China ve la chance de capitalizar el miedo en la región
Las amenazas del magnate norteamericano contra Pyongyang le restan apoyo entre sus aliados
PEKÍN.- Mientras los aliados asiáticos de Estados Unidos se inquietan ante la amenaza del presidente Trump de descargar "fuego y furia" sobre Corea del Norte, China ve una oportunidad de capitalizar el temor y la confusión para emerger como la potencia sobria y moderada de la región, según la interpretación de los analistas que estudian el liderazgo chino.
En sus tratos con cada nuevo presidente norteamericano -ocho desde que Richard Nixon abrió las relaciones con el gigante asiático-, los líderes de China buscaban un par de cualidades importantes, sobre todo confiabilidad y credibilidad.
Y por más que tuvieran dudas sobre la afinidad de un presidente con China, si era considerado kaopu, o sea "confiable", los funcionarios chinos esperaban cierta estabilidad, incluso en torno de los desacuerdos más urticantes.
Pero los chinos consideran cada vez más que Trump es bu kaopu, poco confiable. Pero más que hacer un juicio público, en los medios de prensa oficiales o a través de los comentarios de sus funcionarios, China decidió sentarse a mirar cómo se derrumba la credibilidad de Trump entre sus aliados y adversarios por igual.
"A los chinos no les gusta el programa nuclear de Corea del Norte, pero la actual situación es funcional a su interés de largo plazo de erosionar el liderazgo norteamericano, porque abre toda una nueva serie de situaciones en las que Estados Unidos muestra sus debilidades", dice High White, ex estratega de defensa del gobierno de Australia.
Las amenazas de Trump inquietan, sobre todo, a los principales aliados de Estados Unidos en Asia, como Japón y Corea del Sur, ambos adversarios y vecinos de Corea del Norte, que ya ejercen abiertas presiones para adquirir su propio arsenal nuclear que les permita enfrentar el de Pyongyang.
China y Japón no se quieren ni por asomo. Pero China está intentando recomponer relaciones con Corea del Sur, y ahora encuentra una oportunidad frente a las amenazas de Trump de embarcarse en acciones preventivas contra Corea del Norte, un anatema para el gobierno liberal del nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in.
Según los analistas, los intentos del secretario de Estado norteamericano, Rex W. Tillerson, y del secretario de Defensa, Jim Mattis, para calibrar los comentarios de Trump no han logrado mitigar el problema de credibilidad del que China pretende sacar ventaja.
Según White, los recientes comentarios de Trump son el ejemplo más crudo de un nuevo patrón que se evidencia en Washington.
Para White, Estados Unidos manifestó demasiadas veces estar dispuesto a usar la fuerza para detener algún hecho -como la expansión de China en el mar de China Meridional, y durante el gobierno de Barack Obama, el uso de armas químicas por parte del gobierno de Siria-, y nunca lo ha hecho. "Y las payasadas de Trump han amplificado ese mensaje a la enésima potencia", dice White.
La reacción oficial de China ante los comentarios de Trump fue moderada. El Ministerio de Relaciones Exteriores repitió las consignas básicas sobre la disputa con Corea del Norte: que debe resolverse por la vía diplomática y que todas las partes deben evitar una escalada.
Según los analistas, esa modesta respuesta de Pekín responde en parte a que los líderes chinos están actualmente más enfocados en la política interna que en la situación internacional.
El presidente Xi Jinping y otros altos funcionarios están asistiendo a su retiro anual en Beidaihe, un centro de veraneo al este de Pekín, donde este año las maquinaciones políticas son más intensas que otras veces. Se presume que Xi está armando el nuevo gabinete para los próximos cinco años, que será anunciado en un congreso nacional partidario que podría ser convocado para el mes próximo.
La cauta respuesta china también puede deberse a una cuestión de agenda. Está previsto que Ivanka Trump, hija del presidente, visite China el mes que viene junto a su esposo, Jared Kushner, y a sus hijos. Para China, Kushner es un contacto de primer orden dentro de la Casa Blanca, y Pekín está haciendo esfuerzos considerables para que la visita fluya con tranquilidad. También se cree que la visita de Ivanka y Jared Kushner es una avanzada para preparar una visita del propio Trump a China en noviembre.
La foto de Kushner con su esposa y sus hijos sentados a la mesa familiar del presidente Xi en su residencia de Zhonhnanhai, en Pekín, calzaría muy bien en el álbum de Xi, que quiere mostrar "que el mundo está en su órbita adecuada, o sea en torno de él", dice Douglas Paal, vicepresidente del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
Pero lo más importante es que los líderes chinos -que ya están acostumbrados a la belicosidad de los norcoreanos, sus ex aliados- no creen que Trump realmente vaya a cumplir con su amenaza de atacar Corea del Norte, según Yun Sun, del programa para el este asiático del Centro Stimson.
Los chinos ya han escuchado las fanfarronadas de tres generaciones de líderes norcoreanos, incluido el actual mandatario Kim Jong-un, así que para ellos, la retórica ampulosa y alarmista no es cosa nueva. Según Yun Sun, es común que Corea del Norte hable de "convertir Seúl en un mar de fuego y una montaña de cenizas".
Y aunque Corea del Norte y Estados Unidos no son lo mismo, los chinos están igualmente dispuestos a dejar pasar la "guerra retórica" de Trump contra Pyongyang.
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