Con más continuidad que cambios, Raúl Castro dejó su lugar a Díaz-Canel
Como se esperaba, la Asamblea Nacional eligió por unanimidad al sucesor del presidente cubano; el Consejo de Estado incorpora pocas caras nuevas; la salida de Murillo, el zar económico, fue una de las grandes sorpresas
LA HABANA.- Todos los focos, incluidos lo de la Televisión Cubana, apuntaron a Raúl Castro y a su vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel, cuando ayer hicieron su entrada solemne a la sesión constitutiva de la Asamblea Nacional en el Palacio de Convenciones de La Habana. No se equivocaban: son los principales protagonistas de la nueva era pos-Castro, que ayer se inició en Cuba con un histórico relevo generacional.
Con la confirmación de Díaz-Canel como nuevo presidente de Cuba, el primero en más de medio siglo que no lleva como apellido Castro, la isla se enfrenta a un cambio de guardia cuyo principal reto, encomendado por el general del ejército a su delfín, es alcanzar la viabilidad económica sin abandonar el credo comunista y castrista.
La trascendencia del traspaso de mando no dejó lugar a dudas: el régimen comunista no ingresa en una era de poscastrismo sin Castro, porque el ahora expresidente y los suyos seguirán estando por todos lados.
Empezando por el propio Raúl, que se mantendrá vigilante desde el Parlamento y, sobre todo, desde el Partido Comunista de Cuba (PCC). Y su hijo, el coronel Alejandro Castro, desde los servicios de inteligencia y contrainteligencia del Estado.
Los mismos focos se dirigieron horas más tarde al rostro emocionado y a los ojos llorosos de Díaz-Canel al presentarse su candidatura, sin rivales en contra, a la presidencia del Consejo de Estado, con lo que se confirmaba lo que ya todo el mundo sabía.
Su nombre se situó al frente de la única lista, conformada por quienes lo apoyarán y evaluarán durante al menos cinco años: el vicepresidente primero Salvador Valdés Mesa, antiguo secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba; el vicepresidente y comandante Ramiro Valdés, que fue ministro de Interior y el enlace de Fidel en Caracas, y otro vicepresidente, Roberto Morales, ministro de Sanidad en carrera ascendente.
Como consejeros aparecen sobre los demás Bruno Rodríguez (canciller), Leopoldo Cintra Frías (jefe del ejército) y el escritor Miguel Barnet, los hombres fuertes de la revolución, junto a Esteban Lazo, reelegido al frente de la Asamblea Nacional por el voto unánime de los 604 diputados presentes, con todo lo que ello significa: más continuidad, representada en uno de los dirigentes más conservadores e inmovilistas de la dirección cubana.
A Díaz-Canel, tan privilegiado como abrumado ayer, le corresponde ahora llevar a cabo una reforma económica que el propio Raúl inició, pero que no fue capaz de llevar adelante, acosado por el derrumbe venezolano y por sus limitaciones.
Una marcha atrás que ha devuelto la parálisis de otras épocas a la isla y que el nuevo presidente está obligado a revivir sin el respaldo del voto democrático, pero presionado por las ansias de mejoras del pueblo cubano, como si de un péndulo se tratara, entre los cambios que se demandan y los límites que el sistema impone.
"Lo más importante es incrementar las inversiones para detener la descapitalización física y tecnológica. Y el Estado no tiene recursos para lograrlo, necesita la inversión extranjera y la inversión privada nacional. Sin inversión no hay ni crecimiento ni mejora del bienestar. El asunto es cambiar las reglas del juego que hoy limitan la inversión extranjera y privada", pronostica el economista Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba y hoy uno de los principales cerebros que navegan por los contradictorios datos de la economía.
La ausencia de Marino Murillo, que fuera zar económico de las reformas, entre los integrantes del Consejo de Estado levantó dudas de quién será el encargado de llevar las riendas económicas.
"Hay que ver quién queda como ministro de Economía. Y comprobar también si Murillo se mantiene al frente de la Comisión de Implementación de los Lineamientos", añade Vidal, opinión que comparte con otro economista, Mauricio de Miranda. "No todos tienen que estar necesariamente en el Consejo de Estado. Murillo se mantiene en el buró político del PCC y eso es más decisivo", apuntala De Miranda.
"El verdadero poder en Cuba lo sigue teniendo el hijo de Raúl", destacó por su parte el opositor Guillermo Fariñas, uno de los disidentes presentes en Lima durante la Cumbre de las Américas.
"Los demócratas del mundo entero deben decir no a este proceso arbitrario y antidemocrático y exigir al régimen de Raúl Castro que convoque elecciones libres", insistió José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba, que forma parte del proyecto Cuba Decide, encabezado por Rosa María Payá.
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