Con Putin aislado al máximo, hay pocos líderes del mundo con acceso para convencerlo de un acuerdo de paz
Turquía e Israel aparecen como dos fuertes candidatos para mediar en el conflicto
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WASHINGTON.- Tras una semana de guerra sin cuartel, arrancó la carrera para lograr un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. Pero hay un problema: ¿Qué líder mundial podría ganarse la confianza tanto del presidente ruso Vladimir Putin, cuya invasión del 24 de febrero sugiere un estado mental de resentimiento paranoide, y su contraparte de Ucrania, Volodimir Zelenzky, que ya dejó en claro que está dispuesto a luchar por su país hasta el final?
En 2014, cuando el conflicto entre Rusia y Ucrania hizo erupción tras el apoyo de Moscú a las regiones separatistas del Donbass y la anexión de Crimea, las potencias europeas Francia y Alemania cumplieron el rol de mediadoras en el marco del así llamado Cuarteto de Normandía. Las negociaciones tuvieron lugar en la capital de Bielorrusia y finalmente desembocarían en el Protocolo de Minsk. Pero Kiev sintió que el acuerdo era injusto porque había negociado desde una posición de debilidad, y el protocolo se cayó.
Hoy, casi ocho años después, la sola idea de que Bielorrusia pueda ser neutral es para reírse: su líder máximo, Alexander Lukashenko, que desde las multitudinarias protestas contra su gobierno en 2020 depende enteramente de Moscú, ha habilitado su territorio para que Rusia despliegue desde allí su ataque sobre Ucrania. Y aunque en el pasado los funcionarios ucranianos participaron de negociaciones de paz con sus contrapartes rusas en Minsk, esta vez insisten en que se realicen cerca de la frontera de Ucrania con Bielorrusia.
A Putin, por otra parte, seguramente París y Berlín le resulten intragables como mediadores. Alemania es una fuente constante de armas y poder de fuego que fluyen hacia Kiev, incluidos misiles antitanques y antiaéreos portátiles. Y Francia aporta equipamiento defensivo y apoyo logístico general a las fuerzas de Ucrania. El presidente francés Emmanuel Macron es el único líder de Europa Occidental que se mantiene en contacto con Putin de manera regular, y las señales que ha transmitido sobre la predisposición del líder ruso para el diálogo son poco auspiciosas.
“En este momento, Putin se niega a cesar su ataque sobre Ucrania”, escribió Macron el jueves en Twitter.
¿Hay margen para que intervenga algún otro mandatario? Naftali Bennett, primer ministro de Israel, estuvo en Moscú durante el fin de semana para un encuentro no anunciado con Putin. A última hora del domingo Bennett aseguró estar en contacto con ambas partes, Rusia y Ucrania, con la esperanza de ayudar a restablecer la paz.
“Aunque las chances son pocas, mientras haya un resquicio de luz y tengamos llegada a ambas partes, siento que nuestra obligación moral es agotar todos los esfuerzos”, señaló el premier israelí antes de ingresar en una reunión de gabinete.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan, por su lado, habló telefónicamente con Putin ese mismo domingo. Según la transcripción de la charla difundida por la oficina de Erdogan, el presidente de Turquía le dijo a Putin que “un inmediato cese del fuego no solo aliviaría la situación humanitaria, sino que allanaría el camino para la búsqueda de una solución política, conjunta y pacífica.”
Turquía también confirmó que espera a los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y Ucrania para la conferencia diplomática que comienza el jueves en Antalya. Tanto el jefe de la cancillería rusa, Sergei Lavrov, como su par ucraniano Dmytro Kuleba aceptaron la oferta, aunque nadie sabe si dadas las circunstancias podrán asistir.
Tanto Bennett como Erdogan tienen atributos que los convierten en intermediarios viables. Israel es aliado de larga data de Estados Unidos, mientras que Turquía es miembro de pleno derecho de la OTAN, aunque ambos a veces tengan relaciones tensas con otros aliados occidentales. Ankara es uno de los pocos gobiernos que compra armas tanto rusas como norteamericanas, para disgusto de Washington. Y tanto Israel como Turquía tienen sus propios intereses para poner fin a la guerra: Israel es el destino de grandes diásporas rusas y ucranianas, mientras que la golpeada economía de Turquía no quiere más complicaciones para recibir a los millones de rusos y ucranianos que la visitan cada año.
Pero tanto Israel como Turquía han tenido sus propias diferencias con Rusia, particularmente en lo que respecta al apoyo de Moscú al gobierno de Bashar al-Assad en la guerra civil de Siria. Para colmo, Turquía es proveedor de un tipo de dron armado que Ucrania utiliza contra las fuerzas invasoras rusas.
Ya antes del conflicto, cuando Kiev encargó los drones turcos Bayraktar TB2, Moscú lo vio como un ejemplo más de un país de la OTAN que proveía de armas a su enemigo. Desde la invasión, las imágenes de los drones de fabricación turca lanzando devastadores ataques contra las fuerzas rusas se viralizaron en las redes sociales, otra victoria de relaciones públicas para Kiev. Y a pesar de los contactos de Erdogan con Putin, lo cierto es que la semana pasada se confirmó la entrega de más drones.
De todos modos, no hay mucho de dónde elegir, ni candidatos mejores. La semana pasada, la Asamblea General de las Naciones Unidas se mostró abrumadoramente a favor de reclamarle a Rusia un inmediato cese de las hostilidades. Hasta los talibanes en Afganistán y la junta militar en Myanmar firmaron el pedido de resolución de la ONU. También lo hicieron Israel y Turquía.
Solo cinco países votaron en contra de la moción, un variopinto grupo integrado por Bielorrusia, Eritrea, Corea del Norte, la propia Rusia y Siria, que difícilmente puedan ser considerados campeones de la diplomacia. Pero otros 35 países se abstuvieron, incluidas potencias como India y China, que hasta ahora se han esforzado por evitar tomar partido en el conflicto.
India se ha ofrecido a facilitar las conversaciones de paz, aunque muchos analistas consideran que como es importante comprador de armas rusas, tendría demasiado temor de enemistarse con Moscú. Pero algunos diplomáticos en Europa occidental, e incluso en la propia Ucrania, creen que el camino hacia la paz no pasaría por Nueva Delhi, sino por Pekín.
En una entrevista publicada el viernes en el diario español El Mundo, el jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo que a la hora de mediar en un acuerdo de paz, no hay otra alternativa: “Tiene que ser China, de eso estoy seguro”. Y agregó: “No lo hemos pedido ni lo han pedido ellos, pero como tiene que ser una potencia y ni Estados Unidos ni Europa pueden ser mediadores, China podría serlo.”
Kuleba, el canciller de Ucrania, dijo el sábado que los funcionarios de Pekín le habían asegurado que “China tiene interés en detener esta guerra”, y agregó que a China esta guerra no le conviene y que la diplomacia de Pekín “tiene herramientas suficientes para cambiar las cosas”.
Pero a pesar de su influencia y poder sobre Rusia, China sigue enfrentada con Occidente en muchos temas, y rara vez se ha metido a zanjar en conflictos internacionales. De hecho, algunos analistas dudan de que Pekín apoye las negociaciones de paz. “La posición de Pekín no es neutral”, dice John Delury, profesor de estudios chinos de la Universidad de Yonsei, en Seúl. “Los chinos están mucho más cerca de Rusia.”
Traducción de Jaime Arrambide
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