Cómo la represión del régimen de Xi Jinping reconfigura a las empresas y la sociedad china
La campaña de “rectificación” del gobierno inquieta a la sociedad y las empresas privadas, que se topan con límites tanto en el consumo como en la producción cultural; hay fuertes restricciones al “estilo andrógeno” y la “cultura marica”
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PEKÍN.- Las órdenes suelen ser repentinas, drásticas y muchas veces desconcertantes. La semana pasada, por ejemplo, las autoridades chinas prohibieron las competencias estilo “American Idol” y los espectáculos donde consideran que aparecen hombres “demasiado afeminados”. Pocos días antes, todas las películas, series y menciones en las noticias de una de las actrices más ricas de China, Zhao Wei, fueron borradas de Internet como si ella nunca hubiera existido.
Durante las vacaciones de verano en el hemisferio norte, el sector de la educación privada, que en China mueve miles de millones de dólares, quedo diezmado de la noche a la mañana por un decreto que prohíbe las clases particulares con fines de lucro, y hay nuevas regulaciones que causaron una caída de más de un billón de dólares en las acciones de las empresas tecnológicas chinas, después de su pico de febrero.
Mientras los gigantes de la tecnología china compiten para ver quién dona más a la campaña contra la desigualdad del presidente Xi, en las escuelas primarias se enseña los lineamientos conocidos como “Pensamiento de Xi Jinping”, y varios juegos y apps extranjeras, como Animal Crossing y Duolingo, fueron eliminadas de las tiendas de aplicaciones.
Ningún sector parece a salvo de la aplastante andanada de nuevas regulaciones que puso en marcha el gobierno chino en los últimos meses. La extensiva “campaña de rectificación” —que apunta a blancos tan dispares como los servicios de transporte en autos particulares, el sector de seguros, la educación, y hasta la cantidad de horas que pueden pasar los chicos frente a los videojuegos—, está redibujando los límites de las empresas y la sociedad chinas, y al mismo tiempo parece preparar el terreno para el tercer y controvertido mandato de Xi al frente de China, que se inicia en 2022.
“Es sorprendente y al mismo tiempo revelador. Claramente, no se trata de una rectificación por sectores: se trata de una total reforma económica, industrial y estructural”, dice Jude Blanchette, titular de la cátedra Freeman de Estudios sobre China del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Todo indica que en el congreso nacional que se celebrará en el próximo otoño boreal Xi retendrá su cargo de secretario general del gobernante Partido Comunista Chino (PCCh), una situación inédita que alteraría un sistema de sucesión de líderes y límites parea los mandatos que lleva décadas. Y para tomar carrera, Xi está impulsando una agenda que aborda la desigualdad de ingresos bajo la bandera de la “prosperidad común”, una campaña que les brinda a los funcionarios y empresas que se alinean detrás de esa causa la oportunidad de mostrar su lealtad, antes del reordenamiento interno del PCCh.
Justificación de restricciones
Según las autoridades, restringir la actividad de la enseñanza particular tiene como objetivo nivelar las oportunidades en las hipercompetitivas escuelas de China y reducir los gastos internos de las familias. La presión sobre las grandes empresas de tecnología, por su lado, se ha hecho supuestamente para garantizar la competencia y los datos de los consumidores.
Sin embargo, hay nuevas regulaciones dirigidas a la juventud del país que parecen destinadas a reafirmar el control estatal sobre la cultura popular, medidas que, según los críticos, coartan las pocas vías de debate y expresión de la opinión pública china.
Las autoridades están tomando enérgicas medidas, por ejemplo, contra los entusiastas clubes de fans chinos, que hacen rankings de celebridades y siguen el día a día de las estrellas locales. Pekín también parece tener entre ceja y ceja a las celebridades masculinas conocidas por su estilo andrógino. La semana pasada, los reguladores ordenaron a las emisoras de televisión fomentar la “virilidad” y dejar de exhibir “estándares de belleza anormales” como los “niangpao”, un insulto que puede traducirse como “maricón”.
“Al partido lo incomodan las expresiones de individualismo que de alguna manera transgreden las normas que impulsa”, dice Rana Mitter, profesora de historia y política modernas de China en la Universidad de Oxford. “El partido-Estado deja en claro que tiene la primera y última palabra sobre lo que está permitido y lo que no en la cultura de masas.”
Dentro de China, la campaña fue recibida con una mezcla de aprobación y desconfianza. Liang Min, de 35 años, lingüista de la provincia de Jilin, dice que la cultura de los ídolos pop, donde los jóvenes fans le donan dinero a sus celebridades favoritas, está fuera de control. “A los adolescentes los están estafando, así que en lo personal yo estoy a favor de esa medida”, dice Liang.
En cuanto a las órdenes contra la cultura “marica”, los usuarios de Internet lo calificaron como homofobia patrocinada por el estado. “Los maricas no le hacen daño al país, pero los prejuicios y la estrechez mental sí”, decía un comentario que fue censurado en WeChat tras recibir más de 100.000 visitas.
Jo Tan, de 33 años, administrador de un instituto particular que prepara alumnos para exámenes en la ciudad de Changsha, provincia de Hunan, dice que los nuevos límites son nocivos. Su empresa tuvo que despedir a la mitad de sus empleados y los profesores que quedaron tienen que trabajar a destajo.
“Al que se le ocurrió esta política seguramente nunca tuvo que preocuparse por la educación de sus hijos”, dice Tan, y agrega que para fomentar la igualdad de oportunidades sería mejor impulsar la gratuidad de la escuela secundaria y la universidad.
Michael Shou, gerente de una plataforma de clases de inglés a pedido, cree que habrá más regulaciones y para más sectores.
“Creo que estamos viviendo una profunda transformación de la sociedad”, dice Shou. “Queda claro por las estrictas medidas regulatorias que tomó el gobierno, en tan poco tiempo y a tantos sectores diferentes”.
El avance aplanador de Xi les ha dejado muy en claro quién tiene el control del futuro de China a los antes todopoderosos titanes tecnológicos del país, como Jack Ma, de Alibaba, y Pony Ma, de Tencent. Pero también ha alarmado a los inversores.
Los funcionarios están abocados a recuperar la confianza de los inversores: el lunes, durante un foro en la provincia de Hebei, el viceprimer ministro, Liu He, prometió que el apoyo de China a la economía privada “no ha cambiado ni cambiará”. El martes, el diario estatal People’s Daily publicó un artículo de tapa donde el gobierno confirmaba su “compromiso inquebrantable” con el sector privado y la protección del capital y la competencia extranjeros.
El alcance y la velocidad de esa “rectificación” de toda la sociedad china hace que algunos se pregunten si el país ni está en vísperas de una de esas disrupciones ideológicas y culturales que ya lo han paralizado en el pasado.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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