Cómo se llegó al primer sindicato de Amazon y qué significa para el futuro del gremialismo en Estados Unidos
El gigante de las ventas, un ícono corporativo, va camino a convertirse en el principal empleador privado del país; hay potencial punto de quiebre para el movimiento sindical en el país
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WASHINGTON.- Fue una victoria inesperada, con aire de epopeya. Un grupo de trabajadores montó una campaña casi sin recursos, sin ningún respaldo oficial, y logró un triunfo en una votación que marcó un quiebre histórico: por primera vez, Amazon, un ícono corporativo y una de las empresas más poderosas del mundo, que va camino de ser el principal empleador privado de Estados Unidos, tendrá un sindicato.
Los trabajadores de un gigantesco almacén de Amazon en Staten Island, Nueva York, eligieron sindicalizarse en una elección a principios de este mes, que marcó la primera campaña exitosa en Estados Unidos en la historia de la empresa de Jeff Bezos, que ha invertido millones en contra de ese esfuerzo.
La victoria –un escalofrío que recorrió el entramado corporativo norteamericano– fue vista como un potencial punto de quiebre para el movimiento sindical, en declive desde hace años. En Estados Unidos, solo el 10,3% de los trabajadores pertenece a un sindicato, la mitad que a principios de los 80, según cifras del Departamento de Trabajo. La elección de Staten Island dejó, para algunos, una hoja de ruta para revertir esa tendencia. De los más de 8300 empleados que podían votar, 2654 votaron a favor de unirse al sindicato Amazon Labor Union, y 2131 en contra.
La victoria fue una batalla cuesta arriba que tuvo una cara visible: Chris Smalls, quien trabajó para Amazon. Smalls fue despedido en 2020, luego de organizar una protesta a fines de marzo, en el inicio de la pandemia, por temor a contagiarse de Covid-19, luego de que, según Smalls, una empleada fuera a trabajar enferma mientras esperaba el resultado de su test. La protesta era contra los protocolos de seguridad del almacén de Staten Island, donde trabajaba. Amazon lo echó, alegando que había roto los protocolos de distanciamiento social luego de recibir “múltiples advertencias”.
Un año más tarde, Smalls, quien cultiva una imagen de rapero –lentes oscuros, gorra de béisbol con la visera para atrás, buzo con capucha, collares– fundó el Amazon Labor Union junto a su mejor amigo del almacén, Derrick Palmer. Un año después, Palmer y Smalls celebraron el triunfo en la elección descorchando una botella de champán rodeado de cámaras y periodistas.
“Fuimos por el perro más grande porque queremos que todas las otras industrias, todos los otros negocios sepan que las cosas han cambiado”, advirtió Smalls. “Vamos a sindicalizarnos, no vamos a renunciar a nuestros trabajos nunca más. Este es un ejemplo del poder que tiene la gente cuando se junta”, completó.
La noticia de la victoria le dio un fuerte empujón al movimiento sindical de Estados Unidos, puso en alerta a las empresas que se oponen a los sindicatos y provocó una reacción en cadena que llegó hasta la mismísima Casa Blanca de Joe Biden, un defensor de los sindicatos.
“El presidente se alegró de ver a los trabajadores asegurarse de que se escuchen sus voces con respecto a decisiones importantes en el lugar de trabajo”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, al referirse a la votación. “Él cree firmemente que cada trabajador en cada estado debe tener la opción libre y justa de unirse a un sindicato y el derecho a negociar colectivamente con su empleador”, agregó.
Una campaña atípica
La campaña fue atípica. Sin plan, sin anuncios, sin respaldo de los grandes sindicatos nacionales, con donaciones online a través del sitio GoFundMe, y “dos mesas, dos sillas, y una carpa”. Una campaña de base. Smalls y Palmer organizaron asados, repartieron libros, comidas y hasta marihuana –en Nueva York es legal– para tejer vínculos con los trabajadores y convencerlos de que podía ayudarlos a tener mejores condiciones laborales.
Amazon ha destinado millones de dólares a evitar que los trabajadores de su empresa se sindicalicen, promoviendo a la par políticas como su salario mínimo de 15 dólares la hora –el doble del valor federal vigente– y beneficios como su seguro médico en un país donde el acceso a la salud es todo un tema. Pero Amazon, que creció muchísimo durante la pandemia y contrató a decenas de miles de personas, ha recibido múltiples críticas y fue blanco de protestas por las condiciones laborales en la empresa, tanto en Estados Unidos como en otros países, como el Reino Unido.
Una amplia investigación del The New York Times sobre abusos y fallas en el manejo de los trabajadores justamente en el almacén de Staten Island le dio impulso al sindicato de Smalls y Palmer.
El movimiento entre los empleados de la compañía llevó a Bezos, el hombre más rico del mundo, a escribir en una carta reciente a sus accionistas que los esfuerzos de los trabajadores por formar sindicatos indicaba que la empresa debía hacer más por darle valor a sus empleados. Bezos prometió ser “el mejor empleador de la Tierra”, y lograr que Amazon sea el lugar de trabajo más seguro.
Para John Logan, profesor de la Universidad de San Francisco y experto en el mercado laboral, la pandemia abrió una oportunidad para revitalizar el sindicalismo al darle más espacio al debate sobre los derechos de los trabajadores y las condiciones en el trabajo. Logan cree que hace dos años la victoria de Staten Island hubiera sido imposible. A eso se sumaron nuevas campañas, como la de Amazon Labor Union, alejadas del poder sindical tradicional, que supieron “capturar la imaginación” de los trabajadores.
“La pandemia ha abierto una oportunidad para los sindicatos, y el sindicato de Amazon pudo aprovechar esa oportunidad. No creo que ningún sindicato hubiera tenido éxito hace dos años. Hay algo que ha cambiado fundamentalmente en el mercado laboral”, afirmó Logan a LA NACION .
Logan cree que si va a haber una revitalización de los sindicatos en Estados Unidos deberá ser a través de campañas como la que se impuso en el almacén de Amazon de Statent Island, ciertamente un desafío al sindicalismo tradicional.
“En este momento, los sindicatos del sector privado están en un pozo muy profundo. Hay grandes sectores de la economía que están libres de sindicatos. No se pueden usar tácticas organizativas tradicionales. Se necesitarán campañas que tengan el potencial de generar entusiasmo y captar la imaginación en los trabajadores jóvenes”, indicó. “No es un rechazo al movimiento obrero tradicional, pero el movimiento tiene que averiguar cómo puede ayudar a este tipo de organizaciones de trabajadores que ha demostrado ser tan exitosa”, remarcó.
Otros expertos laborales creen que la batalla apenas ha comenzado. Amazon, que rechazó el resultado de la elección y aún intenta frenar la sindicalización de sus empleados, y otras grandes compañías continuarán sus esfuerzos para tener una relación directa con sus empleados sin un sindicato de por medio. Y aún resta ver cómo se dará la futura relación entre la compañía y el nuevo sindicato si se llega a esa instancia. Pero en Washington, Bernie Sanders, el senador socialista, ícono de la izquierda, dio rienda suelta a su optimismo.
“En todo el país, la gente dice: ‘¡Vaya! Si estos muchachos de Amazon pueden enfrentarse a esa empresa, nosotros también podemos hacerlo’”, dijo Sanders. “Lo que estamos viendo, creo, es un movimiento nacional arrollador”, cerró.
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