Cinco historias del día del terror
Lucio Caputo
Estaba en el piso 78 de la T. Norte
"Vi una mujer que perdió toda la piel"
"Alrededor de las 9, se produjo la explosión; la torre se sacudía de un lado a otro; empezaron a sonar las sirenas y se cortó la luz. Salí de mi oficina para ver qué pasaba y no veía nada; todo era una nube de polvo. Alcancé a oír a la gente que gritaba y lloraba, y decidí que era mejor bajar. Mientras lo hacía, me llamó un amigo periodista y me dijo que un avión había chocado contra el World Trade Center. Bajé corriendo, había gente muy herida: una mujer había perdido toda la piel; parecía una papa que, al hervirla, se pela entera: estaba en carne viva."
Keith Murphy
Bombero
"Pensé: todos estamos muertos"
"Me parecía raro oír que los otros se gritaban o se insultaban o algo. Pensé que era el fin, que estábamos todos muertos, pero juntos, y eso me pareció de lo más extraño: morir con la gente que uno está en ese momento. Pero después comencé a pensar en otra cosa, y entonces fue ahí cuando me di cuenta de que seguía vivo."
Alberto Armendariz
Ex corresponsal en Nueva york
Una sensación de muerte imborrable
"Aquella mañana del 11 de septiembre de 2001, estaba en el East Harlem haciendo una nota para la universidad, cuando me enteré de que una «bomba» había estallado en el World Trade Center. Dejé todo y me metí en el subte para ir al Bajo Manhattan; en el trayecto escuché que había sido un avión que había chocado contra la Torre Norte. Al salir, en la superficie, el caos era total: las sirenas eran ensordecedoras; la calle estaba repleta de gente confundida; la mayoría miraba para arriba, incrédula, ante los dos rascacielos humeantes. Con mi credencial de prensa, atravesé las primeras vallas policiales y llegué frente al World Trade Cente. Desde lo alto, las explosiones dentro de los edificios se repetían escupiendo grandes pedazos de vidrio y metales. Desesperadas, varias personas en los pisos superiores se arrojaban al vacío. Pese al infierno en que se habían convertido las torres, bomberos, policías y enfermeros seguían ingresando. De repente, el piso comenzó a temblar: la Torre Sur se estaba cayendo. La enorme ola de escombros y polvo en pocos segundos arrasó la zona y se volvió como de noche; ya no podía oír las sirenas y tenía la nariz y la garganta con escombros; una sensación de muerte imborrable."
Scott P. Strauss
Policia, servicios de emergencia
"Había un policía enterrado y vivo"
"Me escuché decir «Los quiero» a mi esposa e hijos. Me introduje por el agujero; nunca pensé que iba a salir con vida. Teníamos que gatear hacia abajo, arrastrándonos sobre hierros retorcidos y escombros. Llegué hasta los restos de lo que había sido una boca de ascensor y nos topamos con un oficial de policía enterrado de la cintura para abajo. Muerto. Su arma estaba vacía: había disparado todas sus balas para que lo oyeran. Un poco más adelante, había otro policía enterrado entre los escombros. Estaba vivo."
John Dear
Sacerdote y voluntario
"No había heridos que atender"
"Llegué al hospital St. Vincent y me quedé esperando una hora. A eso de las 14, estaba lleno de sacerdotes, médicos y enfermeras. Poco a poco, empezaron a darse cuenta de que no llegaba nadie. El miedo comenzaba a instalarse, más bien, la certeza de que no habría demasiados heridos ni cuerpos que atender."