Israel reconsidera su lugar en Medio Oriente con los nuevos acuerdos
JERUSALÉN.- Desde su fundación, Israel se veía a sí mismo como una Esparta de los tiempos modernos: una pequeña nación-Estado amurallada en un desierto hostil, cuya supervivencia dependía enteramente de la cohesión interna y de un poderío militar absoluto.
Alrededor estaba lleno de enemigos árabes y musulmanes que acusaban al Estado judío de intruso colonizador, de puesto de avanzada de invasores extranjeros que a la corta o a la larga habría que desalojar, igual que a todos sus antecesores hasta la época de las Cruzadas.
Pero los acuerdos de normalización de las relaciones diplomáticas con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin que Israel firmó hoy durante una ceremonia en la Casa Blanca-y el fuerte rumor de que podrían sumarse otros países árabes- hace que muchos israelíes se pregunten si Medio Oriente no está finalmente atravesando una profunda transformación que lleva años gestándose.
¿Será que Israel finalmente ha pagado su derecho de piso y está siendo aceptado como un legítimo miembro del vecindario?
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas formales significará mucho para Israel después de su larga espera en aislamiento: intercambio de credenciales de embajadores, establecimiento de vuelos directos, nuevos destinos turísticos para todos no bien se reanuden los vuelos, el arranque o aceleración de una infinidad de emprendimientos comerciales, culturales y científicos que hasta ahora solo podían llevarse a cabo en las sombras.
Pero el doctor Yitzhak Kreiss, director del Centro Médico Sheba, el hospital más grande de Israel y también excirujano general del Ejército, dice que el mayor impacto podría producirse en el modo en que los israelíes piensan su propio lugar dentro de la región.
Kreiss recuerda su experiencia cuando fue a instalar un hospital de campaña a Haití después del terremoto de 2010. Solo podían atender a una ínfima fracción de los heridos, pero el efecto fue enorme "porque en un país en crisis, no hay nada más importante que la esperanza, y la sensación de que las cosas van a mejorar", dice Kreiss.
"Lo que les importa a los israelíes es que la región se está abriendo para ellos, ya sean los Emiratos, o Bahréin, y después Chad, Omán, Sudán o incluso Arabia Saudita ", agrega Kreiss. "Lo que importa es sentir que la región puede mejorar, que no hay que resignarse a las cosas como son. Creo que este es el mejor sentimiento que pueden extraer los israelíes de lo que está pasando".
"Para la gente de mi generación, es un cambio enorme", confiesa Kreiss. "Nuestra existencia aquí ya no es en función de nuestra fuerza militar, sino que también puede depender de cuantos tratados de paz y acercamientos con los vecinos podamos tener".
Los israelíes que han estudiado el mundo árabe, incluidos exfuncionarios de inteligencia y seguridad nacional, políticos, investigadores y periodistas, son sumamente cautelosos sobre el alcance de estos cambios, y dicen que Israel está muy lejos de poder bajar la guardia con sus flamantes amigos.
De todos modos, dicen que este cambio es parte de una evolución que permanecía mayormente oculta al ojo del gran público, hasta que se hizo evidente por el modo en que los líderes árabes empezaron a referirse a Israel.
En 2018, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed ben Salman , más conocido por sus iniciales MBS, declaró en una entrevista que los israelíes "tienen derecho a su propia tierra", e insistió en que su país "no tiene problemas con los judíos". Ese mismo año, el ministro de relaciones exteriores de Bahréin, Jalid bin Ahmed Al Jalifa, defendió los ataques aéreos de Israel contra objetivos iraníes en territorio sirio , y escribió en Twitter que como Irán estaba acumulando fuerzas y armas en Siria, Israel estaba en su derecho de "defenderse eliminado el origen de ese peligro".
El año pasado, Bahréin fue anfitrión de una conferencia internacional organizada por el gobierno de Donald Trump para impulsar los aspectos económicos de su propuesta para resolver el conflicto palestino-israelí, y Al Jalifa les ofreció ramas de olivo a los periodistas israelíes. "Históricamente, Israel es parte del legado de toda esta región", le dijo a uno de los periodistas presentes. "El pueblo judío tiene un lugar entre nosotros".
Tanto los funcionarios de Washington como los de Tel Aviv se están esforzando por dar a entender que esta es solo la primera ficha de un efecto dominó -"¿adivinen quién sigue?"-, cuando en realidad, según los expertos, se trata de la culminación de un largo proceso.
"A esta altura, a los países de la región les parece más confiable la posición de Israel que la de Estados Unidos", dice Robert Malley, exfuncionario de Obama y director International Crisis Group, una ONG con sede en Washington. Los presidentes van y vienen, las políticas de la Casa Blanca viran con los vientos, "pero como siempre me dicen los líderes del Golfo Pérsico, ellos necesitan cierta constancia, y la encuentran más fácilmente en sus relaciones con Israel, porque comparte la misma percepción de cuáles son las amenazas estratégicas para la región", señala Malley.
Los palestinos, por su parte, mostraron pocas intenciones de adaptarse al cambio de circunstancias, dice Shimrit Meir, analista israelí del mundo árabe. Cuando fue elegido el presidente Trump, los países del Golfo -"los mayores financiadores de los palestinos", señala Meir-, dejaron en claro su buena predisposición para trabajar con la Casa Blanca, mientras que los palestinos "insistieron todo el tiempo en boicotear al gobierno de Trump".
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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