Complica a Cheney una demanda judicial
El vicepresidente fue acusado de participar en una maniobra fraudulenta cuando presidía una firma del sector petrolero
WASHINGTON.- En un clima político cada vez más enrarecido, y un día después de que el presidente estadounidense, George W. Bush, anunció una cruzada contra la corrupción en las grandes corporaciones, el vicepresidente, Dick Cheney, quedó ayer en el ojo de la tormenta al ser demandado por prácticas contables fraudulentas cuando era presidente de la firma Halliburton Co., un gigante de los servicios petroleros con sede en Texas.
En forma coincidente, la compañía de telecomunicaciones Qwest Communications International, cuarto operador local estadounidense, admitió ser objeto de una investigación penal por parte de las autoridades federales. Pese a que no se precisó el objeto de la investigación, la noticia provocó una caída generalizada en la Bolsa neoyorquina a niveles no vistos desde 1997, reflejo de la desconfianza de los inversores en las grandes empresas norteamericanas.
La demanda contra el vicepresidente Cheney fue interpuesta por la organización no gubernamental (ONG) Judicial Watch, un grupo dedicado a investigar la corrupción entre los funcionarios del gobierno norteamericano. Cheney, que presidió Halliburton entre 1995 y 2000, fue demandado "como participante directo, cómplice y conspirador en actos fraudulentos, omisiones y artificios" contables, según indica la querella.
"Hay gente inocente que se ha visto afectada, gente de escasos recursos. Nosotros los representamos", dijo el presidente de Judicial Watch, Larry Klayman, al anunciar la querella durante una conferencia de prensa ayer en Miami, Florida.
La demanda contra Cheney y "otros directores de Halliburton involucrados" se basa en "prácticas contables presuntamente fraudulentas que sobrevaloraron las acciones de la compañía, defraudando a inversores y a otras personas", indicó Judicial Watch en un comunicado.
Según Klayman, la empresa, cuya firma contable era Arthur Andersen, exageró sus ingresos en hasta 445 millones de dólares entre 1999 y fines de 2001, y agregó que los querellantes -una pareja de Nuevo México y otro demandante de Indiana- pretenden una multimillonaria indemnización.
Al reaccionar ante el anuncio, la Casa Blanca desestimó ayer la demanda de Judicial Watch, calificándola de "carente de fundamento", según indicó la vocero de Cheney, Jennifer Millerwise. Otro tanto hizo Halliburton, cuyo presidente financiero, Doug Foshee, afirmó que "los alegatos de la demanda son falsos, carecen de apoyo y son infundados".
Halliburton, dedicada al equipamiento para la exploración petrolera, reconoció a fines de mayo pasado que estaba siendo investigada por la SEC por sus prácticas contables durante el período en que Cheney estuvo al frente de la compañía.
Según Klayman, Cheney responsabilizó a los contadores de la empresa y rehusó cualquier responsabilidad en el caso. "Ahora -añadió- tendrá que asumir su responsabilidad, porque ha sido demandado."
Promesa de castigos
Irónicamente, la acción legal fue presentada un día después de que Bush prometió castigar con mayor severidad a los directivos de empresas que cometan delitos, en lo que fue interpretado como un intento por evitar que su gobierno se vea salpicado por la ola de escándalos financieros que inició la caída del gigante energético Enron en un año electoral.
De hecho, se han multiplicado recientemente en Estados Unidos las revelaciones sobre el "maquillaje" contable de numerosas corporaciones, lo que ha generado una creciente crisis de confianza en el sector.
De prosperar, la denuncia contra Halliburton sería un grave golpe para Bush, que ya quedó en la mira a raíz del escándalo por el colapso de Enron, dirigida por su amigo Ken Lay, uno de los mayores aportantes a la campaña republicana. Además, Bush está siendo cuestionado por sus manejos cuando, en 1990, vendió sus acciones en la petrolera Harken -que él dirigía- un mes antes de que la firma anunciara pérdidas millonarias.
De Enron al cerro Catedral
- SAN CARLOS DE BARILOCHE (De nuestro corresponsal).- La promesa de Bush sobre penas más duras para los fraudes financieros sorprendió a uno de los ejecutivos indagados por el caso de la empresa Enron, Jeffrey Skilling, de vacaciones en el cerro Catedral. Skilling fue desde 1990 y hasta agosto último CEO de esa empresa. Ayer dijo que desconocía las declaraciones de Bush y que al regresar a su país decidiría sus próximos movimientos. El ejecutivo se encuentra desde anteayer en la suite Arrayán del exclusivo hotel Pire-Hue, al pie de las pistas, en compañía de uno de sus hijos y de su esposa, Rebecca Carter.
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