Choque de relatos: la campaña presidencial en EE.UU. pone primera y Biden y Trump salen a vender su visión del país
Tras el “supermartes” y el discurso del “Estado de la Unión”, las campañas ya ponen la mira en la elección general de noviembre ofreciendo mensajes divergentes sobre la realidad
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WASHINGTON.- La campaña presidencial en Estados Unidos alcanzará su velocidad de crucero en el epílogo del verano boreal, luego de que el presidente, Joe Biden, y su rival, Donald Trump, sean formalmente proclamados como candidatos presidenciales en sus respectivas convenciones partidarias. Pero la carrera por la Casa Blanca ya arrancó. Y durante los próximos ocho meses, Estados Unidos estará expuesto a dos relatos.
Trump terminó de doblegar a la última rival que quedaba en pie, Nikki Haley, en el decisivo “supermartes”, y se convirtió en el candidato presidencial de facto del Partido Republicano. Desde Mar-a-Lago, Trump dijo que el país se estaba “muriendo” al pintar un presente apocalíptico, distópico, ajeno a los datos duros de la realidad. “Nuestras ciudades están siendo invadidas por la delincuencia migratoria, y ese es el delito migratorio de Biden. Pero es una nueva categoría de delito, y es violento”, dijo, sin dar evidencias. Dos días después, el presidente Joe Biden se paró delante del Congreso, defendió a capa y espada su gobierno en su discurso del “Estado de la Unión”, habló de un presente promisorio y un futuro de posibilidades, y dijo que la economía norteamericana es “la envidia” del mundo. “Llegué al cargo decidido a llevarnos a superar uno de los períodos más difíciles de la historia de la nación. Lo hicimos. No sale en las noticias, pero en miles de ciudades y pueblos, el pueblo estadounidense está escribiendo la historia de la recuperación más grande nunca contada”, afirmó.
La semana que marcó el puntapié de la campaña presidencial ofreció también un agudo contraste en los mensajes que Biden y Trump utilizarán hasta los comicios del 5 de noviembre, una revancha de la última elección. Ambos arrancan sus campañas con un alto rechazo del electorado, y en los equipos de ambos se alistan para una de las campañas más ásperas, corrosivas y largas en la historia del país, con más ataques cruzados que propuestas. Biden y Trump ofrecieron una degustación de ese choque este fin de semana, en Georgia, uno de los estados “pendulares” donde se decidirá la contienda, y donde ambos tuvieron actos de campaña.
“Cuando dice que quiere ser un dictador, le creo”, dijo Biden sobre Trump, luego de enumerar sus elogios a varios autócratas, entre los que mencionó al presidente de Rusia, Vladimir Putin. “Nuestras libertades estarán literalmente en la boleta electoral de noviembre”, alertó el mandatario.
“Joe Biden pronunció el discurso más divisivo, partidista, radical y extremo jamás pronunciado por un presidente en ese recinto, ni siquiera cerca. En lugar de tratar de unir a nuestro país, trató de aferrarse al poder destrozándolo”, dijo Trump sobre el discurso de Biden en el Congreso.
Temas divergentes
Además de los ataques personales, Biden y Trump machacarán al electorado con temas divergentes. Biden y su equipo han armados los mensajes de la campaña alrededor de la economía, el aborto –un tema que la campaña demócrata ya usó exitosamente en la última elección legislativa–, la salud, y la defensa de la arquitectura institucional del país. Trump habla una y otra vez de las crisis globales, la guerra en Ucrania y el conflicto en Medio Oriente, y, sobre todo, de la crisis en la frontera con México. Acuñó un término: “delito migratorio de Biden”, con el que busca atar a los inmigrantes al crimen, una aseveración rechazada por las estadísticas oficiales y los estudios, pero que ya le dio réditos en su primera campaña presidencial. Un punto de coincidencia: ambos dicen que el otro es una amenaza para la democracia.
Quizá el área de mayor divergencia sea la economía. Biden y su campaña apuestan a que, a medida que avance el año, la gente comenzará a sentir con mayor claridad la bonanza que muestran las estadísticas. El empleo está en un piso para los últimos 50 años, la inflación cede, los salarios suben, y la bolsa marca récords. Biden puede recibir un empujón adicional en los próximos meses si la Reserva Federal comienza a bajar la tasa de interés. Trump apuesta a que el termómetro de la gente llegue a la elección divorciado de las estadísticas, y que el azote del pico inflacionario de la salida de la pandemia termine castigando a Biden. Su objetivo: arraigar la noción de que la economía estaba mucho mejor en su gobierno y con su política económica, un relato que suele chocar con la realidad, pero no necesariamente con la percepción del electorado.
“Hace tres años, estábamos en nivel: éramos independientes en energía, íbamos a ser dominantes en energía muy pronto, y hoy traemos petróleo de Venezuela”, exageró en su discurso del “supermartes”. (Estados Unidos ya es un exportador neto de energía, incluido petróleo).
Un rasgo personal de los candidatos también llevará a un choque de relatos: la vejez. Es un tema que incomoda al electorado, y que afecta mucho más a Biden, pese a que solo es cuatro años mayor que Trump. A sabiendas de las ansiedades reinantes, el equipo de Biden intenta convertir una aparente debilidad en virtud. “Miren, no soy un tipo joven. Eso no es ningún secreto”, dice Biden en su primer aviso de campaña, que vio la luz esta semana. “Pero este es el tema entiendo cómo hacer las cosas para el pueblo norteamericano”, continúa. La campaña de Trump sacó después un aviso recopilando las caídas, tropiezos y algunos de los deslices de Biden desde que llegó a la Casa Blanca.
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