Estas embarcaciones privadas que colaboran con el gobierno de Pekín en ocasiones solo ganan dinero por echar el ancla y quedarse en el mismo sitio
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Son barcos pesqueros que casi no pescan y que, en ocasiones, ganan dinero solamente con echar el ancla y quedarse en el mismo sitio durante meses.
Muchos pertenecen a propietarios privados por lo que son considerados como civiles, pero trabajan y colaboran con el gobierno y las autoridades militares de China.
Expertos y analistas afirman que Pekín usa centenares de embarcaciones civiles para reforzar sus ambiciones territoriales en el Mar de China Meridional, que reclama como propio casi en su totalidad, postura que disputan países vecinos como Vietnam, Filipinas, Brunei y Malasia.
En esas aguas, especialmente en torno al archipiélago de las islas Spratly (a las que China llama Nansha), opera esta flota de barcos pesqueros financiados por Pekín y que se han convertido en un dolor de cabeza para muchos de los gobiernos de la zona, así como una preocupación estratégica para Estados Unidos.
Pero ¿qué hacen allí estos pesqueros y por qué pueden estar allí sin faenar?
Entre pesqueros y milicianos
China ha construido en las últimas décadas la flota pesquera de aguas profundas más grande del mundo con casi 3000 barcos.
Muchas de estas embarcaciones pescan en aguas internacionales en distintas partes del mundo incluyendo cerca de las islas Galápagos, en el Pacífico Sur; a las afueras de la zona económica exclusiva de Argentina, en el Atlántico Sur; en el océano Índico o ante las costas de África.
Aunque estas operaciones de pesca intensiva han creado malestar en los países que se sienten afectados, lo que ocurre en las islas Spratly es completamente distinto pues entre los barcos desplegados allí hay muchos que no pescan y, sin embargo, reciben pagos y ayudas por parte de las autoridades chinas.
Gregory Poling, director del programa del Sudeste Asiático y de la Iniciativa de Transparencia Marítima del Center for Strategic and International Studies, un think tank con sede en Washington, afirma que los barcos chinos que operan en esta zona son considerados generalmente como parte de una milicia marítima.
“En apariencia son barcos civiles que, en realidad, no pasan mucho tiempo pescando. En lugar de ello, sirven como una fuerza paramilitar del gobierno, dan apoyo en labores de vigilancia y, en algunos casos, se encargan de acosar a barcos extranjeros, sean estos pesqueros o patrulleros”, dice Poling a BBC Mundo.
“Pero lo más importante en el día a día para China es que ellos ondean su bandera. Así, ellos crean una presencia artificial que refuerza esta narrativa de Pekín, esta falsa ilusión de que China siempre ha operado en estas aguas”, agrega.
El experto indica que China dispone de dos flotas distintas de milicias en el mar Meridional. Una de ellas es una milicia profesional cuyos barcos son propiedad de compañías estatales y sus tripulaciones son funcionarios pagados por el Estado.
“Estas embarcaciones son civiles, pero no comerciales porque son empleados del gobierno a todos los efectos. Estos barcos son los que con más frecuencia hacen cosas como acosar a los barcos extranjeros o escoltar a los barcos gubernamentales chinos”, apunta.
La segunda flota está constituida por barcos de propietarios particulares que en algún momento pudieron haber sido pesqueros, pero que ahora tienen otras funciones.
“Ahora ellos reciben un enorme subsidio del gobierno para operar en las islas Spratly, por lo que van allí y lanzan el ancla durante semanas o meses y no pescan. Simplemente cobran un cheque por cada día que pasen allí”, afirma Poling.
Agrega que aunque se desconoce el número exacto de barcos que participan en estas operaciones, estiman que hay entre 700 y 1.000 barcos civiles o pseudociviles que reciben subsidios, y que además hay en torno a un centenar que son pagados directamente por el Estado o que son tripulados por funcionarios gubernamentales.
Poling indica que, de acuerdo con sus estimaciones, basadas en datos de hace año y medio, cada barco recibe en torno a US$4.000 por día por operar en las islas Spratly, siempre y cuando permanezcan allí al menos 270 días al año.
“Sabemos esto porque el gobierno y los medios chinos no hacen de esto un secreto. La información sobre los subsidios está disponible en internet en China. Son muy bien publicitados, sobre todo en las provincias de Cantón y Hainan, que es de donde procede la mayoría de estas milicias. Además, en muchos casos se informa en la televisión estatal y en los periódicos acerca de sus ‘servicios patrióticos”, apunta.
Jay Batongbacal, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Filipinas, explica que el gobierno también subsidia su flota de pesqueros entregándoles combustible, financiando la construcción de nuevos barcos o dando entrenamiento a la tripulación.
“Ahora, a una parte de ellos se les ha dado la posibilidad de operar en el mar Meridional. Incluso aunque ya no pescan, simplemente van allí, mantienen una presencia en el lugar y realizan operaciones de vigilancia”, dice el experto a BBC Mundo.
“Además, estos barcos pesqueros son dirigidos o supervisados por la Guardia Costera de China. Los hemos visto operando en estrecha coordinación con barcos de la Guardia Costera, por eso es que en ocasiones se les llama como la milicia marítima de China. Es como si fueran en parte pescadores y en parte soldados y en cualquier momento pueden llamarles para que asistan a los guardacostas o a la Armada china en sus operaciones”, añade.
Batongbacal asegura que los barcos de las milicias son usados para acosar a los pesqueros de otros países como Filipinas, que cada vez están más reacios a faenar allí por temor a ser agredidos.
BBC Mundo contactó a la oficina de información del Ministerio de Exteriores de China para consultar la posición de Pekín sobre este tema, pero al momento de publicar esta nota no se había recibido respuesta.
Un interés político y estratégico
Pero, ¿por qué iba a Pekín a pagarle miles de dólares a centenares de barcos pesqueros para que se queden anclados sin ni siquiera estar pescando?
“En el caso de los barcos privados, principalmente lo que China quiere que hagan es simplemente estar en las islas Spratly. Quiere que refuercen su narrativa de que estas son aguas chinas y que los barcos chinos han pescado en ellas durante cientos de años, lo cual simplemente no es cierto. Para la mayoría de los pequeños barcos chinos, eso está demasiado lejos como para generarles ganancias. Como resultado, se les paga para ir allí y simplemente quedarse anclados y, al hacerlo, sirven a los propósitos del Estado chino”, apunta Poling.
El experto asegura que a Pekín tampoco le interesa el gas o el petróleo que puede haber en torno a las islas Spratly, pues allí no hay suficientes hidrocarburos y está demasiado lejos. “China nunca explotará el gas y el petróleo alrededor de esas islas. Los únicos que pueden sacar provecho son los países que están más próximos”, afirma.
Poling cree que el verdadero valor que tienen estas islas para Pekín es político, pues afirma que Xi Jinping y sus predecesores le vendieron a los ciudadanos la idea de que estas islas eran chinas desde tiempos antiguos, pero que les fueron arrebatadas.
“Ellos han usado esa historia de agravio nacional para reforzar su propia legitimidad. Es una falsedad, pero eso no importa porque ha tenido un enorme valor político para el Partido Comunista de China”, señala.
La ubicación de las islas Spratly en el medio de la porción sur del mar de China Meridional les concede, según Jay Batongbacal, gran importancia estratégica ante los ojos de Pekín.
“Si quieren controlar todo ese mar tienen que hacerlo controlando esas islas, donde ya han creado siete islas artificiales, de las cuales tres son bases militares completas con pistas de aterrizaje, hangares, puertos y donde han colocado lo que llaman armas defensivas como radares y misiles que tienen un alcance que pueden llegar hasta la mitad de Filipinas”, señala.
Batongbacal asegura que Pekín considera vital controlar el mar de China Meridional para poder defender la costa sur del país que está abierta al océano, por lo que la consideran vulnerable.
“Lo que esperan lograr finalmente es el dominio y el control de esta gran área marítima. Poder detener a cualquier barco que transite por allí y poder impedir que atraviesen el mar de China Meridional, por ejemplo. Ese es el tipo de control que quieren lograr allí”, afirma.
Gregory Poling señala que la presencia en las islas Spratly tiene valor estratégico para China también por favorecer las labores de vigilancia, permitirle contar con aviones y reforzar el poder de su Armada en la zona.
“Las islas Spratly están bastante lejos de Taiwán, pero ayudan a China a reforzar la vigilancia, por radar y electrónica, sobre el mar de China Meridional, lo cual es valioso porque les permitiría negar el acceso a la zona a EE.UU. o a cualquier otro Estado que tome parte en un conflicto en Taiwán”, dice.
“Durante la última crisis que hubo en el Estrecho de Taiwán en 1995-1996, EE.UU. desplegó un portaaviones desde Bahréin que navegó a través del Mar de China Meridional y luego cruzó por el estrecho de Taiwán. Hoy, Estados Unidos ya no podría hacer eso, en parte debido a la militarización de estas islas por parte de China. En un conflicto ya EE.UU. no puede transitar de manera segura por el mar de China Meridional”, concluye.
Por Ángel Bermúdez
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