Cómo es el “súper green pass” que lanzará Italia para contener el avance del coronavirus
El gobierno de Mario Draghi podría anunciar este miércoles los detalles de un plan estricto, sobre todo para los no vacunados
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ROMA.- ¿Otra vez el déjà vu y la pesadilla de más medidas anti-coronavirus? Sí.
Aunque la situación epidemiológica sigue bajo control en Italia, para contener la cada vez más alarmante cuarta ola que azota el norte y el este de Europa, y para exorcizar el escenario de una Navidad de terror como la de 2020, marcada por encierro y soledad, el gobierno de Mario Draghi se apresta a aprobar nuevas medidas y restricciones.
El nuevo decreto, que se espera sea aprobado este miércoles, al margen de extender el estado de emergencia hasta el 30 de enero del año próximo, implementará un “súper green pass” que golpeará especialmente a los no inmunizados. De hecho, el pase sanitario, aquí llamado “green pass” (pase verde) ya no será como antes: no podrá obtenerse con un test de hisopado negativo –como ocurrió hasta ahora-, sino que solo podrá tenerlo quien se haya vacunado o se haya curado de la enfermedad.
De confirmarse esta línea dura –impulsada por casi todos los gobernadores del país-, los no vacunados, una minoría de 7,6 millones de personas, van a tener una vida más que complicada. No podrán ingresar a espacios interiores de restaurantes y bares, ni ir al cine, al teatro, a museos, gimnasios, piletas, estadios y demás espectáculos, como hacían hasta ahora, con un “green pass” que podían conseguir con un test de hisopado negativo.
Aunque aún quedaba por establecerse a partir de cuándo y dónde se implementará el “súper green pass”: ¿regirá solo en zonas amarillas, naranjas y rojas, es decir, con más riesgo de contagio, o también en las blancas, el color que tiene ahora toda la península, pero que en ciertas zonas seguramente cambiará en breve?
En medio de la creciente preocupación por la ascendente curva epidemiológica, el gobierno dará esta vuelta de tuerca no solo porque se detectó que los tests rápidos muchas veces no son confiables, sino sobre todo para presionar aún más a ese “hueso duro de roer” e “irreductible” del universo no-vax. Según el gobierno, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el mundo médico en general, en efecto, la vacuna resulta la única arma para defenderse de ese enemigo invisible que en Italia causó hasta ahora 133.330 muertos y estragos económicos. Un enemigo que muchos creían derrotado, pero que volvió a levantar cabeza. Un estudio del Instituto Superior de Sanidad difundido hace unos días indicó que la campaña de vacunación del país evitó, desde junio hasta ahora, unos 12.000 muertos.
Una curva creciente
Aunque la situación de hospitales y terapias intensivas al momento no es alarmante –a diferencia de Alemania, Eslovenia y otros países del Este de Europa-, desde la semana pasada la curva de contagio ha ido creciendo, con un promedio de 10.000 nuevos casos por día. Los expertos explican que si la situación está bajo control y es totalmente distinta a la de hace un año -con muchos menos fallecidos- es gracias a la exitosa campaña de vacunación que hubo en Italia, uno de los países de Europa con la tasa más alta de inmunización.
Según los últimos datos del Ministerio de Salud, más del 84% de la población mayor de 12 años ha completado el ciclo de inmunización; mientras que se han dado el “booster”, refuerzo o tercera dosis, más de 3,5 millones de personas, a las que le correspondía la inyección porque ya habían pasado 6 meses de su última inoculación.
Al respecto, otra novedad es que el gobierno, viendo con pavor el aumento de infecciones también de vacunados a quienes le ha bajado la protección, decidió ahora que solo deberán pasar cinco meses de la última inoculación.
Mientras también en Italia se analiza la posibilidad de que la vacunación contra el coronavirus se vuelva obligatoria para todos –como determinó Austria y como pide la UIA local-, el gobierno de Draghi prefiere no exacerbar los ánimos, ya caldeados, que reinan en el país. Todos los fines de semana hay manifestaciones de anti-vacunas en contra de la “dictadura sanitaria”. No obstante, el decreto insistirá en la misma línea de rigor y prevé que sea obligatoria la tercera dosis para los sanitarios y quienes trabajan en hogares de ancianos; esta obligatoriedad podría extenderse al personal docente, de seguridad y de la administración pública.
Al margen de implementar el “súper green pass” –que aún no se sabe si pasará a funcionar en una Italia a nivel epidémico de color blanco, como es ahora, o sólo en las zonas de más riesgo, volviéndose de color amarillo, naranja o rojo de acuerdo a la gravedad-, el decreto también podría reducir la duración del pase sanitario. Siempre con el objetivo de incentivar a la población a darse la tercera dosis, refuerzo o “booster”, algunos gobernadores reclaman que el “green pass”, que ahora dura 12 meses, se reduzca a 9 o incluso a 6 meses.
Duración de los tests
En otra medida bajo análisis que también le pone los pelos de punta a los no vacunados –que ahora viven haciéndose hisopados para poder ir a trabajar, al cine, a ver una muestra o a cenar en un restaurante-, el decreto también podría volver a revisar la duración de los tests de hisopado: el rápido o antigénico podría reducirse de 48 a 24 horas y el PCR (aquí llamado molecular), de 72 a 48 horas. Para los no vacunados estos seguirán sirviendo para poder ir a trabajar, viajar en avión o en tren de alta velocidad.
En medio de enorme expectativa, en un clima entremezclado de alerta y de cuenta regresiva hacia un empeoramiento de una vida que parecía haber vuelto a la normalidad, el gobierno también podría decidir el regreso del uso del barbijo obligatorio al aire libre en todo el territorio nacional, como propuso el gobernador del Véneto, Luca Zaia.
En este marco de incertidumbre, quienes trabajan en el sector turístico y pensaban que, después de más de un año de parálisis y después de un boom de viajes en estos últimos meses, con las vacaciones de Navidad seguiría la recuperación, empiezan a temblar. Dueños de hoteles de localidades de montaña, que esperaban con ansias la temporada de esquí, suspendida el año pasado, así como de ciudades que viven del turismo, como esta capital, no ocultan su alarma. “¿Y ahora qué?”, se preguntan, al ver que mucha gente empieza a anular sus reservas porque no se sabe si habrá confinamientos parciales, ni dónde, ni qué pasará con las fronteras. Otro déjà vu, otra pesadilla.
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