Ciudad Hugo Chávez: una utopía socialista amenazada por la crisis
La ciudad ideada por el gobierno, que ofrece viviendas gratis, viajes en taxi subsidiados y fiestas barriales organizadas por el Estado, tendría sus días contados por la falta de recursos
CIUDAD HUGO CHÁVEZ, Venezuela.- El camino pasa por una ruta desde la que se ven fogatas de basura, barriadas pobres en las que el agua sucia corre entre casuchas y, finalmente, un puesto de control militar que da la bienvenida a un destino notable: una comunidad resplandeciente, autosuficiente, tan limpia y ordenada como un suburbio norteamericano.
Ésta es la Ciudad Hugo Chávez, una comunidad socialista utópica de 15.000 personas en el medio de Venezuela, un país con una economía destrozada. Abanderada de la revolución socialista encabezada por el fallecido presidente, la ciudad que lleva su nombre es un sitio feliz, con clínicas, escuelas, centros deportivos, jardines comunitarios, centros de arte y locales de abastecimiento de útiles estudiantiles gratuitos, todos con imágenes de Chávez con su característica gorra roja.
Pero como un reflejo de la gravedad de los problemas que enfrenta la revolución de Chávez, la tranquilidad de este paraíso de los trabajadores puede tener sus días contados. Venezuela no puede encontrar los dólares para pagar por bienes vitales que languidecen en sus puertos y mucho menos seguir subsidiando la Ciudad Hugo Chávez y otros proyectos que mejoraron la vida de muchos venezolanos alguna vez condenados a barrios marginales.
Por ahora, los residentes mantienen sus rutinas, y disfrutan no sólo de vivienda gratis, sino de otros beneficios, que van desde fiestas barriales organizadas por el Estado hasta viajes en taxi subsidiados.
"Debe ser una de las ciudades más lindas del mundo entero", afirmó Dallana Alvarado, que trabaja en las escuelas locales y a veces no sale al mundo exterior por meses.
Altos funcionarios visitan a menudo sus edificios, seguidos por cámaras de la televisión estatal.
"Aquí está el sueño maravilloso de Chávez, el sueño del socialismo territorial, extraordinario concepto llevado a la práctica", dijo el presidente Nicolás Maduro mientras manejaba un ómnibus por esta ciudad costera, el año pasado.
Cada uno de los 144 edificios idénticos de ladrillo y estuco está lleno de actividad. Se pueden ver locales de jóvenes que estudian peluquería y ofrecen cortes gratis, grupos de vecinos que decoran sus patios y chicos de tres años con remeras rojas que asisten felices al jardín de infantes. Allí aprenden lectura básica y reciben comida caliente.
La ciudad es especial en otro sentido también: el 95% de los votantes apoyaron a los socialistas en las elecciones legislativas de diciembre pasado. Ese porcentaje es dos veces el que recibió el oficialismo a nivel nacional, ya que los venezolanos castigaron a Maduro por el derrumbe de la economía, una escasez de productos generalizada, inflación de tres dígitos y altas tasas de delincuencia.
La revitalizada oposición, que en el pasado mostró poco interés en mantener los programas para los pobres, dijo que superaría a los socialistas en su propio terreno.
Luego de ganar las elecciones legislativas por primera vez en 17 años, la oposición prometió a los residentes de viviendas públicas algo que ni siquiera Chávez les dio: los títulos de sus casas, lo que les permitiría venderlas y acumular capital.
Julio Borges, legislador opositor que impulsa la propuesta, dijo que les permitiría a los pobres ahorrar para el futuro y valerse por sí mismos. "No queremos un país de esclavos, sino un país de ciudadanos. Y éste es el primer paso", manifestó.
Enfrentado con una escasez de viviendas de más de dos millones de unidades, el gobierno afirma que construyó nuevas casas, muchas de ellas en "ciudades socialistas", de las cuales la de Chávez es la más grande. Algunas viviendas, construidas por China, Bielorrusia y otros aliados, tuvieron muchos problemas de infraestructura, mientras que otras parecen funcionar bien.
Las calles son amplias y hay abundante espacio vacío para estacionamiento, ya que pocos pueden comprarse autos.
Pero el caos económico que estremece al país ya se empieza a sentir. Los maestros dicen que los residentes de barrios pobres vecinos se robaron las manijas de los baños del centro cultural, posiblemente para venderlas, y los chicos que van a cantar canciones folklóricas con un equipo de maestros cubanos ya no pueden usar el baño.
Los vecinos de los alrededores llegan para comprar artículos como café, leche y aceite, y así cocinar a menos de un centavo de dólar en el supermercado de Ciudad Hugo Chávez, donde no hay que hacer largas colas ni hay estanterías vacías, como en la mayoría de los negocios del estado de Carabobo.
Vecinos de otras barriadas pobres insisten en decirles a sus hijos que pronto pasarán sus días en los patios de esta ciudad. "Vimos cómo la construían durante cuatro años -expresó Marjorie Celis, de una barriada vecina-. Sé que hay llaves que me están esperando."
Agencia AP
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