Solo en Helsinki hay alrededor de 5500 refugios subterráneos donde cabe casi un millón de personas y aguantan todo tipo de ataques de las armas más modernas, incluso nucleares
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Helsinki se define a sí misma como una capital de “baja altura”. Al igual que en el resto de Finlandia, edificios y casas de media y baja altitud, sin apenas torres o rascacielos, dominan una vista inconfundiblemente nórdica. Pero debajo, en el subsuelo, ese país nos descubre un mundo aparte.
Tomi Rask es preparador de defensa civil en Helsinki y describe con orgullo la famosa red de refugios subterráneos de la ciudad. Se trata de un conjunto masivo de espacios en que los finlandeses confían para resguardarse de una invasión, un desastre natural o cualquier infortunio de emergencia.
“Solo en Helsinki tenemos alrededor de 5500 refugios subterráneos. Cabe casi un millón de personas y aguantan todo tipo de ataques de las armas más modernas, incluso nucleares”, le cuenta Rask a BBC Mundo.
El mimo con el que los finlandeses diseñaron este entramado bajo tierra no es su única defensa ante la catástrofe. Durante décadas, Finlandia reforzó uno de los sistemas de conscripción militar más estrictos del mundo, alistado extensas reservas de petróleo, alimentos y medicamentos y educado una conciencia generalizada sobre la necesidad de estar preparados para el “peor escenario”.
Un nivel de preparación cimentado, entre otros factores, en la desconfianza hacia su vecino del este, Rusia, con el que comparte 1300 kilómetros de frontera y que en el pasado les invadió y arrebató territorios.
Desde la Segunda Guerra Mundial ambos países vivieron en relativa calma gracias a la neutralidad que adoptó Finlandia para asegurarse la paz con su vecino, pero todo cambió con la guerra en Ucrania. Finlandia percibió más cerca el peligro y ahora agiliza su incorporación a la OTAN, un movimiento que generó amenazas y advertencias desde Moscú. Momentos de tensión para un país que se preparó durante mucho tiempo para ello.
Refugios equipados
Varios de los miles de espacios subterráneos de Helsinki distan hoy de parecer un refugio para tiempos de guerra o catástrofes. Piscinas, pistas olímpicas, museos, parques para niños y restaurantes pueden encontrarse a decenas de metros de profundidad en estos súperespacios.
Sin embargo, basta activar la alarma para que se conviertan en un refugio al uso en menos de 72 horas, incluyendo el tiempo necesario para instalar duchas descontaminantes, aseos y cerrar las puertas con fuerza.
“Nuestros refugios tienen uso dual. Los usamos para resguardarnos y para almacenar bienes. En tiempos de guerra, podemos proveer oxígeno filtrado, comida y agua”, describe Rask. Y si la amenaza se extiende por más semanas y meses, los refugios también cuentan con un sistema interno para mantener este flujo de bienes y medicamentos.
En Helsinki, estos espacios pueden albergar a casi un millón de personas.“Teniendo en cuenta que en la capital hay 630.000 habitantes y capacidad para más de 900.000 en los refugios, hay mucho espacio también para visitantes y no residentes en Helsinki”, dice Rask.
A principios de 2020, Finlandia tenía 54.000 refugios de defensa civil con capacidad para un total de 4,4 millones de personas. La mayoría está en las grandes ciudades y son refugios privados de hormigón armado en edificios individuales. Las propiedades que constan de varios edificios tienen búnkeres conjuntos.
Esta extensa red se empezó a construir en los años 80, en plena Guerra Fría, “con la amenaza de una guerra nuclear” planeando sobre las cabezas de muchos, dice a BBC Mundo Anu Lahtinen, especialista en historia nórdica y finlandesa por la Universidad de Helsinki.
Servicio militar estricto
Con el fin de la Guerra Fría, el derrumbe del socialismo soviético y el regreso de la estabilidad en el continente europeo, el servicio militar obligatorio perdió popularidad y muchos países lo abolieron. Hoy, solo ocho de los 28 países de la Unión Europea (UE) lo siguen practicando, incluido Finlandia, donde además se cuenta con un destacado apoyo popular.
Este Estado, junto a otros países con conscripción obligatoria como Estonia, Lituania y la propia Suecia, “pueden agruparse porque consideran que su vecino es peligroso o impredecible. Estos países son proclives a percibir a Rusia como una amenaza”, dice un informe de Finabel, organización que promueve la cooperación entre los ejércitos nacionales de los Estados miembros de la UE.
Finlandia tiene uno de los sistemas de conscripción más estrictos del continente y desde la página web del Ministerio del Interior lo justifican en el hecho de que necesita defenderse por sí misma al no pertenecer a ninguna alianza militar.
Según la Constitución local, cada finlandés está obligado a participar en la defensa nacional. Cada varón entre 18 y 60 años es elegible para el servicio militar y las mujeres pueden aplicar de forma voluntaria. Durante el servicio, los conscriptos reciben entrenamiento de alta calidad y, tras completarlo, son reclutados en la reserva de las Fuerzas de Defensa.
Finlandia es uno de los países en la UE que más gasto destina al ejército y su número total de reclutas es uno de los mayores en proporción al total de su población de algo más de 5 millones.
Grandes reservas por ley
Finlandia también se destaca por su desarrollado sistema de almacenamiento de bienes y recursos clave que alistan para tiempos de crisis. Cada año, representantes de los sectores de la alimentación, energía y telecomunicaciones se reúnen para revisar con cautela los problemas que afectan a sus sectores.
“Son reservas caras de mantener. Es un sistema muy desarrollado donde los negocios privados están muy involucrados. Todos estamos implicados en este enfoque de preparación de nuestra sociedad”, explica a BBC Mundo Johanna Ketola, experta en políticas de seguridad exterior de Finlandia en el Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales.
Antes incluso de la pandemia, en este país nórdico ya existía un mandato para que productores e importadores de medicinas y alimentos mantuvieran reservas de entre tres y 10 meses de medicinas para suministros de emergencia.
Aunque la llegada del virus también descubrió ciertas deficiencias que ahora el país trabaja para pulir. “Muchos de nuestros mecanismos de preparación no fueron probados por años y en la pandemia se observó que no todo funcionaba como debería. Creo que fue una buena advertencia de lo que necesitamos mejorar para sentirnos más seguros”, dice Lahtinen. “Pero definitivamente, tras el Covid, muchos aprecian más que se invierta tanto en la preparación que tenemos”, agrega.
Enseñados a estar preparados
Desde niños, a los finlandeses les enseñan sobre la necesidad de estar preparados y no dejar nada al azar. Es una mentalidad forjada a causa de la precaria situación geográfica y los traumas bélicos del pasado. “Si nos comparas con otros países nórdicos, tenemos una situación logística y geográfica muy distinta”, dice Ketola.
“Finlandia está muy aislada. Nuestros suministros vienen a través del mar Báltico, pero cuando aumenta la inestabilidad en la zona tenemos problemas. Las carreteras a Europa continental pasan a través de Suecia y son increíblemente largas”, añade.
Así justifica parte de esta preparación al más alto nivel, aunque la amenaza latente de Rusia, país que le supera ampliamente en población, extensión y poder, es un componente vital de esta postura. “De alguna forma, la historia de Finlandia está conectada a un vecino del este (Rusia) con el que se sintió una amenaza frecuente”, explica Lahtinen.
Entre 1939 y 1944, Finlandia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se enfrentaron en dos guerras prácticamente consecutivas, conocidas como Guerra de Invierno y Guerra de Continuación. En ambos casos el resultado se decantó para los soviéticos, que consiguieron hacerse con parte de territorio finlandés. “El sentimiento generalizado de esos conflictos es que nos dejaron solos y eso nos dejó un trauma”, dice Ketola.
“Por eso era importante estar preparados con todo lo que está pasando ahora con la adhesión a la OTAN”, añade Lahtinen. Finlandia solicitó la entrada en la OTAN junto a Suecia el pasado 18 de mayo tras un histórico apoyo público y político.
“Tras la invasión de Rusia a Ucrania, la percepción de seguridad de los finlandeses cambió muy rápido. En esta situación volátil ya no queremos volver a quedarnos solos”, añade Ketola.
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