Su industria sufre el retroceso más largo de su historia y deja al descubierto problemas estructurales, según economistas
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Como si de un maleficio se tratara, a Alemania todo lo que le podía ir mal en los últimos tiempos, le fue pésimo.
Su industria sufre el retroceso más largo de su historia -superando incluso la crisis financiera de 2008-, sus exportaciones se enfrentan a una competencia salvaje en el mercado global y su crecimiento, dicen los economistas, esquivó la recesión solo gracias a un tecnicismo formal.
En el Foro Económico Mundial de Davos, el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, negó que estos problemas convirtieran a Alemania en el “hombre enfermo” de Europa.
Pero, según los economistas, la debilidad de la economía más grande de Europa deja al descubierto problemas estructurales que no podrán resolverse a corto plazo.
El primero es el de la energía. Su precio no sólo afecta a los costes de las empresas y a su competitividad internacional. Los consumidores también sufren la dentellada de unos precios más altos que van desde el arroz a la nafta y el gas.
“Que ahora mismo, mientras tú y yo estamos hablando, por el Nord Stream no pase ni un milímetro cúbico de gas, es inconcebible para Alemania”, explica el economista y profesor del IESE Business School, Javier Díaz-Giménez.
La conexión estaba destinada a transportar gas natural desde Rusia a Alemania a través del mar Báltico proporcionando energía barata a toda la economía.
Pero tras la invasión de Ucrania y de que Europa rompiera lazos con Putin, Alemania perdió a su principal proveedor.
Vieja economía
“Todos los modelos de negocio de la Alemania industrial, y en realidad de toda la sociedad, estaban basados en disponibilidad de hidrocarburos abundantes y baratos, sin límite, que iban a venir por los gasoductos de Rusia”, asegura Díaz-Giménez.
“Vivíamos en un mundo en el que con dinero podías comprar lo que quisieras a quien quisieras. Pero en el mundo de ahora, no. Ahora, tener dinero no te vale para nada. Tienes que tener dinero y amigos” y claramente Rusia ya no es socio de ninguna nación europea.
“Todos esos modelos de negocio basados en energía abundante, barata y sucia, están sufriendo ahora”, dice el economista del IESE.
La puntilla para las empresas alemanas fue la decisión de cerrar las centrales nucleares del país.
Y las marcas alemanas de más renombre, que tradicionalmente han vendido en el extranjero enormes cantidades de automóviles, maquinaria y productos farmacéuticos, químicos y electrónicos, atraviesan momentos duros.
“Estamos acostumbrados a estas grandes marcas del pasado y queremos hacer todo lo posible para tenerlas en el futuro”, le dice Verena Pausder, una exitosa empresaria alemana que tiene claro dónde cree que va mal la economía alemana.
Y a veces ponemos demasiada energía en conservar lo que tenemos [en lugar de] invertir en cosas nuevas”, explica.
“Me temo que nos perderemos el futuro porque corremos muy pocos riesgos”.
Pausder, quien también es presidenta de la Asociación Alemana de Startups y fundadora del desarrollador de aplicaciones para niños Fox & Sheep, cree que lo que se necesita es un “cambio de mentalidad”.
El mayor ejemplo de la fricción entre la vieja y la nueva economía lo encarna el sector del automóvil.
“Alemania está llena de ingenieros mecánicos en un mundo que va a dejar de ser mecánico y que se vuelve digital, informático”, dice Díaz-Giménez.
Un carro de los de antes, no tiene nada que ver con la tecnología y el funcionamiento de un vehículo eléctrico, recuerda.
Para Álvaro Antón, director general para iberia de la firma abrdn “la transición global hacia los vehículos eléctricos tiene dos implicaciones negativas importantes”.
“En primer lugar, Alemania produce más vehículos con motor de combustión interna que eléctricos. En segundo, el proteccionismo en varios mercados de exportación que son clave para Alemania socava su competitividad en el exterior”, explica.
China, de cliente a competidor
Y esa es otra de las razones por las que la economía alemana está de capa caída.
No sólo es que sus competidores tiene energía más barata. También sucede que uno de sus principales clientes está en apuros. China ya no crece como lo hacía antes y eso implica que compra menos también.
Los economistas hablan de la pérdida de la posición de liderazgo de Alemania en sectores que siempre dominó.
“El viejo modelo alemán dependía de una relación amistosa con Rusia para asegurarse energía barata, otra con China para asegurarse un gran mercado, y del paraguas de Estados Unidos para sus necesidades de seguridad”, explica a BBC Mundo Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
Pero ahora, el gigante asiático ha ascendido rápidamente en la cadena de valor y compite directamente con Alemania en algunas de sus industrias clave, como es la de la automoción.
“China ocupa el cuarto lugar en las exportaciones alemanas de bienes. Por eso, la debilidad económica china se deja sentir en la economía alemana más que en otras. Y como las empresas chinas han logrado ascender en la escala de la innovación, China ya no es sólo un mercado de exportación, sino también un competidor”, asevera Martin Wolburg, economista senior en Generali AM.
“Los fabricantes alemanes de automóviles tienen que ponerse al día en el ámbito de los vehículos eléctricos”, agrega.
Altos salarios
“En la situación actual salen a relucir las deficiencias de la economía alemana. El modelo de crecimiento orientado a la exportación se convierte en una carga en tiempos de debilidad de la actividad mundial, incertidumbre geopolítica y necesidades de deslocalización”, dice Wolburg.
Muchos temen que gran parte de sectores tradicionales en los que el motor de Europa tenía ventajas competitivas, van a pasar a Asia o África por los menores salarios. Así, para que la economía alemana vuelva a crecer, la innovación será crucial.
“La sociedad alemana va a tener que volver a transformarse, cosa que en el pasado ha hecho muy bien, ha sido capaz de superar la Segunda Guerra Mundial, de integrar a Alemania del Este, y ahora va a tener que reconvertir a su principal fuerza laboral, que son sus ingenieros”, dice Díaz-Giménez.
Todas estas turbulencias han calado en la población.
Según Moritz Schularick , presidente del Instituto de Economía Mundial de Kiel, “la infelicidad no se debe principalmente a la situación económica actual, sino a un malestar cultural más profundo, así como a la incertidumbre y el miedo”.
“Hay mucha angustia”, sentencia.
Los alemanes ven como los tiempos de fuerte crecimiento y prosperidad se alejan. Además, las subvenciones para proteger a los hogares y las empresas durante la crisis energética se están retirando, lo que está afectando al bolsillo.
“Los alemanes se quejan de la falta de inversión en infraestructuras y mantenimiento general de los servicios públicos. El envejecimiento demográfico y las estrictas normas presupuestarias dificultan el cambio de la situación en la próxima década”, detalla Azad Zangana, economista senior para Europa de Schroders.
Ascenso de la extrema derecha
El descontento económico ha contribuido al ascenso político del partido de extrema derecha AfD, considerado contrario a la inmigración. En medio de la escasez de mano de obra, esto es algo que preocupa a líderes empresariales como el director general del gigante del software SAP, Christian Klein.
“Estamos completamente en contra de cualquier tipo de extremismo ahora, porque necesitamos atraer talento que venga a innovar, para impulsar la economía”.
A su favor Alemania cuenta con varios factores. El primero, una enorme disciplina fiscal que da margen a las administraciones para invertir en el nuevo modelo de economía. Luego está la mentalidad de sus empresas y la excelencia de sus trabajadores.
El país parece haberse dado cuenta de que el mundo ha cambiado y de que no puede seguir haciendo exactamente lo mismo que antes.
En segunda fila esperan miles de empresas innovadoras que podrían dar a la quinta economía del mundo el impulso definitivo que necesita.
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