos de aquel "millón de empleos al mes" que prometía Modi, a fin de enero, una encuesta oficial, que el gobierno quiso ocultar, pero fue filtrada por The Business Standard, mostró que el desempleo durante 2017-2018 fue de 6,1%, la tasa más alta en los últimos 45 años.
"Los jóvenes piensan que fracasan si no consiguen trabajos, pero la mayoría no puede obtener el puesto que quiere por las políticas del gobierno. El desempleo está causando depresión y en la India los suicidios de estudiantes son cada vez más comunes", dijo Singh.
El otro foco de tensión son los agricultores, una gran fuente de votos en un país en donde la mitad de sus 1300 millones de habitantes se dedican a la agricultura. Agobiados por las deudas, protestan porque el salario no les alcanza por el aumento de los precios de los insumos.
Para conquistarlos antes de las elecciones, en el último presupuesto a fin de enero, Modi dijo que destinará 10.560 millones de dólares en subsidios para los agricultores pobres. También redujo la carga fiscal para la clase media.
La gran señal de alarma del descontento fueron las elecciones regionales, consideradas como las "semifinales" de las parlamentarias. En diciembre, el histórico Partido del Congreso -que gobernó la India durante la mayor parte de su historia independiente- ganó inesperadamente en tres baluartes tradicionales del BJP. El resultado entusiasmó a los seguidores de Rahul Gandhi, hijo, nieto y bisnieto de primeros ministros y líder del Partido del Congreso que competirá contra Modi en las elecciones de mayo.
Pero, según Rodríguez de la Vega, "si bien las elecciones de fin de año pasado lo posicionan en un lugar interesante, impulsando su imagen y enviando el mensaje de que Modi no es invencible, su posición requiere ganar un impulso que parece no tener aún y requiere aceitar una contranarrativa poderosa para derrotar al BJP".
Aún fuerte, el BJP controla 17 de los 29 estados del país, incluidos los más poblados (Uttar Pradesh) y los más ricos (Maharashtra, cuya capital Bombay es el centro financiero de la India).
Entonces, ¿qué pasará en las elecciones? Las dos analistas consultadas por LA NACION sostienen que todo dependerá de las alianzas que formen los partidos regionales.
Sí ven difícil una victoria arrolladora de Modi. "Existe la perspectiva de que el BJP obtendría menos votos que aquellos de 2014 por un desgaste obvio de la gestión, sumado a otras situaciones que pueden generar descontento en parte del electorado", apuntó Rodríguez de la Vega.
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