Cinco claves del primer debate entre Trump y Biden
CLEVELAND, Ohio.- Fue un ida y vuelta caótico, sucio, picante, generoso en chicanas y ataques personales, y muy escuálido en discusiones sustanciales sobre el futuro de Estados Unidos. El primer choque cara a cara entre el presidente, Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden, fue por momentos casi imposible de seguir porque Trump, Biden y el moderador, el periodista Chris Wallace, hablaban uno encima del otro, intentando imponer lo que fuera que querían decir. La lectura prevalente al final: fue el peor debate que se recuerde.
Trump llegaba al primer cruce con Biden urgido por dar un golpe de efecto para darle impulso a su campaña, ante la consistente ventaja que el demócrata ha mostrado en las encuestas. Biden tiene una ventaja de 7,1% en el promedio de encuestas nacionales de FiveThirtyEight, y también delante del magnate en los sondeos en varios de los estados críticos en la ruta a la Casa Blanca.
Las dos campañas se sacaron los guantes y calentaron el choque antes de que los candidatos pisaran el escenario. Trump pidió que Biden se sometiera a un antidoping y a una revisión para asegurar que no usaría un audífono para recibir información, y su gobierno develó una supuesta conspiración de la campaña de Hillary Clinton hace cuatros año para "agitar un escándalo" intentando atar a Trump al gobierno de Vladimir Putin. Biden y su candidata a vicepresidente, Kamala Harris, difundieron sus declaraciones juradas luego de que el periódico The New York Times develara que Trump sólo pagó U$S 750 en impuesto a las ganancias en 2016 y 2017, y que ha perdido ciento de millones de dólares en sus negocios. Fue un prólogo de lo que se vio.
1. Trump logró manejar el ritmo del debate
El presidente Trump marcó el ida y vuelta de la conversación con sus constante interrupciones, y logró sacar de su eje tanto a Biden, quien forcejeó para intentar lograr imponer su mensaje, y al moderador, Wallace, uno de los mejore entrevistadores del país que tuvo enormes dificultades para lograr que los dos candidatos –en particular, Trump– cumplieran con las reglas del debate. Trump, quien hizo varias declaraciones falsas, esquivó preguntas de Wallace y ataques de Biden, a quien interrumpió infinidad de veces. Trump apeló incluso a un golpe bajo: cuando Biden habló del servicio militar de su hijo fallecido, Beau Biden, el magnate retrucó: "¿Estás hablando de Hunter?". Biden entró y le dijo que hablaba de Beau. "No conozco sobre Beau. Hunter fue echado del ejército de una manera deshonrosa por consumo de cocaína", dijo Trump. "Eso no es cierto", respondió Biden.
2. Biden intentó conectar con el público
Cada vez que habló, Trump miró a Biden y a Wallace. Biden, por el contrario, miró en varias oportunidades directo a la cámara, e intentó hablar de problemas concretos de la gente, como la pérdida de empleo, las más de 200.000 muertes por la pandemia del coronavirus, o el riesgo que enfrentan muchas personas de quedar despojadas de su seguro de salud. Pero más allá de esa estrategia, Biden pareció descolocado y frustrado y por momentos muy ofuscado con la actitud de Trump. "¿Te podés callar, hombre?", llegó a decirle, después de la enésima interrupción cuando hablaban sobre la Corte Suprema. "Seguí ladrando", le espetó en otro tramo. En otro momento del debate, cuando Wallace le dio la oportunidad de tener "la última palabra", le dijo: "Es difícil tener una palabra con este payaso". Con todo, Biden llegó con expectativas muy bajas y salió airoso, y las encuestas lo dieron como ganador.
3. Las definiciones, ausentes
El debate ofrecía la primera y más clara oportunidad para que Biden y Trump mostraran las diferencias en sus visiones para el futuro del país. Pero lejos de ofrecer un intercambio sustancial de ideas, el debate cayó rápido en una dinámica de golpe contra golpe –muchos personales–, interrupciones, y declaraciones una encima de otra. Ni Biden ni Trump ofrecieron muchos detalles sobre sus planes más importantes, y dedicaron la mayor parte del tiempo del que dispusieron a atacar al otro o a defenderse de los ataques del rival. Wallace tuvo enormes dificultades para guiar la conversación, y lograr que los dos candidatos respetaran las reglas de la discusión. El resultado fue un cúmulo de cruces que, según las reacciones en las redes sociales y analistas, frustró al público.
"Por primera vez en la historia, Estados Unidos pide un corte comercial", tuiteó el historiador Julian Zelizer.
4. Sin grandes errores ni ventajas
El caos de la discusión pareció beneficiar más a Trump que a Biden. Como casi todo lo que hace Trump, su desempeño enfureció a sus detractores, y encendió a sus seguidores. Fiel a su estilo, el presidente se defendió sin ceder un centímetro, esquivando definiciones o preguntas incómodas –se negó a condenar al supremacismo blanco, y desvió la conversación hacia Antifa, uno de sus blancos predilectos– y aferrándose a algunas de sus frases centrales de campaña. "La gente demanda ley y orden", dijo. Biden lo criticó, y se aferró al centro sin ceder tampoco cuando Wallace o Trump intentaron atarlo a políticas que promueve la izquierda de los demócratas, como el Green New Deal, el plan para combatir el cambio climático. Pero pareció tener más dificultades para imponer su tono que Trump. Ninguno tuvo uno de esos momentos para el olvido que pueden dañar a una campaña.
5. Cada uno apeló a su base
El caos, los ataques personales, la ausencia de grandes errores y la falta de definiciones sólidas seguramente implicará que el debate tenga un efecto casi imperceptible sobre la dinámica de la campaña presidencial. Para los críticos de Trump, el presidente desperdició una oportunidad para intentar ampliar su coalición y convencer a más votantes que lo respalden –sobre todo por sus mentiras, sus ataques y sus definiciones más polémicas–, y por eso se retiró perdedor. Biden tampoco pareció asestar un golpe decisivo para ampliar la ventaja que le dan las encuestas, que para los trumpistas no reflejan la realidad en el país. Pero en la última etapa de la campaña, Trump y Biden parecen decididos a apelar a sus bases más que a intentar conquistar a la bajísima proporción de indecisos. Ahí parece apuntar la energía de ambas campañas en los próximos días. Un punto para la grieta.
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