En Cité Soleil, el combate entre dos pandillas causó más de 200 muertos, decenas de heridos, casas quemadas y que miles de personas queden encerradas en sus viviendas sin acceso a agua o alimentos
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Cité Soleil, la “Ciudad del Sol”, es uno de los lugares más oscuros de Haití: fue por años el barrio más pobre de la capital más pobre del país más pobre de América. Y, también, uno de los más inseguros.
De hecho, en 2004, la ONU lo llamó “el lugar más peligroso del mundo”, antes de que fuerzas de pacificación del organismo internacional iniciaran una larga y polémica misión en la nación caribeña que se extendería por más de una década.
Y, aunque después de un tiempo el gobierno y las tropas internacionales ganaron relativo control sobre el barrio, en las últimas semanas se convirtió en el epicentro de la violencia que estremece a Puerto Príncipe.
Un combate entre dos pandillas dejó al menos 234 muertos -según datos de la ONU-, decenas de heridos, casas quemadas y miles de personas encerradas en sus viviendas sin acceso a agua o alimentos. Los testimonios que llegan desde allá hablan de cadáveres descomponiéndose o siendo quemados en las calles, mientras las balas cruzan las planchas de zinc, cartón y madera vieja que forman las viviendas donde se amontonan familias enteras.
Mientras los combates entre los grupos criminales continúan, organizaciones internacionales temen que la escalada de violencia pueda agravar la crisis humanitaria que ya vive el país. “Estamos muy preocupados por la situación en Cité Soleil. El abastecimiento de bienes esenciales allí es todo un desafío. Las necesidades son altas e incluyen agua, alimentos y atención médica esencial”, le dice a BBC Mundo Jean-Martin Bauer, director para Haití del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
Los enfrentamientos comenzaron el viernes 8 de julio, al parecer por una pelea territorial entre unas pandillas llamadas G9 y GPEP, que se disputan el control territorial de la comuna. Pero Bauer explica que, si bien Cité Soleil fue el núcleo de la violencia, la capital entera se vio estremecida por secuestros, bloqueos de carreteras, violaciones, asesinatos y desplazamientos forzosos de miles de personas.
La nueva ola de violencia en Puerto Príncipe estalló un día después del primer aniversario del asesinato del presidente Jovenel Moïse, cuyos responsables todavía no fueron llevados ante la justicia. Desde la muerte de Moïse, el país vivió una creciente crisis política y un vacío de poder que llevó a las bandas criminales a reforzar el control de gran parte de la capital y otras ciudades importantes.
Una comuna superpoblada
Es una de las primeras zonas habitadas de Haití que se ve cuando los aviones comienzan a aterrizar en el aeropuerto Toussaint Louverture de Puerto Príncipe. Desde el aire, Cité Soleil luce como los restos de un bombardeo sobre un bosque quemado.
Pese a su cercanía al centro de la capital, comenzó a estar habitada hace poco más de 60 años y, desde sus orígenes, era una zona para los más pobres entre los pobres. Actualmente viven allí cerca de 400.000 personas, en un área menor a 22 kilómetros cuadrados. Comenzó a poblarse durante el gobierno de François Duvalier y, cada vez que alguien perdía su casa tras incendios, tormentas u otros desastres, terminaba viviendo allí.
Fue llamada inicialmente Cité Simone, en honor a la entonces primera dama, Simone Duvalier; y, por su cercanía al puerto y a la zona industrial, pronto se convirtió también en un barrio de obreros, trabajadores del azúcar y de la Zona de Procesamiento de Exportaciones.
Pero con la crisis que vivió el país en los 90 tras el golpe de Estado contra Jean Bertrand Aristide, la industria colapsó, el desempleo aumentó y las bandas criminales comenzaron a surgir y a tomar el control de los barrios, al punto que, en pocos años, se volvieron la auténtica policía, ley y (des)orden de la comuna.
El barrio más pobre
En Cité Soleil hay solo electricidad a ratos y no cuentan con agua potable o alcantarillas: solo unos canales llenos de basura que cruzan el barrio y donde es posible encontrar desde heces, ropas y plásticos viejos hasta animales muertos y cadáveres.
Un estudio de Unicef concluyó que más del 20% de los niños allí estaban gravemente desnutridos, la mayor parte de ellos no van a la escuela y uno de los alimentos más frecuentes que se venden son unas galletas de barro llamadas galette, hechas con lodo, sal y margarina.
“Vivir en Cité Soleil es bastante difícil. Es un área donde hay una alta concentración de pobreza y de desnutrición. Es un área baja, que se inunda frecuentemente, densamente poblada por personas muy pobres que luchan para llegar a fin de mes y que, lamentablemente, se convirtió en el escenario de la violencia de las pandillas”, explica Bauer.
Los índices de criminalidad son tan altos que popularmente se suele decir que en Cité Soleil todos quieren estar en una pandilla y que las pandillas siempre están abiertas a iniciar nuevos miembros: datos de organizaciones de derechos humanos cuentan que en el barrio existen más de 30 grupos criminales.
En 2010, cuando un terremoto dejó a Puerto Príncipe en ruinas, las autoridades tardaron casi dos semanas en llegar a Cité Soleil. Bauer explica que, años después, solo iglesias y ONGs locales entran allí para ofrecer ayuda. Sin embargo, desde que empezaron las disputas entre las bandas la semana pasada, se les hace cada vez más difícil, al punto que se bloqueó el paso incluso a camiones con agua potable.
Una metáfora del país
La pobreza también tiene escalas en Cité Soleil: en el lugar más pobre de Haití también hay zonas donde se vive incluso peor. Es el caso de la barriada de Brooklyn, que es también donde se reportaron los mayores combates y la mayor cantidad de muertos en la última semana. Allí se encuentra la llamada Cité Carton, o “Ciudad Cartón”, un villorrio hecho básicamente con desechos sacados de la basura.
Para muchos, Cité Soleil, su pobreza, desigualdad y estructura son una metáfora de la capital y del país en su totalidad. De hecho, muchos notaron que el combate por el poder en Cité Soleil es un reflejo de la situación política que vive el país a gran escala: desde el asesinato de Moïse, el presidente interino vive una crisis de legitimidad y es cuestionado por miembros de la sociedad civil que aspiran también a gobernar.
Pero no solo lo que sucede en el país tiene su reflejo en Cité Soleil: lo que ocurre allí también implica en muchas ocasiones a Haití entero. “Es como una muñeca rusa con muchas dimensiones diferentes: tenés personas que se ven afectadas directamente por la violencia, luego están las personas que se ven afectadas por los impactos de la violencia y así sucesivamente hasta abarcar todo el país, que de una forma u otra está afectado por esto que está pasando en Cité Soleil”, comenta Bauer.
El funcionario de la ONU recuerda que recientemente conoció a un campesino en el norte de Haití que le contó que temía que no podría vender su cosecha porque no podría enviar los productos a la capital ni a otras regiones: de hecho, el sur de Haití lleva casi un año prácticamente incomunicado por la actividad y secuestros de las pandillas.
“Incluso si no estás en Puerto Príncipe, en un área que no está tan afectada por la violencia, el hecho de que las pandillas controlen las salidas a la ciudad tuvo un impacto en el comercio, en el empleo y en la vida cotidiana. Todas estas cosas afectan la seguridad alimentaria y la capacidad de la población para obtener ingresos y comprar los alimentos que necesita”, afirma.
Esta semana, el Programa Mundial de Alimentos advirtió que la creciente violencia, unida al aumento del costo de vida que vivió Haití en el último año, estaban poniendo a más de un millón de personas “a un paso de la hambruna”. Datos de la ONU muestran que 4,5 millones de personas en Haití (más del 40% de la población) padecen inseguridad alimentaria aguda y, de ellas 1,3 millones se encuentran en estado de emergencia.
“La violencia está dificultando que las personas se ganen la vida y, al mismo tiempo, el precio de los alimentos se está disparando. Entonces, esto significa que estamos muy preocupados de que los haitianos estén sufriendo esencialmente una crisis alimentaria que está empeorando debido a estos dos factores”, agrega Bauer.
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