Cómo es por dentro el Palazzo della Cancelleria, un espectacular palacio en Roma con oficinas secretas del Vaticano
Fue el primer edificio renacentista del centro de la capital italiana, donde se encuentran los tribunales de la Penitenciaría Apostólica, la Signatura Apostólica y la Rota Romana
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ROMA.- Pocos saben que a metros del bullicioso mercado de la Piazza Campo dei Fiori, meta de turistas de todo el mundo y famosa por su estatua, en el centro, de Giordano Bruno –el monje considerado hereje por la Santa Inquisición, quemado vivo en 1600-, se levanta uno de los palacios más espectaculares del Vaticano.
Se trata del Palazzo della Cancelleria, un imponente edificio que en el pasado fue sede de la “cancelleria apostólica” y que hoy alberga sus tres oficinas menos conocidas y más secretas: los tribunales de la Penitenciaría Apostólica –que concede las indulgencias plenarias-, la Signatura Apostólica –una especie de corte suprema- y la Rota Romana, que trata las nulidades matrimoniales.
Como indica la bandera vaticana amarilla y blanca que flamea desde el primer piso de su fachada de antiguo mármol travertino blanco, el Palazzo della Cancelleria forma parte de ese inmenso patrimonio inmobiliario que detenta la Santa Sede. En forma excepcional, fue abierto este martes a un grupo de periodistas acreditados –entre ellos, LA NACION-, para que pudieran admirar sus tesoros ocultos.
Espectacular y excepcional visita al Palazzo della Cancelleria, propiedad del 🇻🇦, en el corazón de Roma y con mucha historia! En breve sale nota pic.twitter.com/qYOdc8yMxB
— Elisabetta Piqué (@bettapique) September 13, 2023
“Por esa transparencia que quiere el papa Francisco, nosotros no sólo desde hace tres años estamos publicando un balance del patrimonio de la Santa Sede, sino que también pensamos que tenemos que mostrar toda esa belleza, cultura e historia implícita en este patrimonio”, explicó monseñor Nunzio Galantino, presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), ente que administra los bienes muebles e inmuebles del Vaticano, el artífice de la inaudita apertura.
El arzobispo Galantino -que admitió que el Vaticano es propietario de un millón y medio de metros cuadrados, de los cuales el 60% es utilizado para actividades institucionales- organizó la visita para celebrar el fin de los trabajos de restauración de la parte externa del Palazzo, que duraron tres años y que él siguió en forma personal.
El Palazzo della Cancelleria, el primer edificio de arquitectura renacentista levantado en Roma, fue construido antes del descubrimiento de América por voluntad del cardenal Raffaele Riario, sobrino del influyente papa Sixto IV (1471-84).
Leyenda
El cardenal Riario, oriundo de Savona, localidad sobre el mar de la región Liguria, en el noroeste de Italia, como puede leerse en una inscripción de la fachada del Palazzo, era el camerlengo de su poderoso tío, Sixto IV, recordado por la construcción de la Capilla Sixtina, en el Palacio Apostólico del Vaticano.
La leyenda indica que el cardenal Riario decidió construir esa mole grandiosa en medio de la Roma medieval, en una zona en ese entonces pantanosa, por donde pasaba un canal artificial –realizado para evitar las inundaciones del cercano río Tíber-, después de haber ganado, en una noche de apuestas, 60.000 escudos. Dicen que el cardenal Riaro le ganó esa suma fabulosa a Franceschetto Sibo, sobrino de otro futuro papa, Inocencio XVIII (1484-92).
Pero en 1517 el flamante Palazzo, recién terminado, fue secuestrado por el papa Leo X (1513-21), uno de los Medici de Florencia, ya que cardenal Riaro quedó bajo sospecha de haber urdido un complot para asesinarlo.
Más allá de las intrigas, lo cierto es que, tal como explicó la historiadora Claudia Conforti, el Palazzo pasó a ser “una colosal máquina de propaganda” del poder de los papas. Entonces no había televisión ni redes sociales y para transmitir y celebrar las grandes empresas papales se recurría al arte, que se ostentaba ante los invitados ilustres en los enormes salones dedicados a las ceremonias, de techos altos y decorados con todos los oropeles posibles. Fue así que se le consignó al famoso pintor, arquitecto e historiador Giorgio Vasari (1511-1574) la decoración de uno de los salones principales, el “Salón de los Cien días”, en cuyos magníficos frescos pueden reconocerse facciones, entre otros, de los personajes ilustres de la época, como el cardenal Alessandro Borghese.
El “Salón de los Cien días” –que, según la leyenda, Vasari pintó en cien días y que cuando se lo contó a Miguel Ángel, éste, con sorna, le dijo “se nota”- es sólo una de las varias joyas ocultas del Palazzo della Cancelleria. En lo que hoy son las oficinas de la Rota Romana –el tribunal que resuelve sobre las nulidades matrimoniales-, hay un balcón más que histórico que da sobre la via del Pellegrino. No sólo tiene vista al camino que solían utilizar los peregrinos para ir hasta el Vaticano, sino también a la Piazza Campo dei Fiori. “El balcón era utilizado por el cardenal para saludar al Pontifice cuando, con su carruaje, pasaba por allí para ir hasta el Vaticano, proveniente desde San Juan de Letrán”, precisó Conforti.
También grandioso es el patio rectangular interno, con columnas de granito provenientes de termas de la época del Imperio romano, que el cardenal Riario quiso que se levantara donde se encontraba la antigua iglesia paleocristiana dedicada a San Lorenzo mártir, construida por papa Damaso (366-384). De acuerdo con sus arquitectos, la demolió y reconstruyó a un costado, englobándola en el Palazzo. Se trata de la Basílica de San Lorenzo in Damaso, también propiedad del Vaticano y hoy visitable. Las ruinas de su antecesora pueden verse, en cambio, atravesando escaleras, en el subsuelo del edificio, abriendo la puerta de un corredor donde hoy se levanta un museo dedicado a Leonardo, otra única parte visitable del Palazzo. Allí también se ve parte del Euripus, el canal artificial que aún fluye en las entrañas de la ciudad eterna y el sepulcro romano del cónsul Aulio Irzio, del 43 a.C.
“No lo sabemos exactamente, pero el patio del Palazzo della Cancelleria es atribuible al Bramante”, destacó la arquitecta Maria Mari, que participó de los recientes trabajos de restauración del edificio, que aludió a Donato “Donnino” di Angelo di Pascuccio (1444-1515), il “Bramante”, primer arquitecto del papa Julio II y uno de los grandes rivales de Miguel Ángel, autor del famoso Patio San Dámaso del Palacio Apostólico, entre otras maravillas del Vaticano.
En la parte trasera del primer piso del Palazzo, en lo que era la residencia personal del cardenal Riario funcionan hoy las impactantes oficinas de la Penitenciaria Apostólica. Allí, al margen de una capilla y un archivo napoleónico de boisserie –porque el Palazzo también pasó por manos de Napoleón-, impacta la Sala del Peruzzi, con frescos de estilo grotesco realizados por el arquitecto, pintor y escenógrafo Baldassare Peruzzi (1481-1536), alumno de Rafael. Allí, por voluntad del cardenal Riario, dejó inmortalizado su lema, presente en otras partes del extraordinario Palazzo, que dice, en latín, “esta es una obra perpetua”. Y no se equivocó.
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