La reciente muerte de un hombre tras pisar una mina sembrada por los narcos da muestra de la creciente militarización de los carteles mexicanos en su carrera armamentística
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La muerte de un campesino en febrero tras pisar una mina sembrada por el narco en Aguililla, en el oeste de México, encendió las alarmas sobre la escalada de violencia en una zona ya de por sí asediada durante años por el fuego cruzado entre grupos rivales.
El suceso en este municipio, bastión del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y donde nació su líder Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, dista mucho de ser una amenaza puntual. En unas tres semanas, el Ejército mexicano desactivó al menos 250 explosivos caseros en esta zona conocida como Tierra Caliente, revelado como un auténtico campo minado para mayor terror de la población local.
Las minas antipersona, que recuerdan a las estrategias utilizadas en países de grandes conflictos armados, se suman así al arsenal de los carteles mexicanos que aumentaron su poder y diversificado sus armas hasta contar con muchas de las utilizadas por militares y ejércitos en guerra.
“Ahora el crimen organizado utiliza minas artesanales en los caminos y drones cargados con explosivos. Entonces, o te cuidas del suelo que pisas, o te cuidas de lo que hay sobre tu cabeza”, resume la situación para BBC Mundo Gilberto Vergara, párroco de Aguililla, donde en febrero se desplegaron efectivos del Ejército para tratar de recuperar su control.
En efecto, a medida que la violencia aumentó en México, los grupos criminales adoptaron en la última década un enfoque cada vez más militarizado en sus tácticas y, sobre todo, en sus armas.
De contar con viejas armas soviéticas en el pasado, los carteles pasaron a utilizar desde fusiles característicos de ejércitos en guerra hasta los drones con explosivos de tecnología más sofisticada, pasando por la fabricación de sus propios vehículos blindados o incluso submarinos. Y ahora, también minas improvisadas.
Para Robert J. Bunker y John P. Sullivan, autores de dos libros sobre los avances en las tácticas de los carteles mexicanos en los últimos años y sobre la evolución de su armamento con artefactos explosivos aéreos, la adopción de minas terrestres o drones armados refleja “una escalada de violencia potencialmente indiscriminada”.
“Representan amenazas potenciales significativas a las que el Ejército mexicano tendrá que responder y evitar antes de que proliferen entre otros grupos dentro del país”, dice Bunker, entrevistado por BBC Mundo. BBC Mundo solicitó comentarios sobre este tema de la Secretaría de Defensa de México (Sedena), que desplegó efectivos para desactivar las minas en Michoacán, pero no obtuvo respuesta.
Según autoridades militares citadas por el diario El Universal, en el rastreo en la zona se encontraron minas fabricadas de modo casero, colocadas a unos 150 metros una de otra, y escondidas no solo a las afueras de las comunidades sino también en su interior.
En un comunicado del 9 de febrero, la Sedena aseguró que “se logró restablecer la transitabilidad y la paz social” en Aguililla tras el ingreso de soldados al municipio “con la finalidad de realizar operaciones para fortalecer el estado de derecho en la región”, pero no hubo mención al hallazgo de las minas.
Sin embargo, el alcalde de Aguililla, César Arturo Valencia Caballero, fue asesinado menos de un mes después. “Llevamos ya meses trabajando, porque estaba tomada toda esa región, trabajando con programas sociales (...) y se está avanzando, ya empezó a regresar la gente, recogieron sus cosechas, están inscribiéndose en los programas de Bienestar. Sin embargo, sigue habiendo tensiones”, dijo el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
¿Cómo logran estas armas?
Los expertos consultados sitúan el inicio de esta evolución y militarización de las armas del crimen organizado en México en el momento en que el Cartel del Golfo desplegó hace años por primera vez a exsoldados profesionales como parte de los Zetas, su antiguo brazo armado.
Aquello fue el detonante para que cuando un cartel intentaba sobrevivir y competir contra grupos rivales, optara por reforzar sus unidades utilizando armamento de grado militar, opinan los fundadores del sitio web de análisis de conflictos y grupos criminales en América Latina Small Wars Journal-El Centro.
En opinión de Bunker, “esto resultó en una ‘revolución militar de carteles’ que aún continúa”. El origen de dichas armas pueden ser tres. En el pasado, los carteles mexicanos obtuvieron armas de arsenales de gobiernos centroamericanos como rifles de asalto, lanzagranadas, ametralladoras, armas antitanque y granadas.
De un mercado ilegal más lejano llegaban armas de grado militar fabricadas en países como China, Rusia, Corea del Sur o Sudáfrica. Estas líneas de tráfico, sin embargo, no son hoy tan sólidas como cuando los cárteles estaban presentes en algunos puertos de México, apunta Bunker. Por el contrario, un segundo e importante origen actual de estas armas continúa siendo Estados Unidos.
Del país con el que México comparte la frontera terrestre más transitada del mundo proceden miles de los rifles Barret calibre 50 o los fusiles semiautomáticos utilizados por los carteles, y que son compradas por intermediarios en aquel país para luego ser introducidas en México escondidas en vehículos.
Según datos del gobierno mexicano, cada año se trafican ilegalmente más de 500.000 armas desde EE.UU. y, solo en 2019, fueron responsables de más de 17.000 homicidios dolosos en México.
Por ello, el Ejecutivo interpuso el año pasado una demanda contra un grupo de empresas estadounidenses de armas que sigue su curso. “Hacen armas a la medida de los clientes de México que se dedican a la delincuencia organizada”, aseguró entonces el presidente López Obrador. Esta procedencia de las armas fue visible en multitud de sucesos.
Durante la fallida operación para capturar en 2019 a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán, se identificaron en manos del cartel de Sinaloa armas como fusiles de asalto AK47 o ametralladoras como la Browning M2 calibre .50, una de las más poderosas utilizadas por la infantería de EE.UU. Pero un tercer origen de estas armas es, sin embargo, el propio México.
Según Bunker, “los carteles obtuvieron armas de funcionarios policiales, militares y gubernamentales corruptos. Incluso cuando las autoridades se incautan de armas de grado militar de los carteles, no siempre se destruyen y pueden volver a ellos por un precio acordado”.
Fabricación propia
En los últimos años, los carteles aumentaron además sus conocimientos y capacidades para fabricar sus propias armas como las recientes minas terrestres improvisadas o drones armados. Una de sus principales fuentes de aprendizaje es la interacción con otros grupos criminales.
“A veces, eso se aprende en prisión. Tales habilidades tácticas de armamento se transmitieron de grupos como las FARC de Colombia al CJNG, por ejemplo, cuando los grupos cooperan y forman alianzas”, destaca Sullivan. De hecho, si hay algo que para los expertos representa esta militarización de las armas de los carteles y que es su mejor ejemplo de fabricación casera son los conocidos como “monstruos” o “narcotanques”.
“Estos vehículos blindados evolucionaron desde solo tener puertos de armas desde los cuales pegar cañones de armas a monturas de armas fijas (para ametralladoras y rifles Barret calibre .50) a torretas blindadas giratorias que contienen estas armas”, dice Bunker.
Otra muestra de este poderío son el uso de drones, que pasó de un uso como artefacto explosivo improvisado de detonación puntual a un elemento con capacidades de bombardeo aéreo. El pasado enero, un video grabado desde un dron del CJNG permitió ver el momento en que el artefacto lanzaba varias bombas sobre un campamento en Michoacán, del que las personas huían despavoridas.
Poderío del CJNG
De hecho, el grupo liderado por el Mencho es, hoy por hoy, el cartel considerado más avanzado operativamente en su carrera armamentística. Así se encargan de mostrarlo en videos en los que exhiben sin pudor, a plena luz del día e incluso a cara descubierta, parte de su equipamiento como cuando desfilaron en tanques caseros por Aguililla el año pasado entre gritos de “¡Pura gente del Mencho!” y “Ahora paseamos los de las 4 (letras, en referencia al CJNG)”:
“Estas ‘demostraciones de fuerza’ son una muestra de poder para impresionar a la población y a sus rivales, pero también tienen una utilidad táctica verdadera. Son propaganda con capacidad operativa real”, analiza Sullivan.
De cara al futuro, los expertos consideran que la especialización en armas vista actualmente en la región en disputa de Tierra Caliente podría extenderse a otras zonas de México donde los grupos criminales vean la necesidad de lograr una ventaja táctica.
“Una vez que allí haya un cartel definitivamente en control, la violencia e innovación serán menos pronunciadas. A medida que el conflicto se traslade a otros frentes donde los carteles compiten, esas nuevas áreas en disputa se convertirán en incubadoras de innovación táctica”, pronostica Sullivan.
Además, recuerda que grupos colombianos que usaron minas terrestres como las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o bandas criminales como el Clan del Golfo interactuaron en diversos grados con los carteles mexicanos. “Se puede esperar que las minas continúen proliferando”, concluye el analista.
Bunker remarca sin embargo que el Ejército mexicano sigue teniendo mucho más poder armamentístico que los carteles en forma de tanques, artillería o helicópteros. Uno de sus puntos débiles, sin embargo, es que “los carteles se involucran en actos de corrupción que socaban las instituciones del gobierno mexicano. Las unidades de la Secretaría de Defensa en terreno pueden ser vulnerables a la corrupción si se despliegan en un área por periodos prolongados”, alerta.
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