Con China a la defensiva y Estados Unidos ausente, las potencias medianas quieren llenar ese vacío
SÍDNEY.- Australia fue el primer país que impulsó una investigación internacional sobre los orígenes de la pandemia de coronavirus, y sus funcionarios no tenían la menor idea de qué tan dura sería la respuesta china.
Pronto se sumó Europa, que propuso presentar la idea este mes ante la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y Australia, en su nuevo rol de catalizador global, se convirtió al mismo tiempo en el blanco principal de la furia china y en repentina líder de un impulso para fortalecer a las instituciones internacionales a las que Estados Unidos abandonó bajo el gobierno de Trump.
"Simplemente queremos saber lo que pasó para que no vuelva a pasar", dijo el viernes pasado el primer ministro australiano, Scott Morrison, al describir sus actuales conversaciones con mandatarios de otros países.
Frente a una crisis pocas veces vista, las así llamadas "potencias medianas" les están aplicando resucitación de emergencia a las viejas normas de un multilateralismo dinámico.
Países de Europa y Asia están forjando nuevos vínculos en temas sanitarios y de intercambio comercial, planificando un futuro construido sobre las que consideran las grandes lecciones que dejará esta pandemia: que el riesgo que representa el autoritario gobierno chino ya es innegable, y que ya no puede contarse con el liderazgo de Estados Unidos cuando ese país apenas puede preservar la vida y el trabajo de sus habitantes, y cuya política exterior se reduce cada vez más al lema "Estados Unidos primero".
Tal vez ese dinamismo de las potencias medias, también llamadas potencias regionales, dure solo mientras haya pandemia. Pero, de continuar, ofrecería una alternativa a los dictámenes y exigencias de las dos grandes superpotencias mundiales. Más allá de las bravatas de Washington y Pekín, surgió un fluido grupo de trabajo con una cúpula de líderes rotatoria que tiene el potencial de desafiar el patoterismo de China, de llenar el vacío dejado por Estados Unidos, y que en definitiva tiene la capacidad de hacer lo que ninguna de esas potencias menores podría hacer por sí sola.
"Australia está reseteando los términos de los acuerdos para que tengamos más libertad estratégica de acción, y para hacerlo hay que construir una coalición de países de mentalidad afín", dice Andrew Hastie, legislador y presidente de la Comisión Bicameral de Inteligencia y Seguridad del Parlamento de Australia.
"Para actuar globalmente siendo una potencia media hay que lograr una posición de fuerza, incluida la fuerza numérica", dice Hastie.
Aunque el primer ministro Morrison recalcó que la investigación global que solicita no apunta directamente contra ningún país, toda la evidencia disponible señala en dirección a China, cuna de la pandemia. Australia difícilmente podría haber elegido un blanco más sensible para subirse al escenario internacional.
Como ya se ocuparon de dejarlo muy en claro, los líderes chinos consideran que toda crítica a su respuesta inicial frente al virus -incluido el ocultamiento que permitió que se propagara- son ataques contra el gobernante Partido Comunista.
Jugada peligrosa
De hecho, hasta una pequeña misión de verificación de los hechos parece ser una ofensa insalvable para los líderes de Pekín. El embajador chino en Australia, Cheng Jingye, dijo que el pedido de investigación -que China espera bloquear en la OMS- es una jugada "peligrosa" que podría conducir a un boicot económico contra Australia, y agregó que los consumidores chinos tal vez se rehúsen a consumir vino o carne australianos, o a enviar a sus hijos a las universidades de ese país.
Si el boicot llegara a producirse, sería un golpe tremendo para la economía australiana. China es el primer destino de las exportaciones australianas, su mayor fuente de estudiantes extranjeros, y el mercado más atractivo y valioso para su turismo y sus productos agrícolas. El domingo, los productores de granos australianos ya denunciaron que China amenaza con aplicar fuertes aranceles a las importaciones de cebada, una medida que algunos legisladores ya describen como una "represalia".
En situaciones como esta, Australia normalmente recurriría a Estados Unidos en tanto defensor de la transparencia y la cooperación, como hicieron muchos países en las siete décadas pasadas desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Pero confiar en Washington para ese tipo de liderazgo es impensable actualmente. Gran parte del mundo observa con tristeza y desazón el desplome de Estados Unidos bajo el peso del virus y la errática respuesta del presidente Trump.
Pero el vacío dejado por Estados Unidos es anterior a la pandemia. En 2018, cuando Estados Unidos se retiró del Acuerdo Transpacífico, 11 países, entre ellos Australia, Canadá, Japón, México, Nueva Zelanda y Vietnam, firmaron su propio pacto comercial para hacer fuerza frente a China. El Covid-19 aceleró esos vínculos.
Las potencias medias vienen intercambiando detalles de sus respectivas respuestas ante la pandemia, financian conjuntamente la búsqueda de una vacuna y empiezan a mirar hacia el futuro.
El jueves a la noche, Morrison participó de una teleconferencia con los mandatarios de los países de "respuesta temprana", como se hacen llamar quienes actuaron rápidamente para achatar la curva de contagios, incluidos Austria, Dinamarca, Grecia, Israel, Singapur y Nueva Zelanda.
Traducción de Jaime Arrambide
Otras noticias de Actualidad
- 1
El chavismo afirma que el opositor que dejó la embajada argentina colabora activamente con la Justicia
- 2
The Economist nombró al país del año: cuál fue el elegido y qué dijo sobre la Argentina
- 3
Un ómnibus chocó con un camión y se prendió fuego: 32 muertos
- 4
Cómo el caso Pelicot relanzó debates jurídicos y sociales y qué podría cambiar tras la sentencia en Francia