Cómo son las “vivienda ataúd” de Hong Kong en donde no se puede estar de pie
Miden entre cuatro y 12 metros, cuestan 250 dólares mensuales y surgieron en medio de la crisis habitacional; “Es estar atrapado en una jaula”, indican desde una ONG que busca concientizar sobre el tema
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Un baño, un colchón y una cocina diminuta es lo único que entra en las llamadas “vivienda ataúd” que se venden o alquilan en Hong Kong. En total, las casas tienen entre cuatro y 12 metros cuadrados en los que sus habitantes pueden elegir entre tener un balcón o incluir un espacio donde prepararse sus alimentos. Todo en un mismo ambiente.
Para tener una referencia más precisa, en la habitación también pueden entrar cuatro o cinco sillas plegables o 57 hojas de papel tamaño A4, en donde pueden dormir hasta tres personas: una pareja y un hijo. En ese lugar, sus habitantes tienen que hacer toda su vida, desde dormir, trabajar, tener un espacio de ocio, cocinar y, los niños, divertirse.
Según relata la Sociedad para la Organización Comunitaria [SoCO, por sus siglas en inglés] vivir en estas casas es como “estar atrapado en una jaula”. Así se llama el proyecto fotográfico de Benny Lam: “Trapped [Atrapado]”, en el que expone las condiciones de hacinamiento en la que viven cerca de 200 mil personas, incluidos 40 mil niños, que fueron expulsados de sus viviendas por los altos costos de los alquileres en una ciudades más lujosas y tecnológicas de Asia.
Para crear estos cubículos denominados “ataúd”, ya que las personas que los habitan en la mayoría de los casos no pueden permanecer de pie, los propietarios de las viviendas dividen ilegalmente un piso de 400 pies cuadrados para acomodar cerca 20 camas o literas, cada una cuyo costo de alquiler es de alrededor de 250 dólares mensuales.
Este tipo de viviendas “ataúd” se popularizan a partir de la grave crisis habitacional de Hong Kong. A través del proyecto de la ONG se planea recaudar fondos para relocalizar a estas personas en lugares aptos para vivir. En estas casas sus habitantes no alcanzan a ponerse de pie, pero tienen que colgar la ropa limpia, colocar un colchón, que puede tener una suerte de guardarropa, un mueble para una pequeña televisión, el baño y cocina.
“Quizás se pregunte por qué debería importarnos, ya que estas personas no son parte de nuestras vidas. Son exactamente las personas que vienen a tu vida todos los días: te atienden como meseros en los restaurantes donde comes, son los guardias de seguridad en los centros comerciales por los que deambulas, o los limpiadores y los repartidores en las calles por las que pasas. La única diferencia entre ellos y nosotros es [sus hogares]. Esta es una cuestión de dignidad humana”, escribió Lam en su página de Facebook.
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