Cómo será la segunda Semana Santa marcada por la pandemia para el papa Francisco
No oficiará celebraciones tradicionales como el lavado de pies, ni hará el clásico Vía Crucis en el Coliseo del Viernes Santo
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ROMA.- Por segundo año consecutivo, el Papa comenzó a celebrar hoy los últimos días de una Semana Santa marcada a fuego por la pandemia. Sin multitudes, como solía ocurrir en la era pre-Covid-19 y debido a las normas para contrarrestar el virus, sin celebraciones tradicionales como el lavado de pies, sin procesiones, como el clásico Vía Crucis en el Coliseo del Viernes Santo, que presidirá mañana, como el año pasado, en el sagrato de la Basílica de San Pedro.
Antes tan solo 200 personas, la mayoría sacerdotes, cardenales y obispos –todos rigurosamente con barbijo y con temperatura chequeada-, el Papa presidió esta mañana la misa crismal, ceremonia que abre el Jueves Santo. Entonces, bendijo los óleos que se utilizan durante el año litúrgico para los bautismos, las confirmaciones y la unción de los enfermos, en una ceremonia que el año pasado directamente no pudo realizarse debido a la pandemia.
Los cerca de 200 presentes, la mayoría curas que renovaron sus promesas sacerdotales, antes de ingresar a la parte posterior de la Basílica de San Pedro, impresionantemente vacía, debieron sortear un chequeo de la temperatura y lavarse las manos con alcohol en gel.
Como también sucedió el domingo pasado para la misa del Domingo de Ramos, la celebración tuvo lugar en el Altar de la Cátedra, área más pequeña y recogida de la inmensa Basílica, que queda detrás del famoso Baldaquino del Bernini.
En su homilía, el Papa recordó que los legalismos y moralismos no impidieron que Jesús hiciera el bien por la gente. “No se escandalizó Jesús al ver que su alegre anuncio de salvación a los pobres no resonaba puro, sino en medio de los gritos y amenazas de los que no querían oír su Palabra o deseaban reducirla a legalismo (moralistas, clericalista). Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que sanar enfermos y liberar prisioneros en medio de las discusiones y controversias moralistas, legalistas, clericales que se suscitaban cada vez que hacía el bien”, dijo.
“Nosotros no nos escandalizamos porque no se escandalizó Jesús al tener que dar la vista a los ciegos en medio de gente que cerraba los ojos para no ver o miraba para otro lado”, agregó.
“Y no nos escandalizamos porque el anuncio del Evangelio no recibe su eficacia de nuestras palabras elocuentes, sino de la fuerza de la Cruz. Del modo como abrazamos la Cruz al anunciar el Evangelio —con obras y, si es necesario, con palabras— se transparentan dos cosas: que los sufrimientos que sobrevienen por el Evangelio no son nuestros, sino los sufrimientos de Cristo en nosotros, y que no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor y nosotros somos servidores por causa de Jesús”, destacó.
Por la tarde, el Papa, de 84 años, no participó de la Misa que recuerda la Última Cena, que fue celebrada en el mismo lugar por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. El Vaticano no explicó el por qué de la asuencia del exarzobispo de Buenos Aires. Pero se cree que, debido a sus dolores de ciática –evidentes a la hora de desplazarse, cuando renquea-, los médicos le recomendaron no cansarse demasiado, sobre todo en estos días muy intensos.
Mañana, Viernes Santo, en efecto, el Papa no solo presidirá la Celebración de la Pasión del Señor –siempre en la parte del fondo de la Basílica de San Pedro-, ceremonia en la que al principio suele postrarse en el suelo en adoración de la Cruz, sino también, más tarde, el Vía Crucis.
El sábado, presidirá la Vigilia Pascual, que comenzará a las 19.30 (hora local), antes de lo normal, debido al toque de queda vigente de 22 a 5 de la mañana. Y el domingo de Pascuas, después de celebrar la misa solemne, siempre en el Altar de la Cátedra, pronunciará su mensaje pascual y bendición “urbi et orbi”, a la ciudad y al mundo. Por segundo año consecutivo, no lo hará desde la logia central de la Basílica de San Pedro ante una multitud, como ocurría en tiempos pre-Covid-19, sino a un limitado número de fieles, ya que Italia para el fin de semana de Semana Santa se encuentra nuevamente totalmente cerrada, con todo su territorio en “zona roja”, en confinamiento duro, que también respeta el Vaticano.
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