Con el cierre parcial de un gasoducto de Rusia, Europa vive la previa de la pesadilla energética
Moscú cerró temporalmente por razones de “mantenimiento” el Nord Stream I, que garantiza casi un tercio del metano que llega en un año al continente; en las capitales preparan planes de contingencia
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PARÍS.- Vladimir Putin advirtió el fin de semana que Rusia “no comenzó aún las cosas serias en Ucrania”. Y todo parece indicar que tampoco en Europa, donde avanza el temor a una interrupción definitiva del suministro de gas ruso, después de que Moscú cerró hoy el gasoducto Nord Stream I, oficialmente “por mantenimiento”, asfixiando un poco más al continente, ávido de energía.
Muchos califican la decisión del Kremlin de “el lanzamiento de la ruleta rusa” del gas. Ya extremadamente reducido en las últimas semanas, el envío de gas ruso a los países europeos podría cesar en cualquier momento si Putin decidiera utilizarlo como un arma de guerra más en su pulseada con Occidente. Y no es para menos. Nord Stream I, gasoducto que une Siberia con Alemania, garantiza 60.000 de los 200.000 millones de metros cúbicos de metano que llegan cada año a Europa. Cada día, ese pipeline –que en principio debería dejar de funcionar por diez días– cubre las necesidades energéticas de 26 millones de familias europeas.
La suspensión de Nord Stream afectará no solo a Alemania, sino también a Italia, en un tercio de su aprovisionamiento, y a Austria, en el 70%, según indicaron los responsables energéticos nacionales, ENI y OMV. Ambos países también reciben gas por el ducto TAG, que pasa por Ucrania, pero sobre todo a través de Nord Stream I.
Planificada desde hace tiempo, la suspensión solo debería ser en teoría una simple formalidad técnica. Pero en el contexto de la guerra en Ucrania, nadie se atreve a predecir qué sucederá en el futuro inmediato.
“Putin nos cerrará el grifo… Pero ¿lo volverá a abrir?”, se inquietaba hoy Bild, el diario más leído de Alemania. “Estamos enfrentados a una situación inédita. Todo es posible”, reconoció durante el fin de semana el vicecanciller Robert Habeck. “Como siempre, debemos prepararnos para lo peor”, advirtió. Por razones técnicas, es difícil que Gazprom detenga brutalmente sus suministros a través de Nord Stream I. El gas explotado en Siberia está “bajo presión” y no puede ser almacenado indefinidamente. “No es como una canilla de agua”, estimó Habeck.
En todo caso, argumentando un problema técnico, Moscú ya redujo el 60% de sus entregas de gas a través de Nord Stream I en las últimas semanas. La decisión fue denunciada como “política” por Berlín. El objetivo de Putin es justamente asfixiar lentamente al continente. A los países que no aceptan pagar el gas en rublos –como Polonia, Bulgaria, Holanda, Finlandia o Dinamarca– les cerró todo el suministro. A otros comenzó lentamente a reducirles el flujo desde mediados de junio. Si el Kremlin decidiera cesar definitivamente los envíos, Europa debería prepararse para reducir 15% de su consumo actual de gas, y Alemania el 20%, según el think tank Bruegel de Bruselas.
Temiendo las graves consecuencias económicas de una interrupción total, y para no dar un argumento suplementario a Moscú, Berlín consiguió convencer esta semana a Canadá de restituirle una turbina destinada a Nord Stream I, enviada a ese país para mantenimiento.
Desde que comenzó la guerra, el 24 de febrero, Alemania cerró otro gasoducto ruso que debía entrar en funciones, Nord Stream II. También hizo esfuerzos para reducir su dependencia, aunque esta sigue siendo importante: el 35% de sus importaciones provienen de Rusia, contra casi el 60% antes de la guerra. Más del 50% de la calefacción de los hogares alemanes se realiza con gas.
Pero una detención permanente de Nord Stream I no solo penalizaría a la primera economía de Europa. Según el sitio de la sociedad Nord Stream, el gas que llega a Alemania es enseguida transportado hacia Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Holanda “y otros países”. Una interrupción prolongada agravaría la crisis energética en la cual se encuentra sumergido el bloque, con precios por las nubes y el temor de tener que pasar uno de los inviernos más difíciles de los últimos 70 años.
Los gobiernos europeos ya estudian planes de racionamiento. Algunos responsables de la industria química alemana, muy vulnerable porque depende del gas, se preparan para “el peor de los escenarios”.
“Si no recibimos más gas ruso, las cantidades almacenadas solo bastarán para uno o dos meses”, alerta Klaus Muller, presidente de la Agencia Federal de Redes. Para dar el ejemplo, la Cámara baja alemana adoptó el jueves pasado un plan simbólico de economización de energía: se terminó la calefacción a más de 20°C en invierno y tampoco habrá agua caliente en las oficinas individuales.
En Francia, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, fue igual de terminante: “Preparémonos para un corte total del gas ruso. Hoy es la opción más probable”, dijo. En Italia, el subsecretario de la presidencia del Consejo, Roberto Garofilo, advirtió sobre el riesgo de una “crisis energética gravísima” para el próximo invierno: “Tenemos almacenados 16.000 millones de metros cúbicos y consumimos 70.000 millones. Debemos llegar al 90% antes de que comience el otoño (boreal)”, declaró.
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