Cómo llevaron a la quiebra a Brunei
Con sus extravagantes gastos personales, Jefri Bolkiah, hermano del sultán, despilfarró todas las reservas
BANDAR SERI BEGAWAN, Brunei.- Puede parecer difícil derrochar 15.000 millones de dólares, pero aparentemente, con un poco de perseverancia, es posible.
Sin que nadie lo advirtiera, el príncipe Jefri Bolkiah, de 48 años, hermano favorito del sultán de Brunei, despilfarró durante años las reservas de ese pequeño sultanato rico en petróleo, hasta que, en 1999, tocó fondo. Su fórmula: construir palacios, edificios de propiedad horizontal y marinas; comprar hoteles de lujo, miles de automóviles y mantener de lo mejor a un séquito de esposas, amantes y 35 hijos.
Golpeada por la crisis económica asiática en 1997, la caída de los precios del petróleo y, ahora, por las extravagancias del príncipe, Brunei -una de las naciones más ricas del mundo- de pronto despierta de su sueño de abundancia y se pregunta cómo hará para mantenerse.
Incluso los más optimistas de sus 330.000 ciudadanos reconocen que en esta pequeña nación situada en el extremo noroeste de Borneo las cosas no serán como antes. Ahora tendrán que comenzar a trabajar para vivir.
La saga del príncipe dispendioso es simplemente el más reciente relato que advierte acerca de los peligros de una economía llovida del cielo. Entre otros, Nigeria, al igual que Brunei, quedó arruinada por la corrupción generada por el descubrimiento de yacimientos petrolíferos.
El colapso de Brunei se hizo patente esta semana con la subasta, durante seis días, de los bienes de Amedeo Development Corp., la compañía de construcciones y servicios del príncipe, que fue a la quiebra en 1998. Lo recaudado por la venta de unos 10.000 lotes apenas influyó, ya que concluyó ayer con un total de 7.800.000 dólares.
"Evidentemente, causa cierta gracia", comentó Ignatius Stephen, director de BruDirect.com, una revista local distribuida por Internet. "Que los grandes negocios del príncipe Jefri -añadió- acaben en una fábrica de cemento. Todo fue una burbuja. Es tan deprimente. El país está arruinado. La gente vive de prestado, y esa burbuja iba a estallar tarde o temprano."
En venta estaban los decorados de mansiones, edificios, centros comerciales y otro palacio a medio terminar. Se ofrecían desde candeleros de cristal hasta jacuzzis con bordes de oro.
A pagar impuestos
A los habitantes de Brunei, el escándalo les abrió los ojos. Durante décadas vivieron cómodamente con las sobras de la fortuna del sultán: educación y atención médica gratuitas, un elevado índice de ocupación en las industrias de petróleo y gas; nadie pagaba impuestos. A cambio, la población estaba feliz con esa familia real, que se divertía en fiestas y con el polo, las carreras de caballos, los paseos en yate, cientos de Rolls Royce y un desfile de visitantes famosos. El príncipe mandó construir un gigantesco hospital para la realeza, un moderno estadio y un hotel de 1000 millones de dólares.
Hasta la reciente crisis económica, el sultán Hassanal Bolkiah era considerado la persona más rica del mundo, con una fortuna de más de 40.000 millones de dólares, cifra que acaso haya mermado en el 75 por ciento. Durante años se consideró un delito revelar información acerca de la fortuna real.
Todos sabían que el sultán había delegado la administración financiera a su hermano Jefri. Pero fue hace poco que se supo cómo aprovechaba todo eso el príncipe. En el remate había joyas, cepillos de oro, un caballito mecedor de tres metros de altura, pianos de cola, dos camiones de bomberos Mercedes-Benz, simuladores de un helicóptero de combate Comanche, un avión Airbus A340, y hasta un auto de Fórmula 1.
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