Cómo funcionaba la escuela rusa para entrenar "espías sexuales" de la KGB
Durante la década de 1960, en plena Guerra Fría, distintos grupos del Comité para la Seguridad del Estado Ruso (KGB) se dedicaban al espionaje. Entre ellos, funcionó uno muy particular de "espías sexuales" que eran entrenadas en una escuela específicamente enfocada en esa tarea.
La historia de la escuela de espías sexuales de la KGB
La historia de la escuela estatal rusa dedicada a entrenar espías sexuales fue retratada en Red Sparrow (2018), la película de suspenso que dirigió Francis Lawrence y protagonizada por Jennifer Lawrence, basada en la novela homónima de Jason Matthews.
El film relata la historia de una oficial de inteligencia ruso que es enviada a contactar con un agente estadounidense de la CIA, con la esperanza de descubrir la identidad de un topo. Mathews, autor del libro, muestra una perspectiva interna de aquel contexto, ya que él mismo trabajó como agente de la CIA durante 33 años.
"Estas mujeres fueron expulsadas en circunstancias muy controladas en Moscú", contó Mathews para dar cuenta de la existencia de la escuela durante la Guerra Fría. "Fueron entrenadas para ser atractivas y asignadas a hoteles solo para extranjeros para lanzar distintas trampas de chantaje como único objetivo".
Si bien la mayoría de las mujeres reclutadas eran soldados del ejército ruso que ingresaron al cuerpo de inteligencia, también algunas estudiantes universitarias eran incorporadas. El criterio de esas incorporaciones estaba basado en cuestiones tales como su juventud, su ideología, sus aspiraciones, su intelecto, su belleza y el conocimiento que pudieran tener culturas extranjeras.
Qué tipo de entrenamiento se brindaba en la escuela para espías sexuales
Una vez reclutadas, las cadetas debían adoptar un horario diario agotador que incluía un arduo entrenamiento físico, conocimiento de uso de armas de fuego, artes marciales y otras competencias relacionadas con la lucha cuerpo a cuerpo.
El entrenamiento recibido no era solo físico, también era sexual. Las mujeres que formaban parte de la escuela debían consumir contenido pornográfico, conocer posiciones exóticas del Kama Sutra y recibir consejos sexuales. La información, con frecuencia, era suministrada por funcionarios soviéticos que vivían en otros países.
Las agentes de esta escuela estaban preparadas para situaciones límite. Debían exponerse frente a toda una clase, podían ser filmadas e incluso abusadas sexualmente. El precio de conseguir el chantaje podía ser cualquiera y estas cadetes debían ponerle el cuerpo a cualquier situación, tanto en su entrenamiento como en sus misiones de espionaje.
"Estas mujeres fueron privadas de su libertad personal y convertidas en agentes del estado, con el objetivo final de hacer lo que sea necesario para conseguir su objetivo", explicó Mathews.
"Un día típico era ver películas pornográficas, estudiar idiomas, aprender a vestirse y recibir instrucciones sobre cómo obtener información. Una vez entrenadas, les entregaban lencería sexy y las enviaban a los hoteles de cinco estrellas alrededor de Moscú para esperar a sus objetivos", explicó el autor del libro que dio origen a Red Sparrow.
Los objetivos de las espías sexuales eran en su mayoría hombres influyentes, poderosos y solitarios. Empresarios y políticos que podían estar sentados solos en un bar, después de un día de trabajo. Ese era el momento en que una de las hermosas espías rusas entraba en acción y demostraba interés por uno de esos hombres.
Después de tener relaciones sexuales con sus objetivos, comenzaba el chantaje. "Si bien los gorriones definitivamente existieron durante la era de la guerra fría, hoy hay menos información disponible sobre el uso de este tipo de espías. No sé si todavía hay una escuela de gorriones en funcionamiento, pero imagino que todavía se usan 'trampas de miel'", sostuvo el autor del libro y ex agente de la CIA.
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