China quiere un acuerdo, pero sin quedar como un perdedor en la puja
"Pekín quiere un acuerdo al igual que Washington", dice el editorial de ayer del Diario del Pueblo, que refleja el pensamiento del gobernante Partido Comunista Chino (PCCh). Y en seguida advierte que, aunque China está dispuesta a cooperar, "no será el único perdedor".
Aunque el presidente Donald Trump tiene detrás el respaldo de la robusta economía de Estados Unidos, su par chino, Xi Jinping , llega también en una posición de relativa fortaleza al encuentro que mantendrán hoy desde las 18.30 los dos líderes. Si todo sale bien, la reunión más esperada en el marco de la cumbre del G20 en Buenos Aires podría alejar los temores desatados por la guerra comercial.
Este año, Trump impuso aranceles por 250.000 millones de dólares sobre productos chinos para exigir que Pekín ponga fin a prácticas comerciales "desleales" y reducir el déficit comercial con el gigante asiático. El régimen respondió con aranceles de 60.000 millones de dólares sobre productos norteamericanos.
Pero la guerra comercial, que tiene en vilo al mundo, por ahora ha causado poco impacto en China. "A pesar de ciertos golpes a la economía, Pekín no llega débil a la reunión. Su postura es que preferiría negociar, buscar un apaciguamiento de la tensión y tratar de encontrar un punto medio, en el que al menos la disputas comerciales puedan solucionarse", explica a LA NACION Sergio Cesarín, director del Centro de Estudios sobre Asia Pacífico e India de la Untref.
Las lastimaduras son pequeñas hasta el momento. En el tercer trimestre de este año, el PBI chino creció 6,5%, por debajo del 6,7% logrado en los tres meses anteriores y su menor expansión en nueve años. Pero la importaciones y exportaciones aumentaron 15% este año respecto a 2017, según los datos difundidos hoy por la administración de aduana.
Además, desde la crisis de 2009, la estructura de la economía china está sufriendo una alteración, ya que el sector del comercio se ha vuelto menos importante para impulsar el crecimiento. La clave está hoy en la economía doméstica, que es lo que atrae inversión y consumo. Eso también otorga un cierto respiro a Pekín.
En este contexto, según Cesarín, "es probable que la posición de Xi en la reunión de hoy consista en plantarse, pero no de manera rígida".
"Lo que sí es importante, es que no quiere quedar como un perdedor", añade.
No hay que olvidar que Xi, al igual que Trump, es un líder fuerte, que goza del apoyo del partido y que ha mostrado una respuesta muy fuerte hacia el exterior. Mientras Trump aboga por su política de "America first", Xi busca convertirse en el vocero del multilateralismo y esa es la postura que adoptó China en la cumbre del G20 .
También Xi, al igual que Trump, es un ferviente nacionalista que dio un giro a la política de sus predecesores. Desde que asumió en 2013, el líder chino rompió con aquel mantra diplomático de Den Xiaoping, el protagonista del aperturismo económico chino, de que hay que "esconder la fuerza y esperar el momento".
En la "nueva era" -que proclamó el presidente en el XIX Congreso del PCCh, en 2017- China está decidida a ocupar el papel protagonista en el escenario mundial. Y según la visión de Pekín, el objetivo de las tarifas de Trump es justamente entorpecer esa ambición. "Si Washington aspira a aprovechar la disputa comercial para frenar el crecimiento chino, es poco probable que se alcance un acuerdo", enfatiza el editorial del Diario del Pueblo.
Es incierto si la cena entre Trump y Xi arrojará buenos resultados. Las señales de parte de Washington han sido mixtas. La mayoría de los analistas coinciden en que lo más probable es que el acuerdo sea una pausa táctica, que brindará un alivio de corto plazo a los mercados de valores, pero que no tendrá efectos duraderos para frenar la competencia geopolítica de las mayores potencias mundiales.
En la misma línea, el editorial del Diario del Pueblo afirma: "Teniendo en cuenta las diferencias en la agenda y las demandas es improbable que se alcance un acuerdo definitivo en la reunión".
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