Choques en Gaza: la simbiosis entre Netanyahu y Hamas en la que ambos ganan
Los enfrentamientos en la franja terminan rápidamente con un alto el fuego en el que los bandos se muestran ganadores y sellan acuerdos
JERUSALÉN.- En los enfrentamientos del fin de semana entre Israel y la Franja de Gaza murieron más de veinticinco personas y fueron destruidos hogares y comercios, pero el lunes los líderes de ambos bandos manifestaron estar satisfechos con los resultados.
Ese ciclo a repetición de violencia y alto el fuego que siempre parece al borde de una guerra declarada puede resultar una pérdida sin sentido a los ojos del mundo exterior, pero los analistas dicen que es sumamente funcional a los intereses de los dos principales antagonistas.
Por su lado, el premier israelí. Benjamin Netanyahu, logra golpear a Hamas, el grupo militante que controla Gaza, y a la vez potenciar su argumento de que los palestinos no están listos para la paz y que la solución de los dos Estados es inviable.
Hamas, que buscó y aparentemente obtuvo renovadas promesas de una flexibilización del bloqueo israelí sobre Gaza, puede así mostrarles a los escépticos y empobrecidos habitantes de Gaza que su estrategia de resistencia armada funciona.
El resultado es una extraña forma de simbiosis. Esto no significa que la relación entre Hamas e Israel no sea de enemigos: es conflictiva, por lo general letal y siempre entraña el riesgo de escalar hasta convertirse en una prolongada guerra sobre el terreno, ya sea por un cohete perdido que mató a demasiados inocentes o por un giro en la ecuación política en uno de los bandos. Ese tipo de relación podría revelar que hay un lento proceso de armisticio en curso, "una negociación por las armas", como la llama Ghaith al-Omari, exfuncionario de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). O tal vez sea lo que entienden por "tregua" en Medio Oriente.
Pero con cada repetición de ese ciclo que no termina en guerra abierta, Israel y Hamas son funcionales a los objetivos del otro, y están acostumbrados a entenderse de esa forma.
Los enfrentamientos del fin de semana, los peores desde la guerra de 50 días de 2014, fueron por lo menos la octava ronda de breves combates entre Israel y Gaza durante el último año, con choques que a veces duraron menos de un día. Y todos terminaron rápidamente con un alto el fuego, por lo general negociado por Egipto y considerado una evidencia de que ninguno de los bandos quiere un guerra sin cuartel.
Hamas ha demostrado su capacidad para estar a la altura de sus compromisos: según los analistas, un hecho importante ocurrió a fines de marzo, durante el aniversario de las protestas a lo largo de la barrera entre Israel y Gaza, cuando Hamas desplegó militantes con brillantes chalecos de color para contener al máximo la violencia y así demostró que puede garantizar el cumplimiento de un alto el fuego.
Pero en otras ocasiones, Hamas parece mostrar su impaciencia a través de las armas. La violencia de este fin de semana pudo haberse alimentado por la demora en la llegada de los millones de dólares en efectivo enviados por Qatar para pagar los sueldos de los trabajadores de Gaza, o por la sensación de que Israel no estaba avanzando más rápidamente con sus otras promesas.
Mientras tanto, algunos de los choques del último año también han sido interpretados como intentos de los líderes de Hamas de conseguir un mejor acuerdo.
"Suelen mostrar los bíceps para estirar los términos del acuerdo y obtener más ventajas", dice Ehud Yaari, del Instituto Washington de Políticas de Cercano Oriente.
Para el gobierno de Israel, su relación con Hamas está plagada de contradicciones y está obligado a mantener un cuidadoso equilibrio. Como considera que Hamas es una organización terrorista que apunta al exterminio de Israel, el gobierno israelí no tiene el menor interés en darle legitimidad ni en permitirle que se fortalezca.
Pero a pesar de los pedidos de algunos políticos de la derecha israelí para que lo haga, Netanyahu tampoco ha demostrado demasiadas ganas de destruir a Hamas, tal vez por el "problema del día después", como lo llama el veterano negociador de Estados Unidos en Medio Oriente Aaron David Miller: Israel tendría que reocupar Gaza con sus tropas y hacerse responsable de sus dos millones de habitantes. También existe el riesgo de que ocupe el poder un grupo aún más radicalizado que Hamas, por ejemplo, la Yihad Islámica Palestina o incluso elementos operativos de Estado Islámico en el desierto del Sinaí.
Es por eso que el manejo de Netanyahu de la situación en Gaza parece contar con el apoyo del establishment de la seguridad israelí. Y sus opositores políticos lo fustigan por haber permitido que la situación haya derivado en este ciclo actual, pero tampoco dicen qué harían.
Además, los israelíes parecen tener más tolerancia que antes a la pérdida de vidas. El domingo, en Ascalón, los trabajadores sobrevivientes de un ataque con cohetes sobre una fábrica en el que murió un obrero manifestaron su inclaudicable apoyo a Netanyahu, y hasta acusaron a la opinión pública mundial por impedir que el ejército de Israel golpeara a Gaza como se merece.
"Deberían atacar con todo", dice Menaashe Babikov, un gerente de 42 años de Asdod, en referencia a las fuerzas armadas de Israel. Según Babikov, no lo hacen "porque tienen miedo de lo que el mundo diga".
Según los analistas, Hamas también es funcional a Netanyahu en otro aspecto. Como Cisjordania es gobernada por la ANP y Gaza está a cargo de Hamas, no parece haber un camino fácil para la solución de los dos Estados, a la que Netanyahu, según creen todos, se opone.
Según Miller, unificar las dos facciones reavivaría inevitablemente el debate de la solución de los dos Estados para el conflicto palestino-israelí. "Mientras haya tres Estados en los hechos, no habrá una solución de dos Estados", dice Miller. "Hamas es la póliza de seguro política de Netanyahu".
Traducción de Jaime Arrambide
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