Con la prisión segura y una muerte probable, ¿por qué Navalny regresó de Alemania a Rusia?
El activista cuyo liderazgo crecía con la agitación, temía la irrelevancia en el exilio; pero ganarse un nuevo respeto mientras continuaba atacando al Kremlin desde tras las rejas le costó la vida
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NUEVA YORK.- Hubo una pregunta que los rusos le hicieron repetidamente al líder opositor Alexei Navalny, quien murió el viernes en una remota colonia penal del Ártico, y él siempre confesó que encontraba un poco molesta la interrogación.
¿Por qué, después de sobrevivir a un intento de envenenamiento fatal atribuido ampliamente al Kremlin, había regresado a Rusia después de su prolongada convalecencia en el extranjero para enfrentarse a un encarcelamiento seguro y una posible muerte? Incluso los guardias de la prisión, apagando sus dispositivos de grabación, le preguntaron por qué había regresado, dijo.
“No quiero renunciar ni a mi país ni a mis creencias”, escribió Navalny en una publicación de Facebook del 17 de enero para conmemorar el tercer aniversario de su regreso y arresto en 2021. “No puedo traicionar ni al primero ni al segundo. Si tus creencias valen algo, debes estar dispuesto a defenderlas. Y, si es necesario, hacer algunos sacrificios”.
Ésa fue la respuesta directa, pero para muchos rusos, tanto los que lo conocían como los que no, la cuestión era más compleja. Algunos de ellos lo consideraron casi una tragedia griega clásica: el héroe, sabiendo que está condenado, regresa a casa de todos modos porque, bueno, si no lo hiciera, no sería el héroe.
El lema de Navalny era que no había motivos para temer al gobierno autoritario del presidente Vladimir Putin. Quería poner eso en práctica, dijeron los comentaristas rusos, y como activista que prosperaba con la agitación, temía hundirse en la irrelevancia en el exilio. La decisión le ganó nuevo respeto y seguidores mientras continuaba atacando al Kremlin desde su celda, pero también le costó la vida.
“Navalny era acción”, dijo Abbas Gallyamov, exredactor de discursos del Kremlin que a veces tuvo diferencias con el fallecido líder sobre ese trabajo. “Para él, la política era acción, no sólo democracia y teoría, como lo es para muchos en la oposición rusa. Están muy contentos de quedarse en el extranjero, hablando y hablando y hablando sin hacer nada con las manos. Para él eso era insoportable”.
El regreso representó tanto su desenfrenado apego emocional a la causa como su profunda sinceridad, añadió Gallyamov.
Aún así, provocó un gran desconcierto y curiosidad, sobre todo porque tenía una esposa y dos hijos adolescentes que permanecieron en el exilio.
“Muchos han escrito a lo largo de estos tres años: ‘¿por qué regresó, qué clase de idiotez, qué clase de autosacrificio sin sentido?’”, escribió Andrey Loshak, un periodista ruso, en un homenaje publicado por Meduza, una agencia de noticias independiente. “Para quienes lo conocieron, era natural: lo ves en vida y entiendes que una persona no puede hacer otra cosa”.
Loshak dijo que después del regreso de Navalny, había publicado la foto del líder de la oposición con una sola palabra como título: “Héroe”. Antes, había considerado ese tipo de autosacrificio como material de película. “Él era un faro en esta oscuridad; aquí, sentado en algún lugar de estas terribles celdas de castigo, se ríe de ellas”, escribió. “Esto demuestra que esto es posible”.
Algunas personas desconfiaban de Navalny. Comenzó su carrera política en el campo nacionalista e hizo algunos comentarios ofensivos sobre los inmigrantes. Más tarde, lo caracterizó como un paso temporal necesario para empezar a construir la oposición desde algún lugar, porque los nacionalistas eran el único grupo dispuesto a salir a las calles.
Un hombre de 28 años que vive en Belgorod, cerca de Ucrania, dijo que durante mucho tiempo había tenido sus dudas respecto de Navalny y nunca lo consideró material presidencial, pero su regreso a Rusia le inspiró un nuevo respeto.
“Fue un comportamiento muy digno y una aceptación digna de lo inevitable”, escribió en internet el hombre en respuesta a algunas preguntas, negándose a usar su nombre mientras las autoridades rusas arrestaban a algunos de los que lloraban abiertamente. “Alexei era un hombre valiente, digno de respeto, un ejemplo para muchos”.
El propio Navalny expresó su frustración porque muchos rusos se negaron a intepretar su decisión de regresar en el sentido correcto, dando a entender a veces que había hecho algún tipo de acuerdo de trasfondo con el Kremlin. Quizás no logró expresarse con suficiente claridad, escribió en la publicación de enero en Facebook.
Hubo algunos ecos de la historia en el regreso. En 1917, después de años de exilio en Europa, Lenin llegó memorablemente a la estación Finlandia en San Petersburgo en tren, provocando tumultuosas manifestaciones que finalmente llevaron a los bolcheviques al poder y dieron origen a la Unión Soviética.
Gallyamov dijo que a veces lamentaba que Navalny hubiera regresado a mediados de enero, en pleno invierno ruso y lejos de cualquier elección, por lo que las protestas provocadas por su arresto inmediato en un aeropuerto de Moscú no se tradujeron en ninguna reacción política sostenida. .
Putin pensó en varias ocasiones que había resuelto su problema con Navalny, entre otras cosas dejándolo partir para recuperarse en Alemania después de haber sido envenenado. La percepción era que cualquiera en su sano juicio no regresaría, pero Navalny sí lo hizo.
Incluso en prisión, Navalny se convirtió en un problema para el Kremlin por su capacidad para hacer escuchar sus opiniones, como respaldar el llamado a todos los votantes en las próximas elecciones presidenciales del 15 al 17 de marzo a presentarse en las urnas al mediodía del 17 de marzo como una protesta silenciosa contra la guerra de Ucrania.
“Cuando Navalny regresó, fue una pesadilla para Putin. La gente decía que era un superviviente”, dijo Yevgenia Albats, una destacada periodista rusa que ahora trabaja en la Universidad de Harvard. Algunos fueron incluso más allá, dijo, sugiriendo que había resucitado de entre los muertos.
En los regímenes autoritarios, esos desafíos políticos a menudo se reducen a un duelo entre dos hombres para ver quién puede sobrevivir al otro, y eso es lo que ocurrió en este caso, dijo Gallyamov.
“En el fondo, es una lucha psicológica entre dos personajes sobre quién es la persona más poderosa”, dijo. “Dado que Navalny era un verdadero retador, un verdadero luchador, es por eso que permaneció en la agenda”.
La reacción más común a su muerte entre quienes veían a Navalny como el líder de la oposición más viable fue que había sido asesinado en prisión, ya sea directamente o después de tres años de condiciones cada vez más duras. El Kremlin, cada vez menos tolerante con cualquier crítica en medio de su tambaleante esfuerzo bélico en Ucrania, silenció a los moderados y dio rienda suelta a los halcones, condenando a Navalny, dijeron.
Cuando se le preguntó sobre la muerte de Navalny, Dmitri Peskov, vocero de Putin, dijo a los periodistas que no tenía información sobre la causa de la muerte, pero que sería determinada por los médicos.
En última instancia, lo que impulsó a Navalny a regresar a Rusia fue la valentía que pensaba que podría brindarle un enorme poder político, dijo Kirill Rogov, exasesor del gobierno ruso que ahora dirige Re: Rusia, un grupo de expertos con sede en Viena. “Navalny los desafió con su valentía”, dijo. “No toleran la valentía”.
El ejemplo en Sudáfrica de Nelson Mandela, que salió convertido en un héroe después de décadas de prisión, preocupó a Putin, añadió Rogov.
En 2021, en el avión de regreso a Rusia desde Alemania, Navalny se sentó junto a su esposa, Yulia, y juntos vieron “Rick y Morty”, una serie animada sobre un científico loco.
En su primer juicio, un mes después, citó el programa ante el tribunal: “Vivir es arriesgarlo todo”, dijo. “De lo contrario, no eres más que un trozo inerte de moléculas ensambladas al azar que van a la deriva dondequiera que te lleve el universo”.
Neil MacFarquhar
The New York Times
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