Cómo derrotar a Estado Islámico: el enigma que desvela a las potencias
Entre expertos y funcionarios no hay consenso sobre una estrategia efectiva, pero sí creen que es urgente resolverla crisis siria; a largo plazo, son fundamentales las reformas democráticas en los gobiernos de Medio Oriente
NUEVA YORK.– Gran parte del mundo concuerda con la necesidad de terminar con Estado Islámico (EI), pero acordar el modo de lograrlo y predecir cuáles serían las consecuencias no deseadas parece mucho más complicado.
El grupo terrorista demostró ser tan flexible y resiliente como apocalíptico y brutal. Bajo presión, medra. Y tal vez una escalada de la guerra con Occidente sea lo que justamente está buscando para atraer a nuevos reclutas.
Y no hay que olvidar que el grupo predecesor de EI ya fue derrotado en el pasado: Al-Qaeda en Mesopotamia, que se formó para combatir a los norteamericanos tras la invasión a Irak de 2003, fue aplastado y sus líderes, asesinados en 2009.
Esa operación se cobró la vida de miles de soldados de Estados Unidos, costó miles de millones de dólares, y el esfuerzo de pagarles a los líderes sunnitas tribales para que lucharan contra la agrupación terminó siendo insostenible.
Pero tras la retirada de Estados Unidos de Irak, el grupo volvió a surgir en las sombras, y su nueva reencarnación fue aún más brutal e implacable.
Ahora que hay acuerdo regional y de las superpotencias mundiales, incluidos países rivales como Estados Unidos y Rusia, o Arabia Saudita e Irán, para destruir a la agrupación terrorista, la pregunta es cómo evitar los errores del pasado.
Cuando se consulta a diversos grupos de expertos, funcionarios, religiosos y ex jihadistas, queda claro que no hay consenso sobre una estrategia efectiva para derrotar a EI. De todos modos, un amplio grupo de personas que siguen de cerca al grupo concuerdan en que hay ciertos temas que deberían ser parte de la solución.
Si bien está dispuesto a tolerar la continuidad de Bashar al-Assad en el poder durante un breve período de transición, Estados Unidos ha intentado combatir a Estado Islámico en Siria sin que parezca que apoya al presidente. Los rusos, sin embargo, insisten en que el objetivo central debe ser derrotar a EI y que Al-Assad es un aliado en esa batalla.
Según los expertos, la posición de Estados Unidos -derrotar a EI y derrocar a Al-Assad- demostró su ineficacia en ambos temas. Aseguran que ya es hora de que Estados Unidos abandone ese doble objetivo y se decida. Una opción es que Washington se alíe con Rusia, Irán y el gobierno sirio de Al-Assad, sellando una alianza que permita intensificar el combate contra el grupo.
"No se pueden jugar dos cartas al mismo tiempo", dice Kirill V. Kabanov, ex agente de inteligencia interna de Rusia, en referencia a la, en su opinión, fallida táctica de Occidente de intentar derrotar a Al-Assad y a Estado Islámico al mismo tiempo. Kabanov dice que la solución es elegir el mal menor dentro de la guerra civil siria, que, a su criterio, es Al-Assad.
La otra opción es que Estados Unidos priorice la remoción de Al-Assad, cuyos ejércitos son responsables de una carnicería mucho mayor que la desatada por Estado Islámico. Mientras Al-Assad permanezca en el poder, será muy difícil convencer a los sunnitas de que se unan a la lucha contra la agrupación extremista. "Es probable que no haya solución para el problema de EI hasta que no se solucione el tema de Al-Assad", dice J. M. Berger, académico de la Brookings Institution y coautor del libro ISIS: The State of Terror. "Ese factor termina paralizando todo lo demás."
Emile Hokayem, miembro del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, señala que las potencias occidentales primero tuvieron que señalar a Al-Assad como parte del problema, porque fueron la brutalidad y el sectarismo de su gobierno los que facilitaron el auge de Estado Islámico. "Al-Assad no es un actor secundario -dice Hokayem-. Está en el centro de este inmenso dilema."
Si Estados Unidos tomara ese camino, contaría con el apoyo inmediato de Arabia Saudita y de Turquía, pero implicaría una larga pulseada política para convencer a los dos principales apoyos con los que cuenta Al-Assad: Rusia e Irán.
"La respuesta es simple: para derrotar a Estado Islámico, hay que lograr sumar a las fuerzas sunnitas, y eso no va a ocurrir mientras Al-Assad siga ocupando el poder en Damasco", dice Ehud Yaari, radicado en Israel y miembro del Instituto Washington de Política de Cercano Oriente. "El camino más corto y efectivo que tienen Estados Unidos y Rusia para acabar con EI es llegar a un acuerdo sobre la remoción de Al-Assad, para sumar de esa manera el apoyo de muchos otros. Entonces, serán las fuerzas sunnitas, los propios rebeldes, las que acabarán con EI en el terreno."
Reformas en Medio Oriente
A largo plazo, la erradicación de EI y de otros grupos jihadistas violentos probablemente exija reformas drásticas en la estructura y naturaleza de los gobiernos de todo Medio Oriente: más transparencia, justicia, educación y perspectivas de trabajo.
"Estado Islámico prospera por los fracasos de los gobiernos de Medio Oriente", dice Hokayem.
Según los analistas, también es necesario prestar atención a la integración de las comunidades musulmanas residentes en Estados Unidos y Europa, para que los jóvenes no se radicalicen.
"Tenemos que generar mejores perspectivas en nuestra propia sociedad, y mejores oportunidades para los jóvenes, para asegurarnos de que se integren mejor entre nosotros", dice Joost Hiltermann, director del programa para Medio Oriente y África del Norte del International Crisis Group.
Los grupos extremistas también sacan provecho de la profunda sensación de decadencia que reina en el seno de las comunidades musulmanas, prometiendo devolverle al mundo islámico la dignidad y el prestigio del pasado.
"Estado Islámico saca provecho de una profunda herida emocional que sufren los árabes y los musulmanes", dice Ed Husain, activista británico y autor del libro El islamista, donde cuenta cómo logró alejarse de la radicalización de su juventud.
Husain dice que al establecer el así llamado califato, Estado Islámico logró ofrecer una alternativa a esa decadencia histórica del islam. Los gobiernos árabes, dice Husain, "no pueden derrotar ese movimiento transnacional con nacionalismo laico, sino que deben aprender del modo en que la Unión Europea (UE) logró devolverle la dignidad y la autoestima a Alemania, Francia y el continente en general, a través de la libre circulación de personas, ideas y oportunidades de trabajo".
Según Husain, "ésa es la pata faltante" de la estrategia a largo plazo para derrotar al radicalismo extremista.
Traducción de Jaime Arrambide
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