Cinco megaproyectos “necesarios” en el mundo, pero que enfrentan una feroz resistencia: “Sí, pero acá no”
Grandes obras de infraestructura, aparentemente beneficiosas para sus países, despiertan fuerte rechazo; qué le dijeron a LA NACION los residentes locales
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No está muy claro cómo se acuñó el término “nimby” (en inglés, la sigla de not in my backyard), pero alrededor de 1980 empezó a popularizarse en todo el mundo en referencia a proyectos de infraestructura que no son rechazados per se, pero que la población local no quiere en su zona, y opina -según la versión castellanizada- “sí, pero acá no” (SPAN). La lista puede abarcar desde centrales hidroeléctricas hasta planes de vivienda, torres de alta tensión, prisiones o estadios. Todos proyectos muy necesarios para un país... ¿pero quién los quiere en el “patio” de su casa?
La palabra adquiere connotaciones peyorativas cuando se acusa a los nimby de falta de solidaridad social. Y, en forma irónica hacia aquellos de alto nivel económico que utilizan privilegios e influencia para defender su causa, se los llama también en Estados Unidos “pibby” (place it in black’s backyard, “háganlo en el patio de los negros”).
Por este motivo, la mayoría de las organizaciones rechazan ser calificadas como “nimby”. Afirman que ese término es un intento empresario por desprestigiar su lucha. Y las agrupaciones suelen ofrecer en realidad proyectos alternativos, que en muchos casos implican mayor compromiso comunitario y conciencia social.
Estos son algunos de los planes urbanísticos en todo el mundo rechazados por la población local. LA NACION habló con los residentes y escuchó sus razones y propuestas.
Molinos eólicos en la costa catalana
El proyecto del megaparque eólico de Cataluña, sobre el Mediterráneo, no podría ser más contrastante con su ubicación. La obra se emplazaría frente a la costa de Cadaqués donde se encuentra la estatua de Salvador Dalí (1904-1989), el artista que dejó plasmada en muchos de sus cuadros la singular belleza del mar de su terruño.
“La bahía de Roses es considerada históricamente una de las más bellas del mundo, un tesoro natural y turístico. Ahora, a apenas 14 km de la costa quieren levantar un parque eólico gigante de 18 km de largo,10 km de ancho con hasta 100 aerogeneradores de 258 metros de altura. O sea que los molinos serían íntegramente visibles desde la costa”, explicó a LA NACION Jordi Ponjoan, vocero de la organización Stop Macro Parc Eòlic Marí.
Los residentes sostienen que este proyecto afectará no solo la industria turística y pesquera, sino las migraciones locales y estacionales de cetáceos y aves marinas en el que es considerado el mayor patrimonio natural marino de Cataluña.
Son varias las empresas interesadas en participar de este megaparque impulsado por el Ministerio de Transición Energética del gobierno español, que busca cumplir con el objetivo europeo de que las tecnologías de generación de electricidad renovable cubran el 50 % de la demanda total de Cataluña en 2030 y el 100 % en 2050. A diferencia de otros parques eólicos, como los que se encuentran en el Mar del Norte a casi un centenar de kilómetros de la costa, en el Mediterráneo la placa tectónica desciende abruptamente a gran profundidad por lo que sería imposible instalar estos molinos mar adentro, fuera del alcance de la vista desde tierra.
“Nosotros tenemos una propuesta alternativa y comunitaria que podría cumplir con los mismos objetivos en ese plazo. Se trata de colocar miles de paneles solares y pequeñas turbinas eólicas distribuidas por todas las viviendas y complejos residenciales de la región. La “revolución verde” no se hace con megaproyectos sino mini instalaciones. Con este plan, también para 2050 alcanzaríamos la autosuficiencia e incluso podríamos exportar energía en la temporada baja del turismo. Claro que eso es como inventar el ‘motor a agua’. Arruina los millonarios intereses de las empresas del rubro energético”, dijo Ponjoan.
Por ahora el parque eólico marino está en etapa de anteproyecto porque el Ministerio de Transición Energética de España está elaborando la normativa que regulará las obras. “Pero el lobby de las empresas energéticas trabaja con el ministerio para acordar los detalles. Y nosotros también nos movemos haciendo presentaciones a la Justicia con lo que pusimos en alerta a muchas organizaciones ambientalistas que comenzaron a respaldar nuestra iniciativa”, señaló el vocero.
¿Ampliar el aeropuerto de mayor tráfico en el Reino Unido?
En este verano europeo los aeropuertos son un caos por la reactivación de la industria turística. Y las terminales británicas están más que saturadas. Las críticas se dirigen especialmente hacia Heathrow, Londres, el aeropuerto con mayor actividad y conexiones en el Reino Unido y Europa. ¿No sería lógica su ampliación?
Los empresarios del sector y el gobierno, incluyendo el saliente primer ministro Boris Johnson, creen que la solución para este problema que se arrastra desde hace años es agregar una tercera pista de aterrizaje de 2200 metros de largo y sumar una nueva súper terminal. Pero el proyecto irrita a los vecinos del aeropuerto que hace 16 años se nuclearon en la organización “Stop Heathrow Expansion”.
La empresa Heathrow Airport Holdings sostiene que la ampliación está plenamente alineada con la agenda verde del gobierno según la cual para 2050 todos los vuelos serán con combustible libre de carbón. Y la Suprema Corte ya autorizó que la expansión pase a la etapa de “planificación”.
Pero los vecinos de Stop Heathrow Expansion lanzaron una firme campaña legal y en las calles. Ellos sostienen que: con las obras de ampliación se destruirían al menos 783 viviendas, para 2030 se sumarán 29 millones de pasajeros al flujo actual, el nivel de ruido impactará sobre un área mucho más extensa que la actual, y se saturarán aún más las autopistas que conducen a la terminal.
“Nuestra propuesta no es la construcción de un nuevo aeropuerto para Londres en otro sitio”, explicó a LA NACION Robert Barnstone, vocero de la organización.
“La raíz del problema es que Heathrow se convirtió en un hub por el que pasan muchísimos vuelos que antes conectaban de forma directa diferentes localidades. La solución es promover otros medios de transporte y recuperar los vuelos directos entre aeropuertos de todo el Reino Unido. La diversificación es un proyecto mucho más sostenible e implica la emisión de menos contaminantes. Claro que le arruinaría el negocio a Heathrow Airport Holdings, una terminal mega cara, y distribuiría las ganancias entre los aeropuertos de todo el país”, agregó Barnstone.
El vocero no está seguro sobre la posición que tomarán eventualmente los dos candidatos a suceder a Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak. “Los dos apoyaron la expansión en su momento, pero eso fue antes de que se aprobara el compromiso de emisiones cero para 2050. Respaldar el proyecto de la tercera pista y una nueva terminal, no sería consistente con esa legislación”.
Viajar de Lyon a Turín en poco más de una hora
En Londres los opositores de la ampliación de Heathrow proponen privilegiar trenes y medios de transporte alternativos al avión. Pero en Francia e Italia existe un fuerte rechazo desde hace tres décadas al proyecto para una línea férrea de alta velocidad (TAV, por sus siglas en italiano), entre Lyon (500.000 habitantes) y Turín (800.000 habitantes). Se trata de un recorrido de 235 kilómetros que atraviesa los Alpes y que hoy dura casi cuatro horas con trenes normales. Con el TAV podría reducirse a poco más de una hora. Sin embargo vecinos y autoridades comunales de ambos países rechazan el proyecto.
Los túneles existentes son demasiado estrechos para la línea de alta velocidad, por lo que es necesario una nueva excavación. Para eso habrá que destruir bosques, hacer una nueva perforación de 57 km en la montaña, remover y luego disponer esos escombros, con los que se estima que se emitirán diez millones de toneladas de CO2.
La polémica no es un tema menor en Italia, donde a nivel nacional el Movimiento 5 Estrellas creció al calor de las protestas contra el proyecto, mientras que la Liga, que gobierna en gran parte del norte, está a favor de completarlo.
“Nosotros tenemos una propuesta alternativa”, explicó a LA NACION Riccardo Lo Nardo, de Fridays for Future, del Valle de Susa, Italia, una de la organizaciones que se opone al proyecto. “No es necesario un nuevo túnel sino modernizar la línea ya existente. De hecho, el ferrocarril actual no se utiliza ni a la mitad de su capacidad, y a menudo se ven trenes de carga semivacíos. Por supuesto que si se mejora la línea actual no estaría el famoso ahorro de tiempo que tiene un tren de alta velocidad, pero ¿es tan relevante una diferencia de un par de horas en una línea que básicamente se usa para el transporte de mercancías... o hay otros intereses detrás?”.
En Italia ya se excavaron 6 km de túneles exploratorios -y en Francia, 10 km- para conocer la composición del interior de la montaña y averiguar si tiene materiales que serían tóxicos al ser removidos. Luego comenzaría la etapa del túnel real.
¿Dónde depositar la basura nuclear?
Las empresas del sector sostienen que la energía nuclear es limpia en tanto no emite gases de efecto invernadero al mismo nivel que la energía de fuentes fósiles. Pero el dilema es qué hacer con los residuos que tienen un período de semidesintegración de miles y hasta millones de años.
En Estados Unidos el 20% del total de energía -el 50% de la que está libre de carbón- proviene de plantas nucleares. Pero el combustible usado en las plantas, se acumula a un ritmo de 2000 toneladas métricas por año. Por ahora el país tiene un solo depósito geológico profundo para la eliminación de desechos relacionados con la defensa en Nuevo México, por lo que en 1987 se comenzó a estudiar la posibilidad de construir una nueva planta en la montaña Yucca, Nevada, a pocos kilómetros del histórico sitio de ensayos nucleares.
Los vecinos ancestrales de la zona son la comunidad aborigen Shoshone. Ian Zabarte, líder de esa comunidad contó: “Según un estudio de 2009, en un período de 40 años las pruebas nucleares en el sitio de Nevada desencadenaron 620 kilotones de lluvia radiactiva sobre Nevada, Arizona y Utah. Como referencia, en 1945 sobre Hiroshima hubo apenas 13 kilotones de lluvia radiactiva. Y ahora quieren sumar un depósito de desechos nucleares”. En esta línea, Zabarte se refirió también al largo historial de familiares suyos que padecen cáncer.
Los últimos gobiernos republicanos, entre otros el de Donald Trump, reactivaron el proyecto, mientras que los demócratas, incluyendo Joe Biden, lo cancelaron.
Los defensores sostienen que los desechos se colocarían en lo profundo de la montaña, cubiertos por escudos de goteo de titanio, una cubierta de aleación resistente a la corrosión. Pero los vecinos sostienen que cualquier accidente podría liberar desechos radiactivos en el agua subterránea de la montaña y llevarlos al ambiente exterior.
Qué hacer si hay déficit habitacional
La crisis habitacional es uno de los temas recurrentes en Irlanda desde que en 2007 cayó en picada la construcción y el gobierno dejó de emprender nuevos planes de vivienda. En junio pasado el presidente Michael D. Higgins condenó el déficit como “nuestro gran, gran, gran fracaso”, diciendo que ya no se puede considerar una crisis sino “un desastre”.
En ese contexto, hace siete años el gobierno local de Dublín recibió con entusiasmo la decisión de los Padres Vicentinos en St. Paul’s College, en el barrio de Raheny, de vender las siete hectáreas de parque adjuntas a su escuela, muy cerca del mar.
Los vecinos soñaron con mantener el parque como parte del cinturón verde de la ciudad, pero el predio fue adquirido por un grupo inmobiliario que planea construir allí 650 viviendas.
A partir de ese momento comenzó la batalla judicial y las marchas contra el proyecto organizadas por los vecinos, que formaron el grupo I Love St Anne’s Park.
Georgina Moore, residente de Raheny, dijo que el desarrollo “tendrá un enorme impacto visual en la zona”, y que “la tranquilidad del parque habrá desaparecido para siempre”.
Las autoridades están divididas sobre el tema. El senador laborista con sede en el norte de Dublín, Aodhán Ó Ríordáin, calificó el permiso del gobierno para avanzar con la construcción como “un mal día para Dublín”, y dijo que el desarrollo tendría un “efecto devastador en la integridad ambiental de St Anne’s Park”.
La batalla entre los que buscan paliar la crisis habitacional y quienes defienden la calidad de vida, avanza en los tribunales. ¿Conciencia ecológica o falta de solidaridad?
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