Cómo el caso de la tenista Peng Shuai frustró la máquina de propaganda de China
Acostumbrado a imponer mensajes a las audiencias en el país, no ha aprendido a elaborar una narrativa que resista en el extranjero
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HONG KONG.- El gobierno chino ha desarrollado una extraordinaria capacidad para controlar lo que piensan y dicen sus 1400 millones de ciudadanos. Pero influir en el resto del planeta ya es otra cuestión, como ha demostrado cabalmente la tenista Peng Shuai.
Los medios de comunicación estatal chinos y sus periodistas presentaron evidencia tras evidencia para demostrar que la estrella del tenis chino estaba segura y a salvo, a pesar de las acusaciones públicas de la tenista contra el poderoso exvicepremier Zhang Gaoli por abuso sexual.
Es difícil estimar cuántos chinos se enteraron de la denuncia que hizo Peng a principios de este mes en las redes sociales chinas, donde dio detalles del abuso que sufrió. En su publicación le ponía nombre a su agresor, Zhang Gaoli, pero la mención fue eliminada en cuestión de minutos.
Un medio de prensa controlado por Pekín dijo haber obtenido un email escrito por Peng donde niega la veracidad de su acusación. Otro medio mostró un video de Peng durante una cena, donde ella y sus compañeros mencionan explícitamente la fecha, como para demostrar que el video fue registrado este último fin de semana.
Pero la indignación internacional creció aún más. En vez de convencer al mundo, la respuesta propagandística de China se convirtió en un ejemplo de manual de la incapacidad de Pekín para comunicarse con audiencias a las que no puede controlar a través de la censura ni de la coerción.
La comunicación del Partido Comunista (PCCh) es a través de mensajes unívocos, que ven en un solo sentido, de arriba hacia abajo. Por eso parecen tener problemas para entender que un relato convincente debe llegar respaldado por hechos y ser verificable por fuentes independientes y creíbles.
La versión oficial
En sus comentarios oficiales, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China esquivó las preguntas sobre la denuncia de Peng, primero negando tener conocimiento del asunto, y luego diciendo que el tema escapaba a su órbita de acción. Este martes, el vocero Zhao Lijian recurrió a una táctica conocida: cuestionar las motivaciones detrás de la cobertura mediática que tuvieron las acusaciones de Peng Shuai. “Esperemos que dejen de mediatizar y politizar las cosas”, les dijo Zhao a los periodistas.
En los últimos años, China se tornó más sofisticada en el uso del poder de Internet para instalar un relato más positivo y menos crítico de la realidad, una estrategia que a veces que parece funcionar y otras veces no. Pero en el fondo, la maquinaria de propaganda de China sigue creyendo que la mejor manera de hacer desaparecer los problemas es hacer callar al que grita. Otro método para silenciar a las empresas y gobiernos que no compran ese relato es amenazarlos con cerrarles el acceso al vasto mercado chino.
“Ese tipo de mensajes están pensados como una demostración de poder: Si nosotros decimos que está todo bien, ¿quién es usted para afirmar lo contrario”, tuiteó Mareike Ohlberg, miembro del instituto de investigación German Marshall Fund de Berlín. “El objetivo de esos mensajes no es convencer a la gente, sino intimidar y demostrar el poder del Estado.”
China tiene un largo historial de testimonios poco creíbles. Un destacado abogado que está preso, por ejemplo, denunció por televisión estatal que su hijo había huido del país. El encargado de una librería de Hong Kong que fue detenido por vender libros sobre la vida privada de los líderes chinos dijo después de su liberación que para dejar satisfechos a sus captores tuvo que hacer más de una decena de confesiones grabadas.
Esta vez, el mundo del tenis femenino no se deja convencer y tal vez no organice eventos en China hasta que Peng está realmente libre del control del gobierno. Las estrellas del tenis mundial, Serena Williams, Naomi Osaka y Novak Djokovic, entre muchos otros, tampoco parecen tener miedo de perder el acceso a un mercado potencial de 1400 millones de aficionados a ese deporte. De todos modos, la reacción es conflictiva, porque faltan apenas unas semanas para la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2021.
El inmenso ejército de propagandistas del país no ha logrado colmar las expectativas de líder máximo Xi Jinping: tomar el control del relato global sobre lo que ocurre en China. Pero el aparato de propaganda no tiene toda la culpa: ese fracaso responde a la naturaleza controladora del sistema autoritario de China.
Preocupación
“Ellos pueden lograr que Peng Shuai desempeñe cualquier papel, incluso que haga alardes de una supuesta libertad”, escribió en Twitter el empresario de medios Pin Ho, radicado en Nueva York.
Para los funcionarios chinos a cargo de la gestión de crisis, escribió Pin Ho, ese control es rutinario. “Pero para el mundo libre, eso es todavía más aterrador que una confesión forzada.”
Uno de los mayores indicios de que Peng no es libre de decir lo que piensa es que en la Internet china su nombre sigue censurado.
“Mientras la cobertura de su caso sea diferente dentro y fuera de China, ella no podrá hablar libremente”, dice Rose Luqiu, profesora de periodismo de la Universidad Bautista de Hong Kong.
A pesar de la gran preocupación que cunde en Twitter y otras redes sociales bloqueadas en China por el bienestar de la tenista, la opinión pública china en general sigue bastante ajena a esas discusiones.
El viernes a última hora, cuando el hashtag #whereispengshuai (“dónde está Peng Shuai”) cobraba fuerza en Twitter, en las redes sociales chinas no había una sola mención al tema. De todos modos, el caso de Peng había llamado claramente la atención de los chinos políticamente activos.
Un usuario de la red social Weibo preguntó en un comentario si guardar una captura de pantalla de la publicación de Peng era incriminatorio. En otro comentario, un usuario de Weibo dijo estar demasiado asustado para compartir la publicación.
Y tienen buenas razones para estar asustados. Pekín tiene muchas atribuciones para arrestar y presentar cargos contra ciudadanos por lo que dicen en las redes. A muchas personas les cierran directamente sus cuentas en las redes por el simple hecho de compartir contenidos que los censores consideraron inapropiado, incluido todo lo relacionado con el movimiento #MeToo.
China está muy resentida por la mala imagen del país que proyectan los principales medios de comunicación de Occidente y hace años que intenta tomar las riendas de ese relato. El presidente Xi ha manifestado su esperanza y su interés en que China pueda dar forma a un relato global que sea compatible con su creciente importancia en el escenario internacional. “Cuenten bien la historia”, fue la directiva del máximo líder. “Creen una imagen de China que sea creíble, amable y respetable.”
Por Li Yuan
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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