Fue talado misteriosamente en septiembre de 2023 y la Policia mantiene abierta la investigación para saber qué pasó; millones de personas solían visitarlo en un hueco del histórico Muro de Adriano
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Las semillas y las ramas del árbol más famoso y fotografiado del norte de Inglaterra –talado misteriosamente en un acto de vandalismo el año pasado- dieron lugar a nueva vida. Un equipo de la BBC vio los nuevos brotes del arce sicomoro –Sycamore Gap- durante una visita al centro secreto del National Trust (una organización conservacionista británica) que protege a estas plántulas.
Millones de personas solían visitar a este árbol solitario que crecía en un hueco del histórico Muro de Adriano. El incidente, ocurrido en septiembre de 2023, generó una oleada de indignación y conmoción en todo el país.
La Policía todavía está investigando lo ocurrido en lo que llama un “acto deliberado de vandalismo”. Dos hombres permanecen en libertad bajo fianza. Ahora solo queda un tocón; si está sano, con el tiempo podría crecer allí un nuevo árbol.
Las ramas jóvenes y las semillas arrojadas al suelo cuando el árbol cayó fueron rescatadas por el National Trust, que cuida el sitio junto con la Autoridad del Parque Nacional de Northumberland. Cuando preguntamos qué pasó con esos ejemplares, nos invitaron a verlo por nosotros mismos.
Centro secreto
No podemos revelar la ubicación exacta del invernadero de alta seguridad, excepto que está en algún lugar de Devon, un condado en el suroeste de Inglaterra. Allí se guardan copias genéticas de algunas de las plantas y árboles más valiosos de Reino Unido.
Su salón de la fama incluye copias del manzano que, según Sir Isaac Newton, inspiró sus teorías sobre la gravedad, y un tejo de 2500 años que fue testigo de la relación del rey Enrique VIII con Ana Bolena en la década de 1530.
Se trata de plantas de respaldo para asegurar el patrimonio de la nación en caso de un brote de enfermedad, una tormenta devastadora o un ataque a los árboles.
Nadie esperaba la repentina pérdida del árbol, también conocido como el Árbol de Robin Hood. Ahora, los brotes verdes que asoman entre grandes macetas de tierra prometen que seguirá viviendo.
El National Trust todavía está decidiendo qué hacer con ellos una vez que sean lo suficientemente fuertes: las escuelas y comunidades podrían recibir árboles jóvenes para que cultiven su propio arce sicomoro, explica Andy Jasper, director de jardines y parques. Si el tocón no vuelve a crecer, se puede reemplazar. Pero. por ahora, la prioridad es cuidar los pequeños brotes.
Carrera contra el tiempo
Antes de entrar a los invernaderos, debemos desinfectarnos para evitar que ingresen enfermedades en el lugar. Las fundas de plástico azul que ponemos en nuestros zapatos serán incineradas cuando nos vayamos.
En septiembre fue una carrera contra el tiempo para llevar las semillas y las ramitas vivas a este centro especial. “Tan pronto como cortás algo, se muere”, explica Chris Trimmer, que dirige el vivero.
Cuando el árbol cayó, la horticultora local Rachel Ryver entró en acción: trepó por el árbol dañado y la pared para recolectar lo que se llama vástago: ramitas jóvenes con brotes. Esta era una materia prima vital para injertar copias genéticas del árbol.
“Se estaba secando rápidamente; tuvimos que guardar todo lo que pudimos. Horas más tarde estaba en la oficina de correos de Hexham pensando “nadie sabe que llevo lo que queda del árbol Sycamore Gap”, dice Rachel. Las cinco bolsas de ramitas, semillas y algunas hojas llegaron a Devon a las 09:30 del día siguiente. Chris Trimmer estaba esperando.
Él trabajó con plantas desde que tenía 12 años; décadas después, es uno de los principales horticultores de Reino Unido. Para él, como para muchos en todo el país, la historia es personal. La primera película que fue a ver con su ahora esposa fue Robin Hood, El Príncipe de los Ladrones; su escena de Kevin Costner y Morgan Freeman en el Muro de Adriano catapultó al árbol a la fama mundial.
Chris cuenta cómo es el proceso. “Nuestro trabajo es injertar estas cosas”, dice. Tras desempacacar las bolsas, realizó pruebas para comprobar que el material estaba libre de enfermedades y luego lo blanqueó durante cinco minutos. Fue todo un momento. “Si algo hubiera mostrado una enfermedad, todo habría sido destruido”, afirma.
A las 15.30 Chris había terminado: se habían injertado 20 piezas. Pero tuvo suerte. El otoño es un mal momento para realizar este trabajo; debe hacerse en enero, cuando los árboles están inactivos.
El injerto es una técnica antigua, utilizada por los antiguos egipcios y romanos. “Es un poco al estilo Frankenstein: añadir partes del cuerpo a otra cosa, para crear un híbrido. Pero ha, funcionado durante cientos de años”, explica Andy Jasper.
Usando un tilo como ejemplo, Juliet Stubbington, una propagadora que trabaja junto a Chris, demuestra cómo se hizo. “Hay que tener confianza con el cuchillo”, dice.
El injerto une raíces frescas con ramitas vivas que tienen cogollos de la misma especie. La esperanza es que los dos se unan para formar un árbol joven vivo más grande. Esta era la única manera de preservar el querido árbol. “Es el mismo árbol”, explica Juliet. Para ella su trabajo no es solo técnico. “Es maravilloso ayudarlos a crecer de nuevo. Cada uno de estos árboles es una historia”, dice.
Los horticultores también plantaron con éxito semillas del arce sicomoro, ahora su descendiente. Cinco meses después, se ocupan de nueve plantas injertadas supervivientes y de entre 40 y 50 plántulas.
“Este es literalmente el primero que surgió”, dice Andy Jaspar, llevando una maceta pequeña con un brote verde de 10 cm. La gente ha llorado al sostenerlo, dice. Está al lado de un tipo de plántula de rododendro que es el único conocido en el mundo.
Juliet dice que la tasa de éxito debería ser alta. Los sicomoros son famosos por su resistencia. Pero, el sentido de responsabilidad es enorme y tiene que dejar de preocuparse por ellos. “La mejor manera de matar algo es cuidarlo demasiado”, dice.
Nada puede hacer que el árbol vuelva a ser exactamente como era. Fue plantado en la pendiente natural del Muro de Adriano a finales del siglo XIX; el tiempo y el clima lo moldearon hasta darle su famosa silueta.
Esa forma ya no existe, pero lo que nazca de sus ruinas tendrá su propia historia. Pasarán tres años antes de que los horticultores sepan si el tocón está lo suficientemente sano como para producir el próximo árbol.
Hasta entonces, estas plántulas a cientos de kilómetros de distancia están preparadas, cada una esperando para ver si podría ser el próximo árbol de Robin Hood.
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