Livvy Haydock, periodista de investigación, es famosa por hacer documentales con algunos de los asesinos más notorios del mundo
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La periodista de investigación Livvy Haydock es conocida por hacer documentales con algunos de los criminales más notorios del mundo. Y cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple (EM) encontró el apoyo de las personas más inverosímiles: los delincuentes a los que entrevista.
“Siempre me han dicho que no tengo miedo de nada, pero esta enfermedad me aterroriza”, admite Livvy. “Me siento muy insignificante”.
La mujer de 38 años vivió una vida agitada, produciendo y presentando documentales sobre temas que van desde pandillas de niñas hasta niños soldados en el Congo.
Su último éxito es Gangster: The story of John Palmer (Gánster: la historia de John Palmer) para la BBC, que investiga la participación de Palmer en el robo de lingotes de oro de Brink’s-Mat en 1983, el robo a mano armada más grande de la historia británica.
Fue su amor por la música rap estadounidense cuando era adolescente lo que formó su fascinación por la clandestinidad criminal, las pandillas y la violencia.
“Quería entenderlo”, cuenta Haydock. “Muchas veces, las personas que cometen delitos no pueden hablar de ello desde su perspectiva”. Eso le ayudó a comprender qué los motiva a correr tales riesgos y cómo, a veces, las opciones pueden parecerles “lógicas”.
El diagnóstico
Fue mientras Livvy investigaba la guerra contra las drogas en Filipinas en 2016 cuando comenzó a desarrollarse un giro en la trama de su propia vida. “Había algo realmente mal en mis piernas”, le dice a la BBC. “Estaba segura de que era algo que comí”.
Livvy terminó de filmar y regresó a Reino Unido, pero los síntomas persistieron. Durante los siguientes cuatro años, hizo varias visitas al médico, pero nunca recibió un diagnóstico.
En 2020, le sugirieron que se sometiera a una punción lumbar, una prueba del líquido cefalorraquídeo, “para descartar EM”. Pero el resultado confirmó todo lo contrario.
La EM ocurre cuando la capa protectora que rodea las fibras nerviosas, la mielina, se daña y detiene el flujo de mensajes entre el cerebro y el cuerpo. Puede afectar la médula espinal y afectar la visión, el movimiento y el equilibrio.
Después de una llamada de un neurólogo que confirmó que Livvy tenía EM, le dijeron que recibiría otra llamada telefónica, dentro de la semana, para planificar su tratamiento. Pero, pasaron semanas y no llegó ninguna llamada telefónica, todo mientras ella intentaba mantener la calma. “Fue como si me hubieran entregado una granada”, dice.
Se distrajo concentrándose en el documental en el que estaba trabajando sobre bandas de secuestradores: “Era más fácil pensar en eso”, cuenta. Pero, en Navidad, “la granada explotó” y un pequeño desacuerdo familiar se convirtió en “un drama”.
La enfermera finalmente llamó, y cuando Livvy comenzó a procesar el diagnóstico, supo que tendría que considerar su futuro con mucho cuidado, especialmente cuando se trataba de sus peligrosas investigaciones.
Ya perdió la cuenta del número de noches que esperó en la calle a que aparecieran los traficantes para las entrevistas. “Son las personas menos confiables del mundo”, bromea. A menudo regaña a los que llegan tarde por las molestias que le han causado.
Un apoyo inesperado
Pero su trabajo también fue su salvación, no solo como algo en lo que puede perderse, sino como una fuente inesperada de apoyo y empatía.“Me encuentro con muchas discapacidades en el mundo del crimen”, dice Livvy. “Hubo un punto en que la mayoría de los pandilleros que entrevistaba estaban en sillas de ruedas o tenían problemas médicos continuos por heridas de bala”.
La enfermedad de células falciformes es un trastorno incapacitante con el que se encuentra con frecuencia. Hace que los glóbulos rojos se distorsionen y se vuelvan pegajosos, bloqueando los vasos y restringiendo el suministro de oxígeno, lo que desencadena un dolor insoportable.
Uno de sus contactos estaba recibiendo tratamiento en el hospital cuando fue víctima de una trampa. Una pandilla rival le envió mensajes de Instagram fingiendo ser una mujer y diciendo lo mucho que le gustaba.“Él estaba en el hospital y le dijo ‘ven a verme’. Entonces la pandilla rival fue a verlo al hospital y lo atacó. Fue indignante”, cuenta Livvy.
Otro de sus contactos favoritos para hablar sobre la vida con una discapacidad es un pandillero reformado que vive en EE.UU. En el apogeo de su notoriedad, dirigió 30 casas de venta de drogas en Dallas. Entonces su pandilla se volvió en su contra.
“Le dispararon en la cabeza, esa bala atravesó directamente ambos nervios ópticos y lo dieron por muerto. De alguna manera logró levantarse y ahora está completamente ciego”, explica.
Algunos de los delincuentes con los que ha hablado Livvy también son cuidadores de amigos y familiares discapacitados. “Muchos jóvenes están cuidando a sus padres. No justificaré sus crímenes con eso, pero se trata de entender qué es lo que los empuja a necesitar dinero”, señala.
El impacto de la enfermedad
La EM de Livvy afecta sus piernas, su visión y siente dolores punzantes en los costados como “descargas eléctricas”, un síntoma bien conocido de la enfermedad. También puede tener dificultades para encontrar las palabras correctas: “Termino diciendo oraciones extrañas porque los mensajes en mi cerebro no funcionan”. Su tratamiento consiste en una infusión cada seis semanas para ayudar a reducir la cantidad de daño y cicatrización de la mielina.
La enfermedad también presenta otros problemas que no esperaba enfrentar, como el hecho de si debe contarle a sus posibles parejas que tiene EM. “Ya es bastante difícil tratar de tener citas”, afirma. “Quiero conocer a alguien y sentar cabeza, pero esto parece estar en mi contra”.
Como trabajadora independiente, ahora tiene que repensar su plan de vida y su carrera para asegurarse de administrar su dinero, salud y seguridad en su inusual trabajo. “Es una industria difícil y siempre tengo miedo de tomarme un tiempo libre”, dice. “No dices que no a los trabajos porque te preocupa que no te vuelvan a preguntar”.
Pero, incluso si su carrera toma un giro diferente, planea seguir confiando en sus contactos que entienden por lo que está pasando.“Conozco a un caballero que pasó mucho tiempo en prisión y de hecho se cayó de su litera, lo que le causó lesiones horribles en la espalda. Hablamos mucho porque tenemos mucho en común”, relata.“Es bastante gracioso, pasamos de hablar de robos a ‘¿cómo estás de salud?’”.
*Por Beth Rose
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