Cómo viven los argentinos en Ucrania la amenaza de Rusia: “La personas están reuniendo sus armas”
Algunos están preparándose para una eventual guerra mientras otros piensan que la crisis es una “exageración de los medios”
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Slava Elizabeta tiene miedo. Acordó con su marido que si la guerra estalla en Ucrania y lo llaman del servicio militar, él se quedará a pelear y ella regresará a la Argentina con su hijo de tres años hasta que “se calmen las cosas”.
“Algo están preparando [los rusos], es indiscutible”, afirma convencida a LA NACION la joven de 25 años que vive en Brovarybse desde agosto de 2021 y que conoce el protocolo de evacuación de memoria: “En caso de emergencia, el primer paso es ir a la orilla oeste del río Dniepr”.
Slava también cuenta que en las escuelas los niños ensayan los protocolos de bombardeo y que en las calles personas de todas las edades se están preparando para defender sus casas –de hecho, un artículo de Buzzfeed News describe cómo algunos voluntarios entrenan con veteranos de guerra para formar parte de una eventual guerrilla formada por civiles–. “Las personas están reuniendo sus armas, lo que tengan a mano, AK-47, armas viejas de la Segunda Guerra...”, comenta.
Adrián Efrain, en cambio, dice que “no hay clima de miedo ni de guerra”, ni siquiera en Jarkov —una ciudad en la frontera con Rusia— donde todo está “muy tranquilo y normal”.
José María Escobar, un docente jubilado que vive en Dnipropetrovsk, la cuarta ciudad en tamaño de Ucrania, tampoco ha notado “temor en la gente”. “Me fijé en los supermercados y las personas hacen las compras normales, no hay desabastecimiento, no ves a las personas llenando los carritos”, observa.
Entre el temor y la normalidad
Pareciera que los argentinos que están en Ucrania viven en países distintos. Algunos se aprenden las ubicaciones de los búnkeres construidos durante la Guerra Fría de memoria y otros siguen su curso como si no pasara nada e incluso dicen que “los medios internacionales exageran”.
“Más allá de la prensa internacional, el ambiente que se vive en Kiev es bastante normal y tranquilo”, dice Lucas Rodríguez, un profesor de español que vive hace dos años en la capital ucraniana.
“Se le está dando mucha más importancia al tema en la Argentina que acá”, dice a este medio un argentino que no quiso revelar su nombre. “Hace unos días le pregunté a mi suegro [ucraniano] qué pensaba de las tropas en la frontera. Me respondió: ‘Hace ocho años tenemos tropas en la frontera, así hacen política ellos [por los rusos]’”.
Lo cierto es que la movilización de tropas rusas y equipamiento militar hacia la frontera con Ucrania a fines del año pasado desató una crisis internacional desmesurada, con amenazas de “sanciones masivas”, promesas de despliegue de buques y cazas en Europa del Este, evacuación de personal diplomático británico y norteamericano y una sensación de pánico entre las altas esferas de poder en Occidente que remite a la Guerra Fría..
"Hay un ambiente de preocupación, incluso el gobierno pide que nos preparemos con alimentos, medicamentos y que conozcamos refugios cercanos"
Pero, ¿cómo ha afectado esta escalada a los ciudadanos en su vida cotidiana? Marcelo Mack, argentino casado con una ucraniana, vive hace cuatro años en la ciudad de Ivana-Frankivsk en donde trabaja como teleoperador y dice a LA NACION que están previendo “el tema del dinero” en caso de emergencia, ya que en crisis anteriores no ha habido disponibilidad en los cajeros automáticos, y han considerado incluso volver a la Argentina “si las cosas se ponen feas”.
“Hay un ambiente de preocupación, incluso el gobierno pide que nos preparemos con alimentos, medicamentos y que conozcamos refugios cercanos”, añade.
Por su parte, Beato Lautaro, administrador del grupo de Facebook “Argentinos en Ucrania” respondió a las solicitudes de periodistas en el grupo que “las noticias en general exageran lo que está pasando”. “Acá se vive con indiferencia la situación, por no decir que saben que es una estrategia política de Rusia y que no va a pasar nada”, opina.
De hecho, Rusia niega que tenga intención de invadir territorio ucraniano, defiende el derecho a mover fuerzas dentro de su propio territorio según lo estime conveniente y acusa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de buscar pretextos para emplazar más equipamiento militar cerca de las fronteras rusas.
Pero la reacción de alarma de la comunidad internacional ante los movimientos del Kremlin tiene su fundamento, en parte, en la historia reciente. Vladimir Putin ya ha invadido Ucrania una vez, con escasa respuesta. Rusia arrebató Crimea en 2014 y ha apoyado desde entonces a los separatistas ucranianos prorrusos que combaten al gobierno de Kiev en la región del Donbass, una guerra en la que han muerto 14.000 personas, más de 3000 de ellos civiles.
“Acá hay una historia de mucho sufrimiento. Ellos han pasado por muchas guerras. Fueron invadidos por muchos países. Hay muchísimos monumentos que recuerdan a los caídos de la ex Unión Soviética”, cuenta Escobar, que dice estar “enamorado de la cultura del país”.
“Ser más Europa que Rusia”
A pesar de los enfrentamientos con Rusia, los argentinos coinciden en que no hay un odio generalizado hacia los rusos ya que “comparten muchos lazos” pero sí un amplio rechazo a Putin y un fuerte sentimiento nacionalista. “Hay personas que perdieron su vivienda, trabajo y seres queridos pero por lo general acá la gente no se caracteriza por el odio a los rusos, sí desprecio a los líderes puesto que el pueblo no es culpable, y en Rusia hay mucha propaganda que le nubla la visión a su gente”, dice Slava.
“No hay odio hacia los rusos en sí, aquí hay muchos lazos familiares y culturales con Rusia, aunque en algunas regiones es más fuerte que en otras. Lo que sí hay es un deseo de ser más Europa que Rusia y un rechazo a Putin”, se suma, por su parte, Efrain.
Este sentimiento que describe se profundizó con el Euromaidán, una serie de manifestaciones y disturbios heterogéneos de índole europeísta y nacionalista en Ucrania que en su clímax derrocaron al presidente electo Víktor Yanukóvich, del prorruso Partido de las Regiones. Las protestas comenzaron en Kiev la noche del 21 de noviembre de 2013, un día después de que el Gobierno de Ucrania suspendió la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea (UE).
“Los ucranianos son muy nacionalistas (...) No hay día en que no escuche lo malos que son los rusos”, dice Rodríguez, quien nota que el conflicto con Rusia es un tema sensible y muy presente en la sociedad ucraniana. “Tenés que estar medianamente informado de la situación actual para no hacer un comentario desubicado. Nunca hay que decir que los rusos son como los ucranianos, y hay que intentar evitar temas sobre Crimea o Donbass, excepto que se tenga una visión pro-ucraniana. Hasta cierto punto, sería un tema delicado como Malvinas para los argentinos, incluso agravado porque muchas ciudades de las anexadas eran muy importantes dentro del país”.
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