Cómo es el policlínico Gemelli, la "tercera casa" de Juan Pablo II
Tiene un departamento para el Santo Padre; vivió allí 147 días
ROMA (De nuestra corresponsal).- Revolucionado. Así estaba ayer, un día después de la internación del Papa, el policlínico Agostino Gemelli, uno de los mejores hospitales de esta capital y de Europa, ligado a la Universidad Católica.
"Intenté subir a su departamento del décimo piso, del bloque E, pero fue imposible: el ascensor se bloqueó en el noveno piso, y en el décimo, según me dijeron, está lleno de carabinieri y guardias del Papa", contó a LA NACION Romano Porfiri, un auxiliar de enfermería de este inmenso hospital, que queda en la periferia norte de esta capital, en pleno barrio Monte Mario.
"Hace 20 años que trabajo acá, y para nosotros ésta es otra casa del Papa. Tenemos todo preparado para él. Cuando nació mi hija, Deborah, hace 14 años, desde el Vaticano me mandaron un paquete de regalo", agregó Romano, vestido con uniforme y suecos verdes.
Se lo conoce como el "Vaticano III" -después de la Santa Sede en la Plaza de San Pedro y la residencia de verano del Papa en el pueblo de Castel Gandolfo- porque en el observadísimo décimo piso de una parte del edificio Karol Wojtyla tiene un verdadero departamento, con 10 habitaciones y una capilla y porque, desde que sufrió el atentado de 1981, el Pontífice estuvo internado allí ocho veces, por un total de 147 días.
"¿Ve esa hilera de ventanas con las persianas bajas? Esas son las del departamento del Papa", dijo a LA NACION Giacomo Arduino, un miembro del equipo de mantenimiento del hospital, vestido con un mameluco azul, al indicar con el índice el lugar bajo la lupa de todo el mundo.
"El departamento es de unos 20 por 10 metros, tiene 10 habitaciones, y tiene muebles muy simples", agregó su compañero Giancarlo Safro, al contar que hace cuatro años hizo trabajos de carpintería justamente en este sitio.
Moderno, formado por distintos bloques de cemento, en su interior el Gemelli tiene de todo: quiosco de revistas, restaurante, self-service, bar, una librería -en cuya vidriera se veían ayer algunos de los best sellers del Papa-, una fuente, varias aulas magnas y por lo menos dos capillas, en el segundo y el tercer subsuelo.
Allí, los familiares de los cerca de 2000 enfermos que puede atender el policlínico por lo general se juntan para rezar el rosario, algo que ayer se hizo, pero también para ayudar al ilustre enfermo del décimo piso.
"Es un santo, pero uno más de nosotros, que sufre, que viene al hospital para curarse y que lucha contra su enfermedad", dijo María Rosa, una anciana que repartía rosarios de plástico y folletos religiosos. "Rezo por el Papa, para que la Virgen, que habla siempre con él, lo cure", añadió.
Entre el vaivén de familiares, de enfermos en pijama y bata que pululaban en el hall y debajo de las ventanas papales, religiosos y religiosas que se acercaban a preguntar por el Papa, hubo escenas de caos en el Gemelli.
Fue cuando, cerca de las 9 (hora local), ingresó el vocero papal, Joaquín Navarro Valls: entonces hubo corridas, avalanchas de periodistas con caballetes y cámaras, y descontrol.
Más tarde, el Gemelli improvisó en una parte del inmenso hall un área de prensa, con sillas para los periodistas venidos de todo el mundo, una tarima y parlantes para eventuales anuncios. "Menos mal, porque cuando cubrí la agonía de Arafat en el hospital militar de París nos dejaban a la intemperie, afuera, en un frío helado muy parecido al que está haciendo acá", comentó un cronista alemán, que concluyó: "No hay nada que hacerle, más allá del desorden, los italianos son más simpáticos".
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