Cinco cambios demográficos que están alterando el mapa electoral en EE.UU.
El electorado en Estados Unidos se suele comportar de una manera bastante previsible. Se espera que las ciudades y los suburbios voten a los demócratas y las zonas rurales a los republicanos. Que los estados en las costas sean azules y los del centro y el sur del país rojos. Que los demócratas se lleven el voto de las minorías y que el electorado republicano sea mayormente blanco.
Independientemente del rendimiento de cada candidato, en todas las elecciones, las tendencias demográficas juegan un papel importante. Pero los resultados de estas elecciones en particular, que han estado colmadas de sorpresas, han demostrado que algunas de estas hipótesis históricas se han fortalecido, pero otras ya no resultan del todo adecuadas para explicar el mapa electoral norteamericano.
En Georgia, un demócrata tomó el estado por primera vez desde la ajustada victoria de Bill Clinton en 1992. Lo mismo en Arizona; por primera vez en 24 años ha ganado un candidato presidencial demócrata. Por el contrario, el apoyo de las minorías, especialmente de los latinos, ha favorecido a Trump más de lo que se esperaba.
"Una parte de la hipótesis del cambio demográfico tradicional supone que a medida que las ciudades fueran teniendo más volumen de votantes y el electorado se fuese diversificando, los demócratas recibirían más apoyo de estos sectores. Esta parte de la teoría parecería comportarse de la manera esperada. De hecho, el voto urbano, acompañado del crecimiento de los suburbios, favoreció a los demócratas. Pero por el otro lado, se esperaba que con Donald Trump en escena, se solidificara el apoyo de las minorías a los demócratas. Pero esto se comprueba mucho menos", dice a LA NACIÓN Pedro Antenucci, analista político y colaborador en análisis de datos con el partido demócrata en el estado de Nueva York.
A continuación, cinco tendencias geográficas y demográficas que ayudan a explicar el resultado de las elecciones:
La contradicción del voto latino
Según Antenucci, aunque siguen favoreciendo en mayor medida al partido demócrata, lo que se reflejó en las protestas del movimiento Black Lives Matters, hay minorías, particularmente sectores del voto latino, que tienen un comportamiento electoral "distinto al esperado". Por ejemplo, en el condado de Miami-Dade en Florida, Hillary Clinton había ganado en 2016 por 30 puntos contra Donald Trump. Este año, el presidente logró achicar esa desventaja por más de 20 puntos, y su rival demócrata, Joe Biden, solo quedó arriba por 7 puntos.
El experto dice que existen tres teorías que explican el crecimiento de Trump sobre este grupo. La primera tiene que ver con la asociación entre el partido demócrata y el socialismo. Tras el fracaso de esta corriente en Venezuela y Cuba, "existe un rechazo muy fuerte principalmente de las personas de estas nacionalidades" a cualquier idea que se asemeje. La segunda teoría está vinculada a una moderación en el discurso de Trump. "No fue una elección sobre inmigración como fue en 2016, el discurso de Trump era mucho más reactivo hacia los inmigrantes entonces", explica. La tercera teoría rescata el "alineamiento ideológico" de estas minorías. "Buena parte de estos segmentos son conservadores y tienen mayor concordancia con los republicanos".
"Los medios se equivocan al hablar de los latinos como un grupo homogéneo. Los latinos en Florida tienen más probabilidades de ser de ascendencia cubana y tienden a ser más conservadores. Por el contrario, los latinos en Texas y California tienen más probabilidades de ser de ascendencia mexicana y tienden a ser más liberales", señala, por su parte a LA NACIÓN, Aaron Rosenthal, profesor del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Simmons en Boston.
El crecimiento de los suburbios
Mientras la hipótesis sobre el apoyo inequívoco de las minorías a los demócratas pierde sustento, el clivaje zonas urbanas/zonas rurales es cada vez más fuerte. "Hay un sentimiento cada vez mayor entre los votantes rurales de que la política estadounidense los ha dejado atrás, y Trump parecía atender realmente a esa preocupación", señala Rosenthal.
Lo cierto es que el apoyo a los demócratas en las ciudades, y principalmente en los suburbios, ha sido esencial para la victoria de Biden. Aunque Trump puede haber alejado a algunos votantes suburbanos de formas que no se traducirían en otros candidatos republicanos, lo cierto es que la demografía suburbana también está cambiando rápidamente y no beneficia al Partido Republicano.
El mayor cambio a nivel de condado en Pensilvania, un estado clave que Trump arrebató a los demócratas en 2016, se produjo en Chester, hogar de algunos de los suburbios del oeste de Filadelfia. Fue para Biden por 17 puntos, 7 puntos más que el margen de Hillary Clinton en 2016. No estaba solo: todos los condados importantes de Pensilvania que rodean Filadelfia tenían un margen demócrata mayor que en 2016.
Ese cambio hacia la izquierda se repitió en las áreas alrededor de Detroit, Milwaukee, Minneapolis, Dallas, Austin, Charlotte y en muchos estados más azules. Los suburbios están creciendo y son racial y étnicamente diversos. Se están convirtiendo en nuevos centros de inmigrantes. Estas tendencias podrían beneficiar a los demócratas a largo plazo.
Migración al sur
El sur, tradicionalmente republicano, también vislumbra importantes cambios. En Georgia, por ejemplo, la proporción de personas que se identifican como negras cayó del 47% en 1900 a 26% en 1970, según datos del censo de Estados Unidos. Este declive fue parte de lo que los historiadores llaman la Gran Migración: el movimiento de unos seis millones de afroamericanos del sur de 1916 a 1970. Estos hombres y mujeres, muchos de ellos descendientes de esclavos o incluso nacidos en la esclavitud, generalmente se mudaron para escapar de la persecución y para encontrar trabajo en centros industriales como Nueva York, Chicago y Oakland.
Pero durante los últimos treinta años, la población negra de Georgia comenzó a aumentar nuevamente, casi duplicándose de 1,8 millones a 3,5 millones entre 1990 y 2019. La población general de Georgia también ha estado creciendo rápidamente, pero la población negra se está expandiendo particularmente rápido, lo que significa que su proporción ha aumentado de 27% a 33%. El crecimiento ha sido particularmente grande en Atlanta y sus suburbios, una parte de la nación donde Biden vio algunas de sus mayores ganancias.
Georgia atrae a los afroamericanos por muchas de las mismas razones por las que todos los tipos de estadounidenses se han estado mudando al sur. "Quieren un costo de vida más bajo", dijo Andre Perry, miembro de Brookings Institution, a The Atlanta Voice. "Están buscando oportunidades laborales que a veces se están agotando en el norte".
El nivel educativo
Otro clivaje que se ha asentado en los últimos años es el que respecta al nivel educativo. "El partido republicano ha consolidado su apoyo entre los segmentos de votantes blancos sin educación superior. Entonces, al estar volviéndose más potente el clivaje del nivel educativo, los demócratas tienen problemas para llegar a segmentos donde tradicionalmente tenían mayor llegada", señala Antenucci, incluso cuando Biden intentó apelar al segmento de los trabajadores durante toda la campaña.
"Se observa que el clivaje que divide a los votantes cada vez más es el nivel educativo y no tanto las minorías. El partido republicano puede trabajar en construir una base de apoyo que trascienda los votantes blancos, incluyendo también algunos sectores del voto latino y voto sin educación superior", añade.
Por el contrario, los demócratas se han consolidado entre los electores con educación universitaria, especialmente entre los jóvenes universitarios (según una encuesta de Knight Foundation y College Pulse publicada en agosto, 71% de los estudiantes universitarios planeaba votar a Biden).
La polarización extrema
Entre todas estas tendencias se suma un componente adicional: la polarización. "Estados Unidos ha tenido una Guerra Civil, por lo que no estoy seguro de ir tan lejos como para decir que el nivel de polarización es más alto que nunca, pero ciertamente es un nivel de polarización sin precedentes en la era moderna. Estadísticas recientes sobre citas ayudan a demostrar cuán polarizado está el país: aproximadamente la mitad de los republicanos dijeron que no saldrían con alguien que votara por Hillary Clinton y el 70% de los demócratas dijeron lo mismo sobre alguien que votó por Trump", indica Rosenthal.
"Hay numerosos factores que ayudan a explicar esta creciente polarización, pero parte de esto definitivamente proviene de los cambios en el entorno de los medios de comunicación y de un número creciente de personas que seleccionan fuentes que están de acuerdo con sus opiniones existentes y las refuerza", añade.
En la misma línea, Antenucci dice que la polarización ha generado poco diálogo entre las distintas comunidades. "Se ha roto la capacidad de los dirigentes políticos de operar en líneas que trascienden esta polarización. En esta elección en particular se esperaba que hubiese mayor ‘corte de boleta’. Pero las campañas han perdido la capacidad de tener un color local y están más bien nacionalizadas. Eso le da menos margen a los candidatos locales", explica.
Sin embargo, según el experto, la polarización no es suficiente como para crear una crisis de gobernabilidad. "Si uno mira 2016, hubo mucha desilusión con el resultado. Y aunque todo ese descontento se manifestó en distintas protestas, eso no afectó la gobernabilidad en el país. No creo que este año vaya a ser distinto. Sectores que apoyan al partido republicano se activarán pero no creo que eso afecte a la gobernabilidad".
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