Con alivio e incertidumbre, Italia recupera algunas libertades
En la mayoría del país reabrieron restaurantes y cafeterías, pero sólo al aire libre, así como cines, teatros y museos; sigue el toque de queda de 22 a 5
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ROMA.- Sin euforia, con alivio, pero también incertidumbre por lo que vendrá, los italianos recuperaron hoy algunas libertades. Pudieron volver a sentarse a almorzar o a cenar en un restaurante –pero sólo al aire libre- y brindar por una esperada reapertura del país, devastado económica y psicológicamente por el coronavirus.
Gracias a un decreto aprobado en medio de polémicas la semana pasada por el gobierno de unidad de Mario Draghi y después de más de dos meses de restricciones, poco más de 47 millones de personas, las que viven en las 15 regiones que han vuelto a ser de color amarillo –donde el riesgo de contagio es menor-, recuperaron algo de oxígeno.
Aunque se trata de una libertad aún vigilada porque sigue en vigor un toque de queda de 22 a 5, los italianos de la zonas amarillas también pudieron volver a placeres como ir al cine, al teatro, a museos, exposiciones, por supuesto respetando cupos, uso de barbijo y demás protocolos. También pudieron volver a juntarse para practicar deportes de contacto y jugar a fútbol cinco, siempre y cuando se haga al aire libre, o a desplazarse libremente a otra región del mismo color.
Los gimnasios siguen cerrados hasta nuevo aviso. Las escuelas, que nunca cerraron para quienes van al jardín, primaria y chicos de hasta 13 años, para los secundarios volvieron a ser presenciales en un 70%.
Otro clima
Lejos de la euforia que se vivió el 18 de mayo del año pasado, cuando tuvo lugar una primera reapertura después del lockdown duro de la primera ola, esta vez reinaba un clima distinto. En bares y restaurantes con mesas afueras se veían clientes satisfechos, finalmente sentados, tomándose un café, un apertivo o almorzando.
“Finalmente me puedo tomar el cappuccino sentada y leyendo el diario, sin tener que estar obligada a tomarlo en un vaso de cartón, que es un espanto y a irme a buscar un banco de plaza, como una refugiada”, comentó a LA NACION una elegante señora romana, jubilada. “Esperemos que dure”, agregó, escéptica.
Después de aperturas y cierres intermitentes, el mismo sentimiento de incertidumbre, mezclado con escepticismo, podía palparse entre los dueños de bares y restaurantes del centro histórico, los más castigados por las cuarentenas. “Sí, esto es mejor que nada o que el delivery. Pero hay que ver hasta cuándo va a seguir”, dijo Sandro Marchi, manager de un restaurante del centro histórico que, más que contento, se veía preocupado. “Si no dejan que tengamos clientes adentro y no extienden el toque de queda hasta al menos las 24, el sector tampoco va a poder levantar cabeza”, agregó, moviendo la cabeza.
Se estima que más de la mitad de las 350.000 empresas gastronómicas –chicas y grandes- de Italia, no tiene espacios externos como para poner mesas al aire libre. De ahí, el mal humor de muchos. Según el cronograma de reaperturas del gobierno, los restaurantes que sólo tienen espacios internos sólo podrán reabrir a partir del primero de junio; y entonces sólo podrán recibir clientes hasta las 18.
La situación epidemiológica
Aunque en verdad la reapertura gradual dependerá de la situación epidemiológica, que tampoco es tan rosada. Aunque la curva de infectados bajó en las últimas semanas, así como el índice Rt de contagio (del 0,8), siguen registrándose más de 10.000 casos diarios, que para la mayoría de los expertos, con las reaperturas de hoy, se multiplicarán.
“El problema es el comportamiento de las personas. Es lógico que hay que volver a abrir gradualmente porque la crisis es enorme y si no, es peor el remedio que la enfermedad. Pero si la gente no se cuida, en tres semanas yo, por ejemplo, voy a volver a tener mi sector lleno”, dijo a LA NACION Andrea Campana, titular del centro Covid del Hospital Bambin Gesú de Palidoro.
“A diferencia del año pasado, la gente le tiene menos miedo a la enfermedad, ha visto que se puede curar y entonces tiene comportamientos menos atentos”, apuntó. De hecho, este último fin de semana en plazas y avenidas del shopping de toda Italia tuvieron lugar peligrosas aglomeraciones de personas, que obligaron a la policía a intervenir colocando vallados y haciendo multas.
“Mi previsión es que si ahora no se sigue vacunando a más gente posible, en Italia seguiremos como en una montaña rusa, con altos y bajos”, pronosticó Campana.
Más allá del enemigo aún al acecho y de las recomendaciones de que “no debe bajarse la guardia”, todo el mundo coincide con que hasta que no vuelvan los turistas (el turismo representa el 13% del PBI de Italia), todo seguirá paralizado.
Pese a la tan esperada reapertura de hoy, la emblemática Piazza Navona al mediodía lucía desierta: se contaban con los dedos de una mano los clientes sentados a las meses de los bares que rodean la bellísima Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, pese a la jornada de sol primaveral. Y llamaba la atención que un restaurante histórico como “I tre scalini” siguiera totalmente cerrado, con persianas bajas, un destino que, debido a la crisis por el coronavirus, le tocó a miles de otras actividades económicas.
“Si no vuelven los turistas esto seguirá muerto y no habrá resurrección para nadie”, comentó Romeo, mozo de un restaurante que también lucía vacío, sin clientes. “Pero al menos pudimos reabrir... A través de la TV los turistas ya se enterarán que volvimos a vivir y que los estamos esperando”.
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