En los últimos meses, Taipéi y Pekín parecen haber estado librando una batalla diplomática para ver a cuál de los dos elige Asunción
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En 1949, China concluyó una larga guerra civil con la victoria de los comunistas, liderados por Mao Zedong, sobre los republicanos nacionalistas, al mando de Chiang Kai-shek, quienes huyeron e instalaron su propio gobierno en la isla de Taiwán. Siete décadas más tarde el enfrentamiento entre los dos estados continúa, con ambos asegurando ser el gobierno legítimo de China, y reclamando el territorio del otro.
Pero ahora el diferendo involucra al más inesperado de los actores: la nación sudamericana de Paraguay, en el otro lado del mundo.
En los últimos meses, Taipéi y Pekín parecen haber estado librando una batalla diplomática para ver a cuál de los dos elige Asunción. Al menos eso sugirieron los cancilleres de Taiwán y Paraguay, quienes afirmaron que Pekín está usando la pandemia de coronavirus para tratar de romper la vieja alianza entre ambos países, algo que el gobierno chino negó.
Pero ¿qué tiene que ver este país latinoamericano, ubicado a casi 20.000 kilómetros de distancia, con esta rivalidad asiática? Y ¿por qué le interesaría a Taipéi o a Pekín ganarse el favor del quinto país más pequeño de América del Sur y la 15º economía de Latinoamérica y el Caribe?
Guerra Fría
Para entenderlo, hay que remontarse al pasado, más precisamente al período posterior a la Guerra civil china, durante la década de 1950, cuando los gobiernos de Mao y de Chiang llevaron su disputa política al terreno de las relaciones internacionales, tratando de ganar adeptos alrededor del mundo.
En el contexto de la Guerra Fría, muchas naciones que se oponían al comunismo reconocieron la legitimidad del gobierno de Taiwán, país que oficialmente mantuvo el nombre que llevaba China antes de la victoria de los comunistas: República de China. Para 1955, solo 23 países tenían relaciones diplomáticas con China continental (renombrada por Mao: República Popular China), mientras que la mayoría de las naciones reconocían al gobierno de Chiang.
En 1957 Paraguay se sumó a esa última lista. El país sudamericano era gobernado por uno de los militares más fuertemente opuestos al comunismo del continente americano, Alfredo Stroessner (1954-1989), quien lideró a Paraguay con mano dura por casi 35 años. Pero, a medida que el poder económico de la República Popular China empezó a crecer, muchos países cambiaron de postura y abrieron lazos diplomáticos con el gobierno de Mao.
En 1972, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, viajó a Pekín. Siete años más tarde Washington abrió relaciones formales con China continental. El gobierno de Mao también logró ingresar a la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde despojó a Taiwán de su asiento permanente en el Consejo de Seguridad.
Con la llegada al poder de Deng Xiapoing, en los años ’80, la China comunista abrió su economía y amplió sus lazos comerciales y diplomáticos. Debido a su política de “una sola China”, que considera a Taiwán como una provincia rebelde, el país no acepta tener relaciones con las naciones que reconocen a la isla, lo que llevó a que muy pocos mantengan sus alianzas con Taipéi.
Hoy en día, apenas 14 naciones, además del Vaticano, mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán. La mayoría son pequeñas islas, aunque también se destacan algunas naciones centroamericanas como Nicaragua, Honduras, Guatemala y Belice.
Panamá y República Dominicana, que también formaban parte de este grupo, rompieron recientemente sus relaciones diplomáticas con Taipéi. El primero en 2017 y el segundo menos de un año después. Ahora, muchos se preguntan si Paraguay, que es el único país de Sudamérica que sigue aliado a Taiwán, seguirá el mismo camino.
“Diplomacia de vacunas”
A comienzos de abril, el Ministro de Relaciones Exteriores taiwanés, Joseph Wu, acusó a China de prometer a Paraguay millones de dosis contra el coronavirus como parte de una “diplomacia de vacunas” para persuadir a Asunción a cambiar sus lealtades.
Aunque China negó la acusación, el canciller paraguayo, Euclides Acevedo, sugirió recientemente que su gobierno recibió presiones en ese sentido. “Países con quienes no tenemos relaciones diplomáticas están trabajando intensamente, por supuesto en una política clara de penetración en otros países, con la solidaridad de las vacunas”, dijo Acevedo durante una entrevista con el canal local Telefuturo.
BBC Mundo contactó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Paraguay para hablar sobre el tema, pero no obtuvo respuesta. En los últimos meses se intensificó la presión sobre el gobierno de Mario Abdo Benítez para que consiga vacunas e insumos médicos para hacer frente a la pandemia de coronavirus.
A pesar de que el presidente había sido elogiado en 2020 por reaccionar rápido y prevenir los contagios durante la primera ola de covid, ahora el mandatario del histórico Partido Colorado -el mismo que Stroessner- es fuertemente criticado por el rápido aumento de casos y el desborde del sistema hospitalario.
En marzo pasado, Abdo Benítez enfrentó semanas de protestas callejeras y un pedido de juicio político -que no prosperó- por lo que sus opositores llamaron su “corrupto e inoperante” manejo de la crisis sanitaria. Una de las principales deficiencias de la respuesta sanitaria paraguaya es, justamente, la escasez de vacunas contra el coronavirus.
Con una población de 7 millones, el gobierno logró obtener apenas unas 160.000 vacunas, incluidas 20.000 dosis chinas donadas por Chile. En ese contexto, el canciller Acevedo reclamó que los socios estratégicos del país hagan más para ayudar.
“Al no tener nosotros relaciones diplomáticas con China, la cosa se vuelve compleja”, dijo Acevedo, cuando fue consultado por sus negociaciones para conseguir vacunas de ese país, consideradas unas de las de más fácil acceso en el mercado mundial. “Quiero aprovechar en este momento para decir a nuestros aliados estratégicos que tienen que respondernos, que tienen que darnos una respuesta satisfactoria, porque, ¿de qué nos sirve a nosotros la fraternidad, o el abrazo que nos lleva al paro respiratorio, si es que no nos dan una respuesta?”, dijo a Telefuturo.
Sus comentarios iban apuntados no solo a Taipéi sino también a Washington, hoy el principal rival mundial de Pekín, que busca apuntalar a las pocas naciones que siguen eligiendo a Taiwán sobre China. “Tanto Estados Unidos como Taiwán, tendrían que respondernos”, exigió Acevedo.
“Costo de Taiwán”
Los comentarios alimentaron las especulaciones de que Paraguay podría seguir los pasos de los otros países de la región y poner fin a su relación preferencial con Taiwán.
Después de todo, las vacunas e insumos médicos no son la única cosa que “pierde” Paraguay por mantener su vínculo de más de seis décadas con la isla. Dos de los pilares de la economía paraguaya son sus exportaciones de soja y carne vacuna. China es el mayor importador mundial de ambos. En un estudio publicado en 2020 en la revista Foreign Policy Analysis, los académicos Francisco Urdinez, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Tom Long, de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, estimaron cuánto le cuesta a Paraguay su alianza histórica con Taiwán.
Concluyeron que las pérdidas equivalen a unos US$350 millones al año (cerca del 1% del Producto Interno Bruto del país) “Paraguay paga grandes costos de oportunidad, que denominamos ‘costo de Taiwán’ por su política de reconocimiento”, señalaron.
En conversación con BBC Mundo, Urdinez explicó que es difícil cuantificar exactamente cuánto dinero pierde Paraguay por no poder exportar directamente a China, ya que los ganaderos y sojeros encontraron otras rutas para poder llevar su mercadería hasta el gigante asiático, por ejemplo, enviándolo desde Brasil, o triangulando con Singapur, Malasia o Hong Kong.
“Aunque tienen mayores gastos de transporte, el informe reconoce que el ‘costo de Taiwán’ no es tanto comercial, porque Paraguay se las arregla para exportar a China. Lo mismo ocurre con las importaciones. De hecho, China es el principal mercado de importación de Paraguay”, afirmó.
La mayor pérdida para el país -señala el experto- son los préstamos e inversiones chinos que no se obtuvieron -pero sí beneficiaron a sus vecinos sudamericanos- durante el llamado “boom chino” de las últimas dos décadas. “Las inversiones y créditos baratos de bancos chinos permitieron financiar proyectos de infraestructura en países como Argentina, Brasil, Chile y Perú”, detalló Urdinez.
Según el experto, ese beneficio económico es mucho mayor de lo que Paraguay obtuvo de Taiwán. “Desde los años 2000, Paraguay recibió una donación de US$70 millones cada cinco años, y aunque la cifra fue duplicada en 2019, sigue siendo mucho menos de lo que podía haber obtenido de China”, afirmó Urdinez.
“Además no hay empresas taiwanesas invirtiendo en Paraguay”, recalcó.
Afinidad, dinero y orgullo
Pero a pesar de estos perjuicios económicos, Paraguay mantuvo su alianza estratégica con Taipéi contra viento y marea. En abril de 2020, el Senado paraguayo rechazó un proyecto de la oposición que pretendía establecer relaciones diplomáticas con la República Popular de China para recibir apoyo de dicho país en la lucha contra el coronavirus.
¿Por qué la nación sudamericana mantuvo su vínculo, sacrificando créditos, inversión, ganancias comerciales y vacunas contra el covid? Urdinez, Long y el investigador del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep), Gustavo Rojas, lo atribuyen a la afinidad y el vínculo económico entre los gobiernos de ambos países, y también a una cuestión de orgullo nacional.
“La relación entre los dirigentes de Paraguay y Taiwán se caracterizó por un afecto profundo y genuino”, escribieron en un artículo publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), tras el voto en el Senado. Ambas naciones se sienten identificadas -aseguran los expertos- ya que los dos son países pequeños “eclipsados por sus vecinos más grandes”.
“Taiwán respondió a China prestando atención al Paraguay. Cultiva lazos de amistad con miembros del gobierno, sobre todo dentro del Partido Colorado”, señalaron. Esta relación es clave para entender la supervivencia del vínculo diplomático, afirmó a BBC Mundo Urdinez. “La elite política de Paraguay se beneficia mucho del vínculo con Taiwán”, aseguró el académico, quien señaló que la ayuda taiwanesa es “opaca”, ya que es manejada a discreción por los legisladores.
“Hay una reticencia enorme a cambiar, porque el miedo es que van a pasar de ser esta especie de princesa especial, como Taiwán trata a Paraguay, a ser tratados por China como el último orejón del tarro”, explicó. También hay resistencia a cambiar el vínculo por necesidad.
“Pareciera como que fuéramos un país mendicante”, criticó el exministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Eladio Loizaga, tras el voto del Senado. No obstante, Urdinez cree que, si la crisis política generada por la pandemia se ahonda, Abdo Benítez podría verse obligado a cambiar de aliado.
“Hay un componente emocional a favor de Taiwán que es grande, pero si el gobierno siente que con las vacunas chinas se van a salvar es probable que se incline la balanza”, opinó.
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