Cinco claves del último debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden
WASHINGTON.- Esta vez sí hubo un debate. Con nuevas reglas, y una moderación mucho más afilada que en el primer encuentro, el presidente Donald Trump y el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, montaron una discusión áspera aunque sin caos por última vez en la recta final a la elección del 3 de noviembre. Biden logró sacar un hilo de ventaja en un choque que fue mucho más civilizado y sustancial que el primer cara a cara, tildado como el peor debate de la historia y un "show de m...".
Trump y Biden debatieron sobre la pandemia del coronavirus, la política exterior de Estados Unidos y la seguridad nacional, el cambio climático, la economía, la política energética, el racismo y la presidencia. Fue la última oportunidad para que los pocos votantes que aún intentan dirimir a quién elegirán para conducir a la primera potencia global durante los próximos cuatro años tomen su decisión. Estas son las principales claves que dejó el choque.
1. Un debate en serio
Luego del fiasco del primer debate en Cleveland, que quedó opacado por las interrupciones, los insultos cruzados y los intentos fallidos del moderador, el periodista Chris Wallace, por intentar encauzar la discusión, gran parte de la expectativa para el encuentro en Nasvhille era si Trump y Biden ofrecerían una discusión más civilizada, a la altura de la elección "más importante en la historia", tal como ambos la han definido. La Comisión de Debates Presidenciales cambió las reglas: silenció el micrófono del oponente durante los dos minutos que cada candidato tuvo para abrir cada tema. Funcionó. A eso se sumó una tarea mucho más sólida de la moderadora del debate, la periodista de la cadena NBC, Kristen Welker, cuya labor fue elogiada. Welker se las ingenió para evitar que tanto Trump como Biden se desviaran mucho del temario que había preparado y abusaran del tiempo, y a la vez brindó suficiente margen a cada uno para que respondiera a los ataques del adversario.
2. Biden sacó un hilo de ventaja
El candidato demócrata llegaba al debate fortalecido. Las encuestas lo dan ganador –aunque también auguraban un triunfo para Hillary Clinton hace cuatro años–, y su campaña goza de un chaleco financiero que le permite llegar con mucho oxígeno al último tramo de la campaña. La principal prioridad de Biden era evitar grandes errores, y eludir los ataques de Trump. El demócrata logró salir airoso en ambos frentes. Biden debió responder preguntas incómodas sobre supuestos actos corruptos de su hijo, Hunter Biden, que involucran a Ucrania y China –una acusación que surgió del círculo de Trump, y que la campaña de Biden rechazó y dijo que se trata de una operación de injerencia de Rusia–, y trastabilló y se enredó en algunos tramos del debate, como cuando Trump lo presionó por su postura en contra de los combustibles fósiles y el fracking, un tema crucial en Ohio y Pensilvania, dos estados donde se decidirá la elección presidencial. Fue quizá su único traspié: su campaña tuvo que salir luego del debate a matizar su posición para evitar costos político. Con todo, Biden logró asestar algunos golpes con un puñado de frases filosas, y logró mostrarse como el candidato de la unidad. Al principio, cuando Trump dijo que el país estaba aprendiendo a convivir con la pandemia, Biden, rápido de reflejos, retrucó: "¿Aprendiendo a vivir con esto? La gente está aprendiendo a morir con esto".
3. Trump mejoró, sin llegar a noquear
Si las encuestas marcan el termómetro de la campaña, Trump llegó al debate urgido. Los sondeos lo muestran muy lejos de Biden en el voto popular, y también rezagado en los estados pendulares donde se decidirá quién se queda con el colegio electoral. Su campaña ha mostrado más energía, pero así y todo Trump necesitaba dar un golpe de efecto. Apenas comenzó el debate, se mostró calmo, medido, y se apegó a su discurso de campaña. El presidente intentó acorralar a Biden con acusaciones de que recibió dinero de Rusia y el supuesto escándalo que involucra a su hijo, Hunter Biden, y debió responder preguntas sobre su declaración jurada de impuestos y su cuenta bancaria en China. "Típico político", lo definió, cuando Biden se defendía de las acusaciones, volviendo al papel de 2016 que lo llevó a la Casa Blanca: un "outsider" que puede alinearse con el repudio de la gente al establishment de Washington. "Sigues hablando de todas estas cosas que vas a hacer", presionó Trump en otro tramo. "¿Por qué no lo hiciste? Puras palabras, nada de acción", atizó. Trump también ofreció varias líneas que ya forman parte de los anales trumpistas para reafirmar el vínculo con su coalición, y tratar de convencer a los pocos indecisos que quedan. "Soy la persona menos racista en esta sala", afirmó al discutir el racismo. Y cerró con su promesa insignia: recuperar la prosperidad perdida por la pandemia del coronavirus.
4. América latina, ausente
El segundo debate, que fue suspendido cuando Trump se negó a hacerlo virtual, iba a bucear en la política exterior de Estados Unidos. Ese tema quedó reducido a un bloque sobre seguridad nacional en este último choque, que estuvo abocado mayoritariamente a Corea del Norte, Rusia y China. Una de las consecuencias: América latina quedó borrada de la discusión política entre los candidatos, un nuevo recordatorio de la escasa atención que recibe la región de Washington, mucho más ocupada en otras regiones del mundo que en los vecinos al sur del país. La crisis en Venezuela, el tema excluyente en la agenda trumpista a la hora de mirar a la región, ni siquiera fue mencionado. La única referencia a la región fue cuando Welker abordó la inmigración. Pero la discusión giró en torno a un grupo de 545 chicos que fueron separados de sus padres en la frontera por el gobierno de Trump. Las autoridades no pueden encontrar ahora a sus padres.
5. ¿Mueve la aguja el debate?
No habrá más debates. Luego de un año y medio de campaña presidencial, incluyendo las primarias, la larga seguidilla de discusiones en vivo con horas de análisis posterior llegó a su fin. El choque de Nasvhille fue la última oportunidad para los votantes de Estados Unidos de ver en vivo las dos opciones que tiene el país. Ni Trump ni Biden fueron infalibles, pero ninguno de los dos cometió grandes errores, aunque tampoco dejaron uno de esos momentos memorables que quedan para la historia y generan horas de comentarios y posteos posteriores, y que pueden llegar a torcer una elección. Ya han votado casi 50 millones de personas de manera "temprana", y la elección tiene muy pocos indecisos. El debate sí pudo haber tenido un impacto en los votantes inseguros que se inclinaban por uno u otro candidato, y que pudieron encontrar anoche una frase, una definición para terminar de inclinar la balanza. Pero, para la gran mayoría, a esta altura, la contienda ya parece cerrada y lanzada, y solo resta contar los votos.
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