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Hace una década, como parte de su número, un comediante canadiense comenzó a contar un chiste sobre un joven cantante con discapacidad. Esa broma terminó frente al máximo tribunal de Canadá.
Jeremy Gabriel nació con el síndrome de Treacher Collins, un trastorno genético que puede afectar la estructura ósea facial. En su caso, le provocó una sordera severa. A pesar de esto, cumplió su sueño de convertirse en cantante, y llegó a actuar ante figuras públicas, desde Céline Dion hasta el papa Benedicto XVI.
Se convirtió en una celebridad en Quebec. En 2010, un popular comediante de esa provincia canadiense, Mike Ward, conocido por su humor oscuro y atrevido, hizo un monólogo de 90 minutos. Además de los espinosos temas sobre raza y religión, se centró en las “vacas sagradas”, dijo, del sistema de celebridades de la provincia, personas que, en su opinión, eran por diversas razones demasiado ricas o demasiado poderosas, lo que las dejaba fuera de los límites del humor.
Las repercusiones de ese espectáculo perduraron casi una década en Quebec y culminaron este 15 de febrero, cuando la larga batalla legal por una broma que Ward contó sobre Gabriel será escuchada por la Corte Suprema de Canadá.
Una broma repetida más de 200 veces
Como parte de su número, Ward apuntó a personas como Céline Dion y su difunto esposo, René Angélil, entre otros. También habló sobre Gabriel, que para ese entonces era conocido en la prensa como “Petit Jeremy” y quien también lanzó un álbum y una autobiografía.
Ward dijo que había creído erróneamente que la condición de Gabriel era terminal. También bromeó sobre la apariencia de él, en relación con su discapacidad. En los documentos judiciales, sin el tono de Ward, puede ser difícil ver por qué la audiencia se ríe, pero lo hacen, sinceramente.
“No sabía hasta dónde podía llegar con esa broma. En un momento me dije a mí mismo ‘vas demasiado lejos, van a dejar de reír’. Pero no, no lo hacen”, contó Ward. El espectáculo se realizó en vivo más de 200 veces entre 2010 y 2013, además se publicó en Internet.
Gabriel se encontró por primera vez con las bromas de Ward en 2010, cuando tenía 13 años y comenzaba la escuela secundaria. Era acosado y el número de Ward alimentó más el bullying. “No podía pasar un día sin que me contaran uno de sus chistes”, manifestó ahora, a sus 24 años. Se sintió atacado debido a su discapacidad y comenzó a retraerse socialmente y a pensar seriamente en el suicidio. La familia de Gabriel nunca se acercó directamente al comediante.
“Debido a la naturaleza de los chistes, debido a lo que se decía, pensamos que no nos tomarían en serio”, relató Gabriel. Luego, en 2012, escucharon a Ward hablar sobre el chiste en un popular programa de noticias. “Comparándose con un adicto a la cocaína, dijo que él necesita hacer bromas que van demasiado lejos”, afirmaron documentos judiciales. Fue entonces cuando la familia presentó una denuncia de derechos humanos.
Cuando el caso de Ward fue llevado ante la Corte de Derechos Humanos de Quebec, un tribunal especializado que maneja casos relacionados con discriminación o acoso bajo la carta provincial de derechos, el comediante perdió.
Más allá de la libertad de expresión
El tribunal determinó que había “excedido los límites de la libertad de expresión” y que su broma era discriminatoria por motivos de discapacidad.
Apeló y, en una decisión dividida de 2019, la Corte de Apelaciones confirmó en su mayoría la decisión del tribunal, así como una indemnización de US$27.500 para Gabriel por daños morales y punitivos. La intención del tribunal “no es restringir la creatividad ni censurar las opiniones de los artistas”, decía el fallo, pero “los cómicos, como cualquier ciudadano, son responsables de las consecuencias de sus palabras cuando traspasan determinadas líneas”.
Ward ya había decidido que si perdía, buscaría llevar la pelea al Tribunal Supremo de Canadá. “La comedia no es un crimen”, dijo en un comunicado publicado después de la decisión del Tribunal de Apelaciones y agregó: “En un país ‘libre’, no debería depender de un juez decidir qué constituye una broma en el escenario”.
Dijo que la risa de la multitud “respondió a esa pregunta”. Ward se niega a pagar los daños: “no por mí, sino por los jóvenes comediantes, los comediantes del mañana”. Argumentó que es fundamental para el oficio que los comediantes puedan asumir riesgos y sostuvo que como Gabriel era una figura pública estaba abierto a la sátira.
Gabriel, sin embargo, respondió: “Ser una persona pública no significa que ya no tienes ningún derecho. Se cruzó una línea, creo firmemente en eso”.
El debate que generó
Muchos comediantes, en Quebec y otros lugares, se unieron a Ward. Just For Laughs, el festival de comedia de Montreal de renombre mundial, organizó un espectáculo hace unos años para ayudar a Ward con los costos legales.
El apoyo se produjo en medio de la preocupación en los círculos del stand-up de que se vio involucrado en el debate sobre la corrección política, la libertad de expresión, la censura y la cultura de cancelación. Existe el temor de que esto genere un efecto escalofriante en la comedia.
Michael Lifshitz, un comediante canadiense nacido con múltiples anomalías musculoesqueléticas congénitas, utiliza el stand-up para educar a las personas sobre la discapacidad. Cuando el caso apareció por primera vez en los titulares de las noticias, bromeaba: “Voy a demandarme por los chistes que hago sobre mi discapacidad, porque lo admito, algunos de mis chistes no son políticamente correctos”.
Dijo que no quiere que lo traten de manera diferente debido a su condición, incluso si eso lo hace el blanco de una broma. Ve el caso como una oportunidad perdida para cambiar las actitudes sociales en torno a la discapacidad. “No estoy seguro de cómo un caso judicial realmente hace avanzar el tema de la inclusión o evita que otras personas se conviertan en víctimas de acosadores”, aseguró.
“Creo que es un precedente peligroso cuando el tribunal dice lo que se puede y no se puede decir; eso debería dejarse en manos del tribunal de la opinión pública”, añadió. Antes de la audiencia de la Corte Suprema, Gabriel manifestó que ambas partes del caso pudieron manifestarse.
“Creo que es importante defender lo que uno cree. Creo que eso es lo que hice y creo que eso es lo que hizo Mike Ward” .cuando decidió seguir luchando contra la decisión del tribunal, consideró y aclaró: “También mantengo mis creencias de que la libertad de expresión no está libre de consecuencias”.
Por su parte, Ward bromeó en el pasado que si pierde en esta última instancia en que “se mudará a Siria, o Arabia Saudita, o algún otro país que respete la libertad de expresión tanto como Canadá”.
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