Cómo la guerra en Gaza amplía la brecha entre sociedades árabes que “hierven” y gobiernos que hacen equilibrio
Mientras la causa palestina recibe al apoyo mayoritario en las calles y redes sociales, las autoridades miden su reacción según el grado de acercamiento que tienen con Israel
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TÚNEZ.- El ataque de Hamas del pasado 7 de octubre a Israel, y la consiguiente guerra en Gaza, han representado un desafío para los dirigentes árabes, si bien de diferente escala en función de cada tipo de régimen. Durante décadas, la calle árabe ha resentido que sus respectivos gobiernos no hicieran más para apoyar la causa palestina más allá de discursos vacíos y estériles cumbres de la Liga Árabe.
Con el estallido de la primavera árabe, en 2010, pareció que la causa palestina pasaba a un segundo plano, pero la salvaje guerra de Gaza modificó esta ecuación, volviendo a poner el asunto sobre la mesa y ensanchando el foso entre la mayoría de los regímenes árabes y su ciudadanía.
Sin duda, aquellos Estados que están en una posición más comprometida son los que habían firmado desde 2021 los llamados Acuerdos Abraham de normalización con Israel, es decir, Marruecos, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos. Buena parte de sus sociedades fueron contrarias a los acuerdos, y ahora les gustaría que se produjera una ruptura. Además de éstos, Arabia Saudita estaba negociando con Israel y Estados Unidos para sumarse a la iniciativa en el verano pasado. Y es que una de las razones que explica el acercamiento a Tel Aviv es la voluntad de estos países de fortalecer los lazos con Washington, además de neutralizar la amenaza que representa Teherán para su seguridad.
Por ello, sobre todo en estas petromonarquías del Golfo, los gobiernos no han sentido pesar por el asesinato de algunos líderes de Hamas, una organización que perciben con hostilidad por su doble condición de islamista y aliado de Irán. Ahora bien, sí lamentan que el asesinato de los dirigentes de Hamas se ha visto acompañado por la muerte de otros 40.000 palestinos y la completa destrucción de Gaza. Esta ambivalencia de algunos regímenes no encuentra su eco entre la ciudadanía.
Desde el inicio de la guerra, las redes sociales de todos los países árabes son un clamor en favor de los palestinos, y son incontables los mensajes diarios de denuncia de la “guerra genocida” que sufre la población, a menudo, acompañadas de imágenes desoladores de destrucción y muerte, así como de punzantes críticas a Estados Unidos y Europa, o Occidente en general.
“Esta guerra sirvió para que caigan las caretas de muchos gobiernos occidentales. Hablan de derechos humanos, de derecho internacional, pero solo lo aplican cuando les conviene”, remacha Shams, una activista feminista tunecina que desde hace meses tiene una gran bandera palestina colgada en el balcón. De hecho, las banderas palestinas están muy presentes en remeras, las paredes de los negocios o los eventos culturales, sobre todo en aquellos países con un gobierno hostil a Israel.
A nivel retórico, todos los gobiernos árabes han expresado su solidaridad con los palestinos y los civiles gazatíes. No obstante, hay matices y modulaciones en los discursos. Mientras Yemen, Túnez o Irak son muy contundentes en la condena a Israel, aquellos países con relaciones más o menos fluidas con Israel, como Jordania o Egipto, deben buscar un equilibrio entre una posición que no sea demasiado tibia, lo que inquietaría a sus opiniones públicas, pero tampoco ácidas en exceso, ya que podría romper puentes con el Estado judío.
En el mundo árabe, la mejor forma de saber qué piensan realmente los gobiernos, más allá de su retórica, es leer con atención sus medios oficialistas. Por ejemplo, Al-Jazeera, propiedad del emir de Qatar, país que ejerce de mediador en el conflicto y donde residen algunos de los líderes de Hamas en el extranjero, dedica buena parte de su programación diaria a glosar los ataques contra los civiles gazatíes, sin ahorrar al espectador algunas imágenes gráficas. En cambio, los medios marroquíes pasan de puntillas por la guerra, confinada a un rincón de la portada de los diarios. Por su parte, los medios sauditas y emiratíes sí abordan la situación en Gaza, pero de una forma más bien aséptica, y nunca la califican de “genocidio”.
Otra variable que marca el discurso de cada país es su posición geográfica, la cercanía o no respecto al conflicto. En Egipto, existe un palpable enojo, incluso en la alta jerarquía del régimen de Abdelfatah al-Sisi, por el hecho de que Israel haya violado el acuerdo de paz entre ambos países para ampararse de la franja de territorio colindante con la vecina Gaza. En el Líbano, la guerra suscita una gran ansiedad ante la posibilidad de que los intercambios de ataques y provocaciones entre Hezbollah e Israel acaben arrastrando al país hacia una guerra total. En cambio, en el norte de África, el conflicto se ve desde el prisma de los principios, sobre todo por parte de las poblaciones.
En Marruecos, después del acuerdo de normalización, se produjo un realineamiento de los partidos políticos cercanos al palacio real, que apoyaron la medida a pesar de ser pro-palestinos, ya que está muy aceptado que la política exterior es un ámbito exclusivo del monarca. Desde la firma del acuerdo, los contactos entre ambos países se han multiplicado en muchos ámbitos, sobre todo en la seguridad, de especial interés para Rabat. Pero también aumentaron de forma notable los intercambios comerciales -se duplicaron en el último año-, así como la llegada de turistas israelíes a Marruecos.
El ámbito de la contestación quedó limitado a los actores sociales, grupos extraparlamentarios y los islamistas marroquíes del Partido de la Justicia y Desarrollo, pero la guerra ha ensanchado sus bases. “El régimen ha permitido ahora las protestas a favor de los palestinos para que sirvan de válvula de escape del descontento. En los años anteriores, las prohibió poniendo como argumento o excusa al Covid-19”, añade el analista Alfonso Casani, de la Universidad Complutense de Madrid, quien no espera que se produzca una ruptura de las relaciones diplomáticas a causa de la guerra de Gaza.
Curiosamente, para su archienemigo regional, Argelia, la guerra representa un desafío, pero de otro tipo. Aunque el régimen siempre hizo bandera de la causa palestina, el 12 de octubre pasado fueron arrestados militantes de varios partidos que se habían manifestado de forma espontánea a favor de los palestinos. Y es que el presidente Abdelmadjid Tebboune considera que si tolera estas manifestaciones podría haber una resurrección del movimiento de protesta del hirak, que puso en peligro al régimen en el 2019. “Como la calle hervía, el gobierno acordó finalmente patrocinar alguna protesta, pero puso la condición de que no fueran los viernes, porque sabe que no puede controlar una muchedumbre de gente saliendo de las mezquitas”, explica un periodista argelino.
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